Renovaci¨®n

Era previsible que Luis de Carlos, desde el poder, alcanzara un buen n¨²mero de votos. Era m¨¢s dif¨ªcil que los otros dos aspirantes lograran clasificarse para la final. Sin embargo, Ram¨®n Mendoza y Jos¨¦ Mar¨ªa Di¨¦guez no s¨®lo van a estar presentes en el momento de la verdad, sino que, entre ambos, han obtenido tal n¨²mero de firmas que hace pensar que la mayor¨ªa de la masa social, adem¨¢s de dividida, est¨¢ inclinada hacia la renovaci¨®n.Ram¨®n Mendoza va en cabeza en la lucha electoral. Que se haya distanciado de su m¨¢s directo adversario en la primera confrontaci¨®n ha debido conmover los cimientos de Chamart¨ªn. No puede pronosticarse una victoria de Ram¨®n Mendoza a pesar de su ventaja porque el viejo clan madridista a¨²n se resiste, a perder el poder y la influencia.

Luis de Carlos no puede sentirse optimista, aunque si est¨¦ esperanzado. Los votos que han manejado sus rivales indican que hay deseos de cambio. Los madridistas se han dado perfecta cuenta de que la entidad ha sufrido un claro retroceso en los ¨²ltimos a?os. Al Barcelona se le ha acusado, durante a?os, de no trener otro punto de mira que el Madrid. Hoy puede afirmarse que es; el Madrid quien no pierde de vista al Bar?a. El Madrid se ha visto rebasado en muchos aspectos. Incluso en el organizativo del que tanto presumi¨®. Deportivamente los Di St¨¦fano de turno, ahora, van siempre al Bar?a. El declive del Madrid no lo inici¨® de Carlos, pero con ¨¦l no se ha detenido. Es l¨®gico que m¨¢s de 8.000 socios se hayan inclinado por el final del postbernabeuismo. Tambi¨¦n el Madrid comienza a pedir l¨ªderes nuevos para tiempos diferentes.