El cubismo en el cine
La vida del gacetillero tiene sus alegr¨ªas. Ahora que, por desgracia, ya se ha ido Bibi Andersen, impidiendo que nos sigamos recreando con sus maravillosos atuendos de amazona y gaucho, y se confirma que el Rolls Royce de Xavier Cugat no saldr¨¢ a la venta, el director y antiguo cr¨ªtico de cine de EL PAIS, Fernando Trueba, le ha echado un cubo de agua fr¨ªa al actual cr¨ªtico de cine de EL PAIS, Diego Gal¨¢n, pocas horas despu¨¦s de leer la cr¨ªtica desfavorable que el segundo hab¨ªa publicado en este peri¨®dico de la pel¨ªcula del primero, Mientras el cuerpo aguante. El suceso se ha convertido en el peque?o esc¨¢ndalo del festival, superando incluso en emoci¨®n al paso despampanante que a diario realiza la rubia hija de Raf Vallone en busca de nuevos fil¨®sofos espa?oles, en los que el festival este a?o abunda m¨¢s que en starlettes.Como testigo presencial del incidente, y como salpicado por el agua del cubo, paso a relatarles y a comentar la escena. Dicen los m¨¢s madrugadores que el realizador acechaba la llegada del cr¨ªtico, ya armado con el cubo desde buena ma?ana, y que Oscar Ladoire, fiel amigo y productor ejecutivo de la cinta damnificada, era el encargado de reponer el agua que, en la espera, vi¨¦ronse obligados, a beber.
Ojo de buen cubero
Sobre la una y mediase dej¨® ver el cr¨ªtico, y en el momento en que se dirig¨ªa, confiado, al telex, vi yo avanzar al cineasta echando rayos y truebas por la boca y con un cubo azul. Segundos despu¨¦s el agua chorreaba por la cara del cr¨ªtico y se o¨ªa la voz del cineasta: "Para que veas que no soy, rencoroso". Es dif¨ªcil juzgar, a ojo de buen cubero, la cantidad de agua derramada y el exacto tono verbal del echador de agua. Unos hablan de broma; otros, de agresi¨®n. M¨¢s importante es lo que yo he o¨ªdo que un productor sagaz le susurraba a otro: "Hoy se ha abierto la veda del cr¨ªtico".
Las perspectivas que se abren ante el mundo del cine son incalculables.
No s¨®lo ser¨¢ f¨¢cil, a partir de ahora, animar cualquier festival yermo con un cubo de agua, sino que el derecho al pataleo, hasta hoy muy trillado, puede enriquecerse con el del remoj¨®n, devolvi¨¦ndonos a la dorada ¨¦poca del cine mudo c¨®mico, con todas sus mangueras, persecuciones y tartas de merengue por la cara.
Y a partir de hoy el cr¨ªtico de cine tiene un nuevo s¨²bcubo que a?adir a su rosario de pesadillas f¨ªlmicas: ser chivo expiatorio del gran sue?o h¨²medo que todo autor incuba en su alma respecto al cr¨ªtico hostil. Por la tarde del mismo d¨ªa de autos, mientras escribo esto, ya estoy viendo pasar bajo de mi ventana a varios otros cr¨ªticos con su impermeable; ahora bien, hay que reconocer que hoy el d¨ªa aqu¨ª est¨¢ encapotado. ?Ser¨¢ seguido el ejemplo vengador del antiguo cine-cubista por m¨¢s colegas suyos? ?Se usar¨¢n nuevas armas? ?Har¨¢nse intervenir los otros elementos, tierra, fuego y aire? La cabeza del cr¨ªtico, elevando al cubo mentalmente todas las posibilidades num¨¦ricas de ataque, ha de ir aceptando que en su amarga carrera, y entre otras mil pruebas, queda ya hoy expuesto a la trueba del agua.
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