La sanidad y la Seguridad Social
SI EN el terreno de las grandes decisiones gubernamentales puede considerarse que esta legislatura quedar¨¢ marcada hist¨®ricamente por el ingreso de Espa?a en la OTAN, en el de los grandes esc¨¢ndalos, a nivel popular, mucha gente recordar¨¢ 1981 no s¨®lo como el a?o de Tejero, sino como el a?o de la colza. Los sucedido con el envenenamiento masivo por aceite no apto para el consumo de decenas de miles de personas, de las cuales han muerto ya m¨¢s de trescientas y otros cuantos miles permanecen hospitalizadas bajo observaci¨®n, sirvi¨® para poner de relieve las deficiencias estructurales de la Administraci¨®n espa?ola en numerosos departamentos. Agricultura, por su pol¨ªtica de grasas; Comercio, con deficiente inspecci¨®n e innegables, aun que indemostrables, connivencias sospechosas en la de terminaci¨®n de algunas licencias de importaci¨®n; Hacienda, en lo que se refiere a la Inspecci¨®n de Aduanas, y los Ayuntamientos, en la ausencia de vigilancia de la venta callejera, pusieron al descubierto c¨®mo puede burlarse toda una extensa red de controles establecidos so bre un producto superintervenido por el Estado, como es el aceite de oliva. Pero fue el Ministerio de Sanidad el que se gan¨® el protagonismo opini¨®n de las responsabilidades colectivas, y no exclusivas del Gobierno de Calvo Sotelo, por semejante esc¨¢ndalo. Todas las miserias del sistema sanitario espa?ol, fruto de un gigantismo megal¨®mano y despilfarrador creado en tiempos del franquismo, al aire de los caprichos de familiares y fieles del dictador, salieron a relucir en ocasi¨®n del asunto de la colza. Tambi¨¦n la falta de sensibilidad gubernamental ante un hecho que, de no mediar la amenaza golpista y la debilidad de las instituciones -tan seriamente da?adas por el 23-F-, hubiera determinado sin duda la ca¨ªda del Gobierno. Las desconexiones entre los diversos equipos de investigaci¨®n, el intento constante de diversos ministros de echar la culpa de lo sucedido a otros colegas suyos o a diferentes departamentos de los que ellos reg¨ªan, las apariciones -todav¨ªa a estas alturas incomprensiblesdel ministro Sancho Rof en televisi¨®n, dando celebridad al supuesto bichito causante del s¨ªndrome, no hac¨ªan sino esconder la realidad de una infraestructura sanitaria plagada de problemas de concepci¨®n, entretejida de pluriempleos, absentismos, despilfarro del dinero p¨²blico y falta de atenci¨®n a las necesidades de los ciudadanos.
Los iniciales esfuerzos de un hombre de la talla de Jos¨¦ Barea, llamado por el ministro Oliart para tratar de clarificar las cuentas de la Seguridad Social, lo mismo en el terreno de prestaciones sanitarias que en el de las prestaciones sociales, fracasaron ante los poderosos intereses que encontraron durante el Ministerio de Sancho Rof toda clase de amparos. La sola existencia de cuatro ministros diferentes en menos de cuatro a?os de legislatura, con el subsiguiente cambio de secretarios de Estado, nos habla de la imposibilidad de emprender de una manera m¨ªnimamente s¨®lida la reforma sanitaria que la sociedad espa?ola necesita. Pero la constataci¨®n de que el m¨¢s serio esfuerzo de estudio y entendimiento de los problemas, realizado en la brev¨ªsima etapa Oliart, fue pr¨¢cticamente arrumbado por el subsiguiente equipo debe servir para explicar que la responsabilidad por la dejaci¨®n y el caos tiene nombres y apellidos.
La politizaci¨®n de la reforma sanitaria a partir de la defensa corporativista de sectores de los profesionales de la medicina -amparados, incomprensiblemente, por el partido del Gobierno frente a los ensayos dignos de apoyo de la Diputaci¨®n socialista de Madrid- empeor¨® las posibilidades de acci¨®n. El debati sobre el mal funcionamiento y las corrupciones existentes en el entramado de nuestra Seguridad Social fue h¨¢bilmente llevado por sectores pr¨®ximos al partido de Fraga -y a¨²n m¨¢s a su derecha- a una discusi¨®n inexistente sobre el modelo sanitario que necesitaba este pa¨ªs. Cuando la denuncia, no s¨®lo de la oposici¨®n, sino esencialmente de la opini¨®n p¨²blica, era la falta de respeto y el mal funcionamiento del actual modelo sanitario existente. Con una red de hospitales nada despreciable y un esfuerzo de equ¨ªpamiento elogiable en lo que a sanidad se refiere, el problema era y es la deficiente organizaci¨®n del sistema, fruto de los intereses cqrporativos y de las estructuras heredadas del anterior r¨¦gimen.
En la reforma de la Seguridad Social, en el establecimiento de un sistema sanitario digno, que no sirva desde la Administraci¨®n al lucro privado de determinados m¨¦dicos, por alta que sea su ciencia o respetable su capacidad profesional, en la creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo para los m¨¢s j¨®venes egresados de las facultades de Medicina, que ven con desmayo c¨®mo sus oportunidades son taponadas por lo m¨¢s selecto de un colectivo politizado y nost¨¢lgico, est¨¢ la clave de la devoluci¨®n de servicios sociales que este Estado tiene pendiente con sus ciudadanos.
Los intentos de consensuar esta reforma, a trav¨¦s de la comisi¨®n que presidiera el ex vicepresidente econ¨®mico Enrique Fuentes Quintana, fracasaron por la pretensi¨®n, nada oculta, de los dirigentes de la CEOE de privatizar una gran parte de la gesti¨®n de la Seguridad Social. Mientras tanto, el aumento del paro, con la consiguiente sanoa en el seguro de desempleo, y la subida de las prestaciones por jubilaci¨®n y clases pasivas han ido contribuyendo a esquilmar las arcas de la Serguridad Social, que fueron entregadas por el franquismo a los Gobiernos de la UCD en un estado de absoluto caos contable y de imposible control econ¨®mico.
La reforma de la Seguridad Social no es una cuesti¨®n ideol¨®gica si la decencia no es privativa de ninguna ideolog¨ªa. En esta como en las anteriores legislaturas, los hombres de UCD que intentaron llevarla a cabo se estrellaron contra una urdimbre de intereses y de presiones que resultaron m¨¢s fuertes que el poder pol¨ªtico. En el balance de su gesti¨®n es preciso incluir la contabilidad de tantas dificultades. Pero a la postre, la reforma sanitaria est¨¢ ah¨ª pendiente, lo mismo que el traspaso progresivo, pero r¨¢pido, del presupuesto de la Seguridad Social a los generales del Estado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- UCD
- Patolog¨ªa
- MSyC
- MTSS
- Opini¨®n
- I Legislatura Espa?a
- Gobierno de Espa?a
- Funcionarios
- S¨ªndrome t¨®xico
- Enfermedades raras
- Diagn¨®stico m¨¦dico
- Funci¨®n p¨²blica
- Ministerios
- Legislaturas pol¨ªticas
- Partidos pol¨ªticos
- Corrupci¨®n
- Seguridad Social
- Pol¨ªtica sanitaria
- Enfermedades
- Gobierno
- Delitos
- Sanidad
- Pol¨ªtica laboral
- Administraci¨®n Estado
- Medicina