Un sujetador para sujetar a los sujetos
Para valorar las encuestas electorales debemos hacer dos preguntas: ?en qu¨¦ medida prev¨¦n el comportamiento electoral? y ?en qu¨¦ medida lo determinan? La respuesta, como veremos, ser¨¢ ¨²nica: la medida en que prev¨¦n el comportamiento electoral es la medida en que lo determinan (pues s¨®lo es previsible lo que est¨¢ determinado).Hay dos modos de determinaci¨®n y, por tanto, dos modos de previsi¨®n. En sistemas mec¨¢nicos o de simplicidad organizada, como el sistema solar, est¨¢ determinado el comportamiento de cada elemento (planetas, sat¨¦lites) y el comportamiento del conjunto; por eso es posible prever con exactitud la hora de la salida del sol o el momento de un eclipse. En sistemas estad¨ªsticos o de complejidad no organizada, como una serie de lanzamientos de dado, no est¨¢ determinado el comportamiento de cada elemento (no podemos prever qu¨¦ cara saldr¨¢ cada vez), pero est¨¢ determinado el comportamiento de conjuntos (podemos prever c¨®mo se distribuir¨¢n los conjuntos de salidas de cada cara). Una medida de la complejidad es la libertad de los elementos en relaci¨®n al todo: es m¨ªnima en los sistemas mec¨¢nicos (son meras piezas del mecanismo) y es m¨¢xima en los sistemas estad¨ªsticos (son independientes y aut¨®nomos).
En ambos casos, el observador que prev¨¦ y en relaci¨®n al cual se define, la determinaci¨®n es exterior al sistema: observa sin manipular, es un espectador.
El sistema social en el que sucede el comportamiento de voto no se adapta a ninguno de los dos modelos: es una complejidad organizada. Los elementos -personas- son, en parte, libres, y en parte, est¨¢n ligados. Lo que se puede expresar diciendo que son sujetos: sujetos (sujeto de la enunciaci¨®n es el que habla o hace preguntas) y sujetados (sujeto del enunciado es el que es hablado o se limita a responder). De esta parad¨®jica condici¨®n de sujetos / sujetados extraer¨¢n la potencia de su libertad, pues ser¨¢n sujetos en la medida en que reflexionen sobre los sujetadores que los sujetan, pensando c¨®mo son y actuando para transformarlos. Las personas que son elementos del sistema social est¨¢n abiertas a la informaci¨®n y pueden aprender: si son sometidas a las mismas condiciones a. las que fueron sometidas anteriormente pueden actuar de modo no id¨¦ntico. La libertad no consiste s¨®lo en elegir entre las posibilidades dadas, sino tambi¨¦n, y sobre todo, en producir nuevas posibilidades. En una dictadura, la libertad es de nivel cero: lo toma; ni siquiera nos dan opci¨®n a dejarlo. En una democracia formal, la libertad es de nivel uno: libertad restringida de responder o elegir dentro de un conjunto cerrado de alternativas dadas, votar por uno de los candidatos o listas y no hacer otra cosa que votar. En la democracia real, la libertad ser¨ªa de nivel dos: libertad generalizada de preguntar o elegir las elecciones, preguntar por qu¨¦ no se puede hacer otra cosa adem¨¢s de o en vez de votar, participar en la producci¨®n de las alternativas que en la democracia formal se imponen como dadas.
Desde la perspectiva de los que mandan (manipulan) deben prever el comportamiento de los mandados, sin que estos puedan prever el suyo. Desde la perspectiva de los mandados deben obedecer sin saber que obedecen, cumplir las ¨®rdenes olvidando que se las han dado y olvid¨¢ndose de que se han olvidado.
La encuesta estad¨ªstica simula una realidad que no es la realidad, y al simularla, la realiza (la convierte en real). La realidad verdadera es que detr¨¢s de los elegidos hay poderes de hecho o f¨¢cticos y de derecho o ideol¨®gicos (un batir de sables o un revolotear de sotanas al fondo); que los electores s¨®lo eligen entre los que han sido preelegidos -organizaci¨®n burocr¨¢tica de los partidos- y bajo presi¨®n -publicitaria-; que los dados est¨¢n cargados (hay que poner m¨¢s impulso para votar por el cambio que para votar por la continuidad; hay un camino a la izquierda y un camino a la derecha, pero el que vota a la izquierda teme que eso le pueda costar un d¨ªa de c¨¢rcel o el infierno -eso es el voto del miedo-). La realidad veros¨ªmil es que todos somos iguales; que entre todos decidimos lo que ser¨¢ mejor para cada uno y para el conjunto, y que cada uno es libre al decidirlo (que el orden burgu¨¦s no es lo que es el orden burgu¨¦s, sino lo que la ideolog¨ªa burguesa dice que es el orden burgu¨¦s). El dispositivo de encuesta no es la misma cosa para los que mandan y para los mandados. Para los que mandan es una f¨¢brica que produce efectos: manipular a los mandados o controlar el efecto de otros dispositivos de manipulaci¨®n (el efecto de tal promesa electoral, del tal poster, de tal coalici¨®n, de tal desembarco de notables, en las listas). Para los mandados es una escena que produce afectos: los liga afectivamente a sus representantes -con los que se identifican, perdiendo la propia identidad-, implanta en ellos la creencia de que mandan sobre los que mandan. Los que mandan, la producen como si el sistema social fuera un sistema mec¨¢nico: tal causa produce tal efecto, tal factor produce tal producto; si hago esto o digo esto pasar¨¢n a votarme (los mandados no son libres). Los mandados, la consumen como si el sistema social fuera un sistema estad¨ªstico: cada uno vota incondicionalmente a quien quiere (los mandados son libres).
