El 'New York Times' denuncia un triple crimen en el Salvador con implicaciones militares
El 3 de enero de 1981, dos guardias nacionales salvadore?os irrumpieron en el restaurante las Am¨¦ricas, del Hotel Sheraton, en San Salvador, y vaciaron sus armas, una metralleta del calibre 45 con silenciador y un subfusil de 9 mil¨ªmetros, sobre tres hombres sentados a una mesa. Los tres hombres -dos norteamericanos del sindicato AFL-CIO y un l¨ªder sindical salvadore?o, relacionado con el programa de redistribuci¨®n de tierras que se desarrollaba en el pa¨ªs a instancias de Washington- murieron en el acto.
Este triple asesinato a sangre fr¨ªa sigue impune, aunque se conocen los detalles de la operaci¨®n, seg¨²n una informaci¨®n exclusiva del diario The New York Times. Dos cabos de la Guardia Nacional, Jos¨¦ Dimas Valle y Santiago G¨®mez, confesaron su participaci¨®n en el asesinato. Las v¨ªctimas eran Michael Hammer, Mark Pearlinan, representantes del Instituto para el Desarrollo de una Agricultura Libre del sindicato norteamericano AFL-CIO, y Jos¨¦ Rodolfo Viera, director del instituto gubernamental para la transformaci¨®n agraria. Los cabos declararon el pasado jueves que los asesinatos fueron ordenados por un teniente, un capit¨¢n y un empresario.La reconstrucci¨®n de los acontecimientos se remonta a las Navidades de 1980, cuando Viera, manifest¨® a Hammer su preocupaci¨®n por las presiones que estaba recibiendo para que abandonara su puesto. El norteamericano, que tambi¨¦n estaba amenazado, viaj¨® el 3 de enero de 1981 a San Salvador para manifestar al salvadore?o que contaba con el apoyo de la AFL-CIO.
Aquella noche, el teniente L¨®pez, ex consejero de seguridad del dirigente ultraderechista Roberto d'Aubuisson, en la actualidad presidente de la Asamblea salvadore?a, el millonario empresario Hans Christ y el capit¨¢n Eduardo Avila se reunieron en la cafeter¨ªa del Sheraton. Al poco llegaban Viera, Hammer y Pearlman, quienes, al no encontrar sitio en la cafeter¨ªa, se dirigieron al restaurante.
Christ insult¨® entre dientes a Viera y se levant¨® de la silla para ver a d¨®nde iba. Al cabo de un rato, L¨®pez, Avila y Christ, se dirigieron al aparcamiento del hotel, donde L¨®pez dijo a su guardaespaldas, Dimas, que dos blancos y Viera se encontraban en el restaurante. "M¨¢talos", dijo L¨®pez al cabo. "?Yo s¨®lo, mi teniente?", respondi¨® Dimas.
L¨®pez fue entonces a buscar a otro suboficial de la Guardia, Santiago G¨®mez a quien entreg¨® un arma, mientras Avila daba otra a Dimas. Christ dirigi¨® a los pistoleros hasta la entrada del restaurante y les se?al¨® los tres hombres a quienes ten¨ªan que matar.
El relato del suceso ha sido obtenido de declaraciones judiciales y de entrevistas realizadas por investigadores privados norteamericanos. El juez salvadore?o H¨¦ctor Jim¨¦nez ha manifestado que no hay "evidencia suficiente" para procesar al teniente. Avila est¨¢ en Guatemala y Christ en Miami.
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