Chile: nueve a?os de golpe militar / 1
Han transcurrido nueve a?os desde el golpe de Estado que derroc¨® al Gobierno constitucional de Salvador Allende en Chile. Podr¨ªamos decir que no existe lugar en el mundo donde no se tenga la absoluta certeza de que el r¨¦gimen de Pinochet ha violado sistem¨¢ticamente los derechos humanos y no se ha sujetado en su accionar a las normas elementales de convivencia de las sociedades civilizadas, lo que, por supuesto, le ha significado el repudio de la comunidad internacional, manifestado en las consecutivas resoluciones condenatorias de las Naciones Unidas y de la Comisi¨®n de Derechos Humanos.Sin embargo, en estos nueve a?os han pasado muchos acontecimientos en el mundo y cualquier an¨¢lisis debe partir de un hecho muy claro.
La dictadura de Pinochet se ha mantenido con energ¨ªa, eliminando cualquier brote de resistencia interno, armado o no armado, y al aislamiento de la comunidad internacional. ha respondido con un fuerte apoyo del capital trasnacional, que ha volcado a trav¨¦s de cr¨¦ditos a corto y medio plazo la incre¨ªble cantidad de 12.000 millones de d¨®lares, lo que signific¨® para Chile recibir diariamente cuatro millones de d¨®lares.
Los nuevos 'liberales'
La situaci¨®n anterior gener¨® en los a?os 1978 a 1981 una euforia en los grupos detentadores del poder, que, habiendo eliminado toda oposici¨®n interna, empezaron a reemplazar la fraseolog¨ªa del primer tiempo por un lenguaje que pon¨ªa ¨¦nfasis en lo econ¨®mico, dirigido por los tecn¨®cratas de Chicago, seguidores del pensamiento de Milton Friedman.
Estos, imbuidos de las teor¨ªas monetaristas, convencieron a la c¨²pula militar de que el libre mercado regular¨ªa el sistema; que los cr¨¦ditos externos permitir¨ªan el desarrollo de la econom¨ªa para llegar al bienestar general con un crecimiento sostenido del producto del 7% al 8% anual, superior al doble de la media hist¨®rica; que el sistema de las ventajas comparativas permitir¨ªa sanear una econom¨ªa afectada por la intervenci¨®n del Estado y por el manejo de los pol¨ªticos que hab¨ªan contribuido a dividir el pa¨ªs, haci¨¦ndole perder el sentido hist¨®rico de naci¨®n peque?a, pero con un gran destino.
El lenguaje es suficientemente conocido por los espa?oles como para extenderse, en t¨®picos.
Chile ten¨ªa supermercados m¨¢s elegantes y completos que Estados Unidos, coches de todas las marcas y modelos y cuanta chucher¨ªa ingeniosa es capaz de crear la imaginaci¨®n, sin que el pa¨ªs se hubiera encontrado de pronto las minas del rey Salom¨®n o un emirato del golfo propio, ¨¢l decir de Oriando S¨¢enz, ex asesor econ¨®mico del r¨¦gimen y ex presidente de los empresarios chilenos, hoy arrepentido. El principio de subsidiaridad del Estado se aplic¨® en todow los ¨®rdenes, de la vida nacional, especialmente en materias de educaci¨®n y salud, en un pa¨ªs en el que el Estado hab¨ªa ejercido en esta materia una gran influencia y cubr¨ªa a gran parte de la poblaci¨®n.
El principio de subsidiaridad del Estado fue la herramienta necesaria para traspasar todas las empresas que se hab¨ªan creado en el sector p¨²blico de la econom¨ªa a manos de particulares por precios irrisorios. La pol¨ªtica desnacionalizadora serv¨ªa a los intereses del capital for¨¢neo.
Sociedad dividida
El compromiso con una sociedad dividida se garantizaba con el prestigio institucional de las fuerzas armadas y con la aplicaci¨®n de los principios de orden y respeto tan aceptados por las capas medias y por los sectores de la burgues¨ªa chilena, a lo que hay que sumar ese mito tan acendrado en las sociedades latinoamericanas de pensar que los sectores militares son depositarios de los valores m¨¢s puros de la sociedad, a los que hay que volver los o os en los momentos dif¨ªciles.
A nueve a?os de gobierno absoluto y sin control de las fuerzas armadas, es necesario hacer sectorialmente un an¨¢lisis de los indicadores que reflejan una situaci¨®n de crisis total que, a no mediar rectificaciones profundas, permite determinar que el futuro y el prestigio institucional de las fuerzas armadas se encuentran gravemente comprometidos.
En el a?o 1981 se empieza a conocer qu¨¦ se esconde bajo ese triunfalismo.
El pa¨ªs, tranquilo y en paz, se ve conmovido por una serie de actividades delictivas de las que resultan responsables los propios funcionarios de los servicios de inteligencia, que comienzan a aplicar los m¨¦todos aprendidos para eliminar flisicamente a la izquierda en acciones destinadas a obtener beneficios econ¨®micos.
Los largos a?os de paz y tranquilidad ofrecidos no se pueden cumplir. La crisis moral se hace presente y la c¨²pula s¨®lo reacciona cambiando funcionarios y ofreciendo investigaciones que nunca dan resultado por la ineficacia de un poderjudicial d¨¦bil y obsecuente con el poder.
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