Las encuestas, como las elecciones -porque se basan en un presupuesto l¨®gicamente contradictorio-, producen un efecto parad¨®jico: contribuyen a que los ciudadanos sean cada vez menos libres y se crean cada vez m¨¢s libres. La encuesta electoral es una met¨¢fora de las elecciones; ambos dispositivos son semejantes: elegir dentro de un conjunto cerrado de respuestas / candidatos o listas. Pero es tambi¨¦n una metonimia: ambos dispositivos est¨¢n desplazados en el espacio, pues no es lo mismo hacer hoy una cosa (votar) que decir lo que uno har¨ªa si lo fuera a hacer hoy, y en el tiempo, pues no es lo mismo lo que uno dice hoy que har¨ªa que: lo que uno dir¨¢ ma?ana que har¨ªa (entre hoy y ma?ana suceder¨¢n cosas, y uno puede informarse de las cosas que suceden). Hay una diferencia entre hacer y decir lo que se har¨ªa: el decir compromete menos de hecho que el hacer (no es lo mismo predicar que dar trigo), pero compromete m¨¢s de derecho (el bien y el mal dependen de palabras, de dictados que generan prescripciones y / o interdicciones que generan proscripciones; no es lo malo ser rojo, sino que a uno le llamen rojo) y, en este sentido, contribuyen a ligar el hacer por el decir, de modo que, aunque uno haga el mal (seguir el camino siniestro o torcido, o votar al candidato de la izquierda), dir¨¢ que har¨ªa el bien (votar al candidato de derechas, o diestro, o recto y seguir el camino de la derecha). Hay una diferencia entre decir hoy y decir ma?ana (lo que se dice hoy compromete lo que se dir¨¢ ma?ana), porque implica una promesa, y en este sentido contribuye a anticipar literalmente el futuro: que todo quede decidido hoy para que no haya ning¨²n ma?ana. La historia queda escrita antes de que suceda; el curso de la historia queda encerrado en el discurso de la historia. Un sujetador es una met¨¢fora de lo que sujeta, tiene una forma semejante, y tambi¨¦n una metonimia no tiene exactamente la misma forma: contiene informaci¨®n y transforma la forma de lo que sujeta, corrigiendo alguna malformaci¨®n. Los sujetadores moldean en el espacio o modulan en el tiempo el ser por el deber ser, la realidad por la idealidad. Son modelos, y quitarlos, dejar la realidad al desnudo o el ser en libertad es obsceno. La informaci¨®n que producen las encuestas no se distribuye entre todos. La mayor¨ªa no se publican y la informaci¨®n se acumula en la c¨²spide para que los que mandan puedan seguir manipulando a los mandados. Aunque se publiquen, la mayor¨ªa de los ciudadanos carece de competencia para integrar la informaci¨®n que contienen; las consumen religiosamente, pasan de ellas porque no creen en ellas, o creen en ellas a pies juntillas y aceptan como ya a sido el futuro que anuncian. As¨ª se produce el voto ¨²til o deseo de contarse entre los ganadores, as¨ª se imponen las opciones mayoritarias y se disipa la fuerza potencial de las minor¨ªas.
Las encuestas inciden retroactivamente sobre las pr¨¢cticas pol¨ªticas. Ya no se trata de ganar para realizar un programa de gobierno; el programa de gobierno est¨¢ calculado para ganar; lo importante es ganar, el poder por el poder. Un buen pol¨ªtico es el que se pliega a lo que los resultados de las encuestas dictan, el que carece de voluntad pol¨ªtica. El c¨ªrculo se cierra.
Alguien ha dicho que la democracia (formal) es el peor de los reg¨ªmenes pol¨ªticos, con la ¨²nica excepci¨®n de todos los dem¨¢s. La articulaci¨®n encuestas / elecciones es, t¨¦cnica e ideol¨®gicamente, necesaria en este r¨¦gimen; de nada sirve revolverse contra las encuestas. Ambos dispositivos, encuestas y elecciones, fueron en su origen dispositivos de apertura.
Las preguntas que nos hac¨ªan los entrevistadores antes de que pudi¨¦ramos votar constitu¨ªan un ensayo en laboratorio de la democracia (c¨®mo se ensanch¨® el mundo para el primer ciudadano al que le preguntaron si cre¨ªa en Dios o no, si era mon¨¢rquico o republicano, cuando le dieron opci¨®n a decir no). Pero son dos dispositivos limitados; sus l¨ªmites se cierran sobre las aperturas que produjeron y bloquean otras aperturas posibles. Ahora se trata de subvertir o traspasar esos l¨ªmites.
La democratizaci¨®n posible de la encuestas articula dos operaciones. Una operaci¨®n de nivel uno: distribuir entre todos las informaciones que producen. Una operaci¨®n de nivel dos: desarrollar la competencia cr¨ªtica de los ciudadanos para integrar esa informaci¨®n. En las operaciones, publicando resultados o promoviendo debates, est¨¢ EL PAIS.
Si no podemos quitarnos el sujetador, podemos recobrar la condici¨®n de sujetos sujet¨¢ndole.
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