Hait¨ª: un olvidado drama
Un mar y un cielo que rivalizan en azul, en contraste con un follaje intensamente verde, podr¨ªan muy bien dar de Hait¨ª la imagen de un para¨ªso de leyenda. Este para¨ªso de leyenda, sumergido en el total olvido de los medios de comunicaci¨®n del mundo, padece una de las tiran¨ªas m¨¢s implacables de la historia contempor¨¢nea.Desde la ¨¦poca m¨¢s temprana de su pasado colonial, el pueblo haitiano sufri¨® bajo la dominaci¨®n, primero espa?ola y luego francesa. Ya en el per¨ªodo de la llamada rep¨²blica, supo de la invasi¨®n yanqui y del desprecio y el olvido.
En 1957, con la subida al poder de pap¨¢ Doc, se inicia el per¨ªodo de los Duvalier, el m¨¢s terrible de la historia de Hait¨ª, donde el desprecio por la vida humana, el desamparo y la degradaci¨®n en todos los ¨®rdenes alcanza niveles insospechados, que le tienen ya al borde de la desaparici¨®n como colectividad hist¨®rica. Pero muy poco se sabe de lo que all¨ª pasa. El imperialismo, consciente del peligro que para sus intereses significa la solidaridad y con tal fin ha edificado una muralla de silencio alrededor de este pa¨ªs.
En 1978 los haitianos eran cinco millones, siendo negros el 90% de los mismos. El 10% restante es una mezcla. de descendientes de los esclavos y de los colonizadores franceses y algunas minor¨ªas ¨¢rabes.
Llegan los 'marines'
Hait¨ª es el ¨²nico pa¨ªs del hemisferio occidental que re¨²ne, en s¨ª, las tres caracter¨ªsticas que, seg¨²n la CEPAL, definen el subdesarrollo:
El 80% de su producto nacional bruto proviene de la agricultura.
El 80% de la poblaci¨®n activa est¨¢ empleada en la agricultura.
El 80% de la poblaci¨®n es analfabeta.
El 25 de julio de 1955 los marines norteamericanos desembarcan en la isla, en medio de los des¨®rdenes provocados por el asesinato del presidente Vilbrun Guillaume Sam. Frente a la Iglesia cat¨®lica y a los mulatos, que apoyaron la ocupaci¨®n, los negros organizaron la resistencia, representada por un grupo de intelectuales j¨®venes que se erigieron defensores de la cultura africana.
Los problemas subsiguientes fueron reprimidos por una dictadura, militar que ocup¨® el poder de junio a octubre de 1957. Se efectuaron unas elecciones cuyos resultados estaban ya previstos y se le otorga la presidencia a un m¨¦dico rural: Fran?ois Duvalier (pap¨¢ Doc) Duvalier cre¨® el cuerpo paramilitar de los tontons macoutes y desarticul¨® el Ej¨¦rcito para librarse de su tutela. Exacerb¨® el nacionalismo negro. Al verse marginados, los mulatos se organizaron en oposici¨®n, que fue suprimida con dureza. Prohibi¨® los partidos pol¨ªticos y rompi¨® con la Iglesia cat¨®lica cuando, en 1960, ,el arzobispo de Puerto Pr¨ªncipe fue expulsado del pa¨ªs acusado de actividades comunistas.
En 1961 Duvalier se proclam¨® reelegido y acentu¨® la dictadura. Las reformas sociales y econ¨®micas, que fueron anunciadas en el programa electoral de 1957, no pasaron jam¨¢s de promesas.
La presidencia vitalicia
En 1964 Duvalier modific¨® la Constituci¨®n y se proclam¨® presidente vitalicio mediante un simulacro de refer¨¦ndum, manteniendo al pa¨ªs bajo una feroz dictadura, que no acab¨® con su, muerte, en 1971, sino que, al sucederle tambi¨¦n como presidente vitalicio su hijo Jean Claude -entonces de diecinueve a?os-, se ha prolongado ag¨®nicamente hasta estos momentos.
