Jornadas de convivencia
EL VETO interpuesto por el Centro de Relaciones Informativas y Sociales de la Defensa al corresponsal pol¨ªtico de EL PAIS Miguel Angel Aguilar para que cubriera la informaci¨®n de la visita al pabell¨®n de dicho Ministerio en la feria de Castilla y Le¨®n resulta, cuando menos, pintoresco. Se produce en el marco de un pretendido acto de convivencia y solidaridad entre las Fuerzas Armadas y la Prensa, y se disfraza del eufemismo de malentendido entre este diario y dicho departamento, toda vez que Miguel Angel Aguilar no estaba en las listas de acreditaciones. Hay que a?adir que no estaba porque no les agrad¨® acreditarle.El Ministerio organiz¨® dicha visita informativa, que inclu¨ªa un almuerzo en la Academia de Valladolid, y curs¨¦ invitaci¨®n a determinados periodistas: el subdirector Mart¨ªn Prieto, en el caso de EL PAIS. La direcci¨®n del diario estim¨®, no obstante, que deb¨ªa representarle Miguel Angel Aguilar, toda vez que la informaci¨®n de Defensa corre normalmente a su cargo y que as¨ª lo exig¨ªa la buena organizaci¨®n del trabajo redaccional. El Ministerio se neg¨® a darle la acreditaci¨®n aduciendo que era un acto al que ¨¦ste invitaba a su libre albedr¨ªo y explicando que la presencia de Miguel Angel Aguilar pod¨ªa provocar alg¨²n tipo de protesta entre los oficiales asistentes a los actos. Para mayor absurdo se?alaron portavoces autorizados que los recientes art¨ªculos de Aguilar en EL PAIS sobre el programa FACA hab¨ªan sentado muy mal en sectores de las Fuerzas Armadas y que eso explicaba su no admisi¨®n en la visita a Valladolid. El resto de la historia queda reflejado en las p¨¢ginas de informaci¨®n pol¨ªtica de este mismo n¨²mero.
Aun si el incidente puede parecer nimio, no lo es el esp¨ªritu que encierra: la disposici¨®n del Ministerio de Defensa a determinar qui¨¦n tiene acceso y qui¨¦n no a la informaci¨®n sobre estas materias en los diversos medios de comunicaci¨®n. Disposici¨®n que enlaza bien con la pol¨ªtica militar de Calvo Sotelo, que parece a veces m¨¢s dise?ada para recibir ¨®rdenes que para dictarlas. Es sencillamente inadmisible que el Gobierno cierre las puertas de los cuarteles, sin m¨¢s criterio que su arbitrariedad, a todo aquel que no escriba conforme gusta a determinados oficiales. Y la actitud, que conculca la obligaci¨®n legal de la Administraci¨®n de ofrecer informaci¨®n, atenta contra los principios b¨¢sicos de la libre expresi¨®n. Pero atenta sobre todo contra el sentido com¨²n y contra la eficacia en las tareas encomendadas al CRISDE. Pretender limar asperezas entre las Fuerzas Armadas y la Prensa a base de vetar nominalmente a periodistas es algo tan il¨®gico que invitar¨ªa a la carcajada si en el fondo no trasluciera la gravedad del problema: la resistencia de la estructura militar espa?ola a comportarse con arreglo a los usos y modos de la sociedades democr¨¢ticas y su tendencia a superponerse sobre la sociedad civil.
Si la peculiar manera que el general Rodr¨ªguez Toquero -responsable de las relaciones de la Defensa con la Prensa- tiene de cumplir su tarea cundiera como ejemplo en la Administraci¨®n, podr¨ªa suceder que el Ministerio de Econom¨ªa decidiera qui¨¦n s¨ª y qui¨¦n no de cada peri¨®dico puede obtener informaci¨®n en los centros oficiales, o que el de Sanidad acabara por vetar las visitas a hospitales p¨²blicos a todo informador que no fuera de su gusto. La suposici¨®n de que pueden hacerse invitaciones personales y discriminatorias a los redactores de los peri¨®dicos, pasando por encima de la decisi¨®n del propio peri¨®dico sobre qui¨¦n debe cubrir cada informaci¨®n, es vejatoria para la independencia profesional y para los discriminados, tanto por ser invitados como por no serlo. Por lo dem¨¢s, el reconocimiento de que la presencia de un periodista puede originar problemas de disciplina en un acto militar raya en lo inconsecuente y resulta bastante. alarmante. ?Qu¨¦ otras cosas o personas pueden provocar estas indisciplinas militares? ?Y qu¨¦ soluci¨®n se les ocurre al ministro de Defensa y al Gobierno que no sea el aceptar sin m¨¢s el dictado de sus subordinados?
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