Los partidos vascos no nacionalistas intentan atraerse a los abstencionistas
La abstenci¨®n fue la primera opci¨®n electoral del Pa¨ªs Vasco en marzo de 1980: 652.206 votantes potenciales, el 41,2% del censo, se abstuvieron en las elecciones para el Parlamento aut¨®nomo. En 1977 la abstenci¨®n hab¨ªa sido de un 23,69%, y en las legislativas del 79 de un 34,1% (534.437 personas). Del destino final de ese medio mill¨®n largo de votos potenciales depende probablemente el resultado del 28 de octubre en Euskadi. Especialmente para el PSOE y la "gran derecha".
De la comparaci¨®n entre los resultados de 1977 y 1980 se deduce que el bloque nacionalista (PNV, HB y EE, fundamentalmente) pas¨® de suponer un 29,1% del censo a agrupar al 37,8% de los electores. Sim¨¦tricamente, las opciones no nacionalistas (PSOE, UCD y AP, fundamentalmente) pasaron del 44,9% del 15 de junio al 20,1% del 9 de marzo: 300.000 votos de p¨¦rdida, m¨¢s de la mitad de los cuales corresponder¨ªan al PSOE y casi 100.000 a UCD.De ah¨ª que los socialistas vascos hayan iniciado una campa?a orientada, ante todo, a la recuperaci¨®n de esos votos perdidos en el oc¨¦ano de la abstenci¨®n. Se trata, para ello, de dirigir la atenci¨®n del electorado no tanto hacia las querellas internas del Pa¨ªs Vasco (LOAPA, Lem¨®niz, pacificaci¨®n), como a ofrecer sus soluciones a nivel general en torno a cuestiones como la ense?anza, la sanidad o la reforma de la Administraci¨®n. Muy significativamente, los carteles electorales socialistas que esta semana han florecido en el Pa¨ªs Vasco van firmados exclusivamente por las siglas del PSOE, y no, como en anteriores elecciones, por el Partido Socialista de Euskadi (PSE), pese a que este ¨²ltimo no solo tiene entidad jur¨ªdica como tal, sino qu¨¦ hasta ahora ha tenido grupo parlamentario propio en el Congreso de los Diputados.
El cambio de tono en los discursos de Enrique M¨²gica, que repite cabecera de lista en Guip¨²zcoa y que ahora habla en tono conciliador de la importancia de recomponer de alguna manera los lazos que en el pasado unieron a socialistas y nacionalistas, parece determinado no solo por el inter¨¦s futuro (un Gobierno socialista se ver¨ªa obligado a pactar con los partidos mayoritarios en las nacionalidades), sino por el inter¨¦s actual de evitar una confrontaci¨®n directa en torno a cuestiones locales sobre las que, seg¨²n ha demostrado la experiencia, el nacionalismo se encuentra mejor situado de cara a la pol¨¦mica; cuestiones y querellas que, por otra parte, solo producen hast¨ªo, sentimiento de marginaci¨®n y tendencia a la abstenci¨®n en la potencial clientela socialista.
La manera fuerte de Garc¨ªa Damborenea, segundo en la lista socialista por Vizcaya -y no primero por la circunstancia de que el secretario general de la UGT, Nicol¨¢s Redondo, es vizca¨ªno- parece destinada a combatir tales sentimientos mediante la autoafirmaci¨®n agresiva y sin matizaciones ("les guste o no, tendr¨¢n que tragar", dijo respecto a la LOAPA, dirigi¨¦ndose a los nacionalistas). Por m¨¢s que la voluntaria adopci¨®n de ese papel incapacita a Damborenea para la inevitable negociaci¨®n futura, y a su partido para jugar un papel de aglutinante del conjunto de la izquierda vasca, nacionalista y no nacionalista, todo parece,indicar que resulta la f¨®rmula electoralmente m¨¢s rentable, a corto plazo, para recuperar los 70.000 votos perdidos en esa provincia entre 1977 y 1980.
Frente a esa imagen, la de Txiki Benegas, su contrapunto, aparece bastante oscurecido ¨²ltimamente. S¨®lo a ¨²ltima hora acept¨® presentarse por Alava, a petici¨®n de los militantes de esta ¨²ltima provincia, cuyo censo supone menos de la octava parte de la poblaci¨®n total de la comunidad aut¨®noma. Probablemente renunciar¨¢ a su esca?o, si lo obtiene, para permanecer en el Parlamento vasco como interlocutor socialista privilegiado ante el PNV.
La derecha no nacionalista perdi¨® 120.000 votos entre las primeras elecciones generales y las auton¨®micas. Teniendo en cuenta que, sin embargo, apenas hubo variaci¨®n en la relaci¨®n general -es decir, al margen de la adscripci¨®n o no al nacionalismo- derecha/izquierda (cada una de las cuales se mantiene en tomo al 30% del censo, siendo el 40% restante para la abstenci¨®n), parece claro que un gran porcentaje de los votantes centristas y aliancistas del 77 se abstuvieron en el 80. Por ello, la recuperaci¨®n de esos votos perdidos en la abstenci¨®n define tambi¨¦n la l¨ªnea de actuaci¨®n de la "gran derecha", que en el Pa¨ªs Vasco incluye, junto a los dos partidos citados, a los dem¨®crata cristianos de Alzaga y los liberales de Garrigues.
El espacio de la derecha no nacionalista -muy importante en el pasado, sobre todo en Vizcaya- parece hoy bastante limitado. Por una parte, el electorado conservador-democr¨¢tico cl¨¢sico acampa ahora, en general, en el terreno del nacionalismo moderado, que puede a la vez presentarse como dem¨®crata-cristiano, de centro y fuerista-liberal. Por otra, la polarizaci¨®n actual entre nacionalismo y no nacionalismo tiende a arrojar al campo del socialismo, primera fuerza de este ¨²ltimo sector, al segmento liberal del mismo.
Si a ello se a?ade la presencia del CDS de Su¨¢rez, con cierta implantaci¨®n todav¨ªa en Alava, lo que queda para la "gran derecha" en el Pa¨ªs Vasco es un sector de la poblaci¨®n situado probablemente a la diestra del programa ofrecido por dicha coalici¨®n, resultado al fin y al cabo de una negociaci¨®n entre tres partidos program¨¢ticamente moderados y solo uno abiertamente derechista. Un sector, por ello mismo, desconfiado de la pol¨ªtica, propenso a la abstenci¨®n, bastante militante en su rechazo del nacionalismo y el socialismo, y cuya entidad electoral depender¨¢ fundamentalmente del nivel de radicalizaci¨®n que introduzcan en la campa?a factores como, en particular, la incidencia de la actividad terrorista.
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