Las tensiones internas, principal peligro para el primer partido vasco El PNV intenta reforzar su hegemon¨ªa para negociar con un eventual Gobierno socialista
El PNV ha podido gobernar en solitario en la comunidad aut¨®noma de Euskadi merced a la mayor¨ªa absoluta que la voluntaria ausencia de HB le otorg¨® en la C¨¢mara vasca (25 sobre 49 esca?os realmente ocupados). Es cierto que esta hegemon¨ªa parlamentaria refleja hasta cierto punto la que ejerce la ideolog¨ªa nacionalista moderada en el conjunto de la sociedad vasca: influencia decisiva del PNV en la Iglesia vasca, las c¨¢maras de comercio, el mundo sindical y colectivos que van desde los clubes de f¨²tbol a las asociaciones de mujeres, de j¨®venes, de antiguos combatientes o de monta?eros.
Pero no es menos cierto que esa mayor¨ªa absoluta constituye una distorsi¨®n de la imagen que deber¨ªa proyectar el real pluralismo social y pol¨ªtico de la Euskadi actual: el PNV gobierna con tan s¨®lo el 22% de votos sobre el censo total; las opciones no nacionalistas obtuvieron en 1979 el 31,7% de los votos, frente al 32,5% cosechado por el conjunto de fuerzas nacionalistas.Pese a estos datos, el PNV tiende a presentarse como representante de todo el pueblo vasco, Esta actitud es favorecida por un hecho bien real: el nacionalismo en su conjunto es pol¨ªticamente mucho m¨¢s activo que las opciones no nacionalistas. M¨¢s activo no necesariamente por su laboriosidad legislativa o institucional en general, pero s¨ª por su capacidad de presencia social y de movilizaci¨®n masiva.
Las m¨¢s de 100.000 personas que se dieron cita el domingo en Vitoria con motivo del Alderdi Eguna (D¨ªa del Partido, es decir, del Partido Nacionalista Vasco) constituyen una confirmaci¨®n de que el nacionalismo vasco, tanto en su versi¨®n moderada como en su vertiente radical, es la ¨²nica ideolog¨ªa que conserva hoy la capacidad de entusiasmar y mover a los convencidos, y de atraer a nuevos adeptos.
Poco desgaste de poder
El PNV aborda estas elecciones desde una peculiar posici¨®n. Por una parte, se presenta desde su situaci¨®n de partido de gobierno en Euskadi. Pero, por otra, apenas soporta el desgaste del ejercicio del poder gracias a su habilidad para endosar al Gobierno central la responsabilidad de los nulos o escasos resultados obtenidos en determinadas ¨¢reas. Naturalmente, si puede presentar esta doble perspectiva, benefici¨¢ndose simult¨¢neamente de una y otra posici¨®n, es porque parcialmente refleja una situaci¨®n real: el frenazo auton¨®mico,simbolizado por la LOAPA, la paralizaci¨®n durante m¨¢s de un a?o en el proceso de transferencias, las permanentes resistencias -o dudas- del Gobierno de Madrid a dar definitivamente luz verde a la entrada en funcionamiento de la polic¨ªa aut¨®noma, la permanencia de la inconcreci¨®n -y por tanto de la tensi¨®n- respecto a los criterios pr¨¢cticos para la aplicaci¨®n del concierto auton¨®mico son sin duda factores que permiten al PNV mantenerse en el filo de la navaja que separa la ineficacia de la falta de competencias.
El peligro principal para un partido de espectro social tan amplio es el de las divisiones internas. Por eso le ha venido tan bien al PNV la solicitud socialista de paralizar el Parlamento aut¨®nomo hasta despu¨¦s del 28-O. Esta paralizaci¨®n permitir¨¢ a los nacionalistas congelar hasta despu¨¦s de las elecciones los previstos debates parlamentarios en torno a cuestiones como la ley de Territorios Hist¨®ricos, la de la Hacienda aut¨®noma, o la de normalizaci¨®n de la lengua vasca, sobre las que las divisiones internas son tan p¨²blicas y notorias como graves. En todos estos temas, el Gobierno de Garaikoetxea se ve m¨¢s presionado por las posiciones disidentes existentes dentro del PNV -posiciones en general regresivas y a veces unidas a la reivindicaci¨®n literal de la herencia ideol¨®gica de Sabino Arana- que por la oposici¨®n parlamentaria.
En estas condiciones, la campa?a nacionalista, por lo visto hasta el momento,parece marcada por el objetivo central de reforzar su posici¨®n de cara a una renegoc¨ªaci¨®n auton¨®mica con un Gobierno socialista. Para ello, por una parte, el PNV intenta reforzar la imagen de "partido de todo el pueblo" mediante movilizaciones como la del domingo en Vitoria. Por otra, ha introducido en los puestos clave de las candidaturas a j¨®venes profesionales especialistas en ¨¢reas como los conciertos, la econom¨ªa comunitaria, la educaci¨®n y el Derecho p¨²blico.
Una especie de plebiscito
A su vez, para lograr este objetivo, el PNV intentar¨¢ dar a las elecciones el car¨¢cter de plebiscito en favor de su interpretaci¨®n del Estatuto de Guernica -interpretaci¨®n incompatible con los pactos auton¨®micos UCD-PSOE de 1981-, de forma que una futura Administraci¨®n socialista se vea obligada a reconsiderar, o al menos congelar, tales pactos. Pero intentar¨¢, paralelamente, desautorizar las opciones rad¨ªcales representadas por Herri Batasuna mediante una contraposici¨®n entre los logros auton¨®micos pese a todo obtenidos y la ausencia de resultados tangibles de la l¨ªnea fructurista y abstencionista respecto a las instituciones representada por la coalici¨®n abertzale.
Este ¨²ltimo aspecto de la orientaci¨®n nacionalista es decisivo por dos razones. Por una parte, los resultados obtenidos por HB en las elecciones auton¨®micas convirtieron a esta coalici¨®n no s¨®lo en la segunda fuerza electoral vasca, sino, pese a la todav¨ªa notable diferencia en el peso de una y otra opci¨®n, en eventual alternativa, desde dentro del campo nacionalista, a un hipot¨¦tico fracaso del Gobierno monocolor peneuvista. Por otra, la capacidad negociadora del PNV est¨¢ ligada a la eficacia que demuestre como factor de pacificaci¨®n en Euskadi.
Las frases pronunciadas con ocasi¨®n del Alderdi Eguna por el lendakari, a favor de las medidas de gracia concedidas a ex militantes de ETA que han abandonado las armas, resultan muy significativas y parecen anunciar una disposici¨®n del PNV a buscar una tercera v¨ªa entre la soluci¨®n puramente policial del fen¨®meno ETA y la huida hacia adelante de esta organizaci¨®n.
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