Jean Claude Duvalier asume todo el poder a los diecinueve a?os, despu¨¦s de que su padre destruyera la estructura de los sectores de resistencia y oposici¨®n. Desde el momento en que tom¨® el poder, Estados Unidos le dio -y le sigue dando- todo su apoyo.
La situaci¨®n econ¨®mica de Hait¨ª es tr¨¢gica. Los, catorce a?os de pap¨¢ Duvalier significaron la quiebra absoluta.
Puede afirmarseque el r¨¦gimen de Jean Claude Duval¨ªer no hubiera podido sostenerse en el poder ni un solo d¨ªa sin el apoyo nortearnericano. Pero hay m¨¢s: a partir des 1971 la ayuda norteamericana empieza a fluir en grandes cantidades. Se calcula que desde que est¨¢ en el poder el hijo de pap¨¢ Doc ha recibido de Estados Unidos m¨¢s de 625 millones de d¨®lares. Este apoyo norteamericano en forma de donaciones, de "subsidios, de pr¨¦stamos coincidi¨® con el hecho de que, a partir de 1970, empezaron a afluir en abundancia hacia Haiti remesas procedentes de casi medio mill¨®n, de emigrados, que durante el r¨¦gimen anterior hab¨ªan salido del pa¨ªs y que env¨ªan dinero a sus familiares.
Aprovechando el clima de opresi¨®n pol¨ªtica que imped¨ªa huelgas, existencia de sindicatos y que in¨¢nten¨ª¨¢ los salarios a setenta centavos de d¨®lar al d¨ªa, las cmpresas yanquis, bajo la protecci¨®n de la paz duvalierista, comenzaron a acudir a Hait¨ª para invertir en un campo muy especial: el proceso de ensamblaje y la industria ligera.
Actualmente todas las grandes empresas multinacionales tienen filiales en Hait¨ª. Indudablemente, la mano de obra barata y la ausencia del derecho de los obreros a las huelgas y a prestaciones sociales ofrece.una coyuntura beneficiosa para las multinacionales.
Todos estos factores dieron la impresi¨®n de un cierto cambio al iniciarse el actual r¨¦gimen, compar¨¢ndolo con el anterior de pap¨¢ Duvalier. Hasta el a?o 1977 apenas hay manifestaciones de oposici¨®n. En 1973 se produjo una sacudida cuando un comando de revolucionar¨ªos secuestr¨® al embajador norteamericano, Ader Clinton Knox, que tanto hab¨ªa apoyado a Duvalier. Se exigi¨® la libertad de los presos pol¨ªticos, pero la mayor¨ªa ya hab¨ªa muerto en las c¨¢rceles. S¨®lo nueve salieron en libertad. Fue en los inicios de 1977 cuando se produjo un renacimiento de? in,ovimiento democr¨¢tico, que se concret¨® en el movimiento obrero.
Silencio internacional
Y ah¨ª est¨¢ el ppeblo en medio de un silencio internacional, aplastado por una tiran¨ªa feroz. Frente a ella, una hornada de j¨®venes periodistas inici¨® un nuevo tipo de comentarios, con los que han colaborado a aminorar la despolit¨ªzaci¨®n que durante d¨¦cadas el duvalierismo ha impuesto al pueblo. La reivindicaci¨®n de los derechos humanos, la denuncia contra las arbitrariedades, la necesidad de que termine el r¨¦gimen de terror institucionafizado vienen a ser lo nuevo de la Prensa.
En 1979 el Gobierno promulg¨® una nueva ley de censura, que obliga a que cualquier creaci¨®n de tipo literario sea revisada por un funcionario del Ministerio del Interior. Contra esta medida, y por primera vez en Hait¨ª, se levantaron 150 intelectuales, protestando por el encadenamiento de la palabra en un pa¨ªs en que el pueblo quiere tener, al fin, derecho a hablar.
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