Francisco Umbral: "El ¨¦xito est¨¢ vac¨ªo"
El novelista publica 'Las giganteas'
Francisco Umbral publica esta semana una nueva novela, Las giganteas, que edita Plaza y Jan¨¦s y que se presentar¨¢ en Madrid el pr¨®ximo mi¨¦rcoles. En este nuevo relato, el autor de Mortal y rosa y Los helechos arborescentes, entre m¨¢s de cincuenta t¨ªtulos de narrativa y de ensayo, prosigue en la investigaci¨®n de un lenguaje cuyas claves explica en esta entrevista, en la que tambi¨¦n habla de sus ideas del ¨¦xito ("el ¨¦xito est¨¢ vac¨ªo") y de la memoria como materia prima principal de sus relatos.
Siempre me ha dado la sensaci¨®n de que a Umbral le pesa la cabeza, porque se sienta, desmadejado, con un insistente escoramiento occipital, ora a la derecha, ora a la izquierda, como si no tuviera ganas o fuelle para permanecer erguido. Bajo esa cabeza omnipresente, de frente intelectual, carnosa y blanca, una llega a creer que su cuerpo no es m¨¢s que el artilugio motriz con el que pasea las ideas, y que Umbral es esmirriado y algo t¨ªsico, como buen artista maldito que se precie. Nada m¨¢s falso. Umbral es alto y grande, y, de tender hacia algo, su f¨ªsico tiende m¨¢s hacia la abundancia que hacia la desnutrici¨®n.El mismo Umbral, sin embargo, se ha pintado tuberculoso y d¨¦bil en algunos de sus personajes literarios, en los que, como buen escritor, refleja siempre algo de lo que ¨¦l es o de lo que no es. Quiz¨¢ prefiri¨® verse as¨ª desde muy ni?o, y luego, cuando fue creciendo y amaciz¨¢ndose de cuerpo, opt¨® por ignorarlo, por seguir sinti¨¦ndose artista espiritado; de ah¨ª puede venir su miedo al fr¨ªo y a las corrientes de aire traicioneras; de ah¨ª toda su parafernalia hipocondr¨ªaca, cuidadosamente mimada y recreada. Porque Umbral, paracquien su trabajo es "aquello que nadie podr¨¢ quitarme"; Umbral, que escribe todos los d¨ªas ("aunque no tanto como la gente cree, lo que sucede es que yo hago todo muy deprisa, soy en eso como Fraga") porque de no hacerlo se siente afantasmado y sin sustancia; Umbral, que desde peque?o quiso ser quien es y que parece vivir en un deslumbrante tumulto de palabras, desde sus innumerables libros a sus cr¨®nicas; Umbral, digo, se ha construido a s¨ª mismo como personaje literario, y ahora, me parece, es el Umbral que ¨¦l ha ido inventando cada d¨ªa.
De modo que se envuelve en bufandas en pleno mes de agosto; contesta, en p¨²blico, las cosas m¨¢s inesperadas, que son las que todo el mundo espera de ¨¦l; o consume una cena en la ardua tarea de dilucidar si Sara Montiel viste o no sostenes. Es como si quisiera hacer de s¨ª mismo el protagonista de una novela interminable, un protagonista maliciosamente fr¨ªvolo. Pero le traiciona lo que en realidad es, y su aureola de esc¨¦ptico spleeniado se resquebraja con un izquierdismo de rojer¨ªo reciente y con una ternura dolorida que de vez en vez se ve. "La naturalidad absoluta no existe. Nunca me he sentido m¨¢s artificial que haciendo desnudismo en Ibiza. La naturalidad no existe y creo que hay que elegirse, s¨ª, que hay que hacerse a uno mismo. Vivir a la pata la llana, como dec¨ªan nuestras t¨ªas, me aburrir¨ªa mucho; yo prefiero invertirme en esa creaci¨®n, lo prefiero a vivir ese otro yo, que adem¨¢s no existe. Porque la m¨¢scara no enga?a: todo el mundo se disfraza del que en realidad es. Somos siempre lo que somos, lo que pasa es que unos lo son de una manera involuntaria e irreflexiva, y los hay, en cambio, que se est¨¢n eligiendo".
Presencia de 'Olvidito'
Pero usted ?llega en su elecci¨®n a preparar, por ejemplo, las apariciones en televisi¨®n a la b¨²squeda de un efecto chocante? "Ya que concretas en la televisi¨®n, dir¨¦ que yo, que odio la televisi¨®n y que no la veo nunca, tengo, sin embargo, una idea clara de lo que es: algo que se consume en familia, mientras el ni?o llora y el perro ladra. En televisi¨®n hay que dar un impacto de imagen y de frase, porque si te enrollas hablando nadie te escucha, hay que ser breve. A lo mejor dices una frase corta, una tonter¨ªa, y al cabo de los a?os, los taxistas o las se?oras te siguen recordando esa frase. Hay que decir frases de impacto para que se les quede". ?Y para qu¨¦ ese af¨¢n de perdurar?: "Hombre, no es que yo quiera que se les quede, pero ya que voy a televisi¨®n... Procuro no ir, digo que no, pero es un l¨ªo porque si no vas vienen a tu casa y es peor".No, no es el ansia de mantenerse en el triunfo: "El ¨¦xito est¨¢ vac¨ªo. Dentro de ¨¦l no hay m¨¢s que se?oras co?azas. El ¨¦xito puede ser paralizante: es eso de decirse, y ahora qu¨¦ hago, c¨®mo sigo, c¨®mo les asombro. Hay que ser sublime sin interrupci¨®n, como dir¨ªa Baudelaire, pero es que a m¨ª me divierte jugar a ser sublime sin interrupci¨®n, aunque ya s¨¦ que es imposible. Lo que s¨ª te proporciona el ¨¦xito es cierta tranquilidad: te evita un resentimiento que de otro modo probablemente tendr¨ªas, porque yo veo en amigos exquisitos, que parecen despreciar la popularidad, un mismo deseo, en el fondo, de alcanzarla. Pero de lo dem¨¢s, de la angustia, de la presi¨®n, de la ansiedad que puede dar el ¨¦xito, de todo eso yo paso. Paso porque no voy a consentir que nada ni nadie altere mi direcci¨®n, mi trabajo". Ese trabajo, ese meollo que es "escribir la escritura", o escribir la vida, escribirse a s¨ª mismo. Como su ¨²ltima novela, Las giganteas, que ahora se publica y que es la historia de una ciudad de provincias contada por un r¨ªo en la voz de un ni?o, El Olvidito, que se ahog¨® en esas aguas que se hielan en invierno. Es una novela escrita en su actual estilo de exuberancia fant¨¢stica. Porque a partir de Los amores diurnos, explica Umbral, descubri¨® un nuevo modo de escribir: la prosa se le rebel¨®, se enloqueci¨®, se despeg¨® del realismo, se convirti¨® en algo libre, en "una escritura total, dentro de mis posibilidades, en la que cab¨ªa todo". Los helechos arborescentes continuaron esta l¨ªnea, lo mismo que Las giganteas, "aunque he de reconocer que este libro est¨¢ m¨¢s atemperado, m¨¢s reconducido, que dir¨ªan los pol¨ªticos, lo cual podr¨ªa ser alarmante; claro que no s¨¦ si es cansancio o si es que el libro lo exig¨ªa as¨ª". Las giganteas es una novela del pasado, materia sobre la que Umbral prefiere trabajar "porque el pasado est¨¢ cerrado, se ha convertido ya en literatura por s¨ª solo, mientras que cada vez estoy m¨¢s seguro de que el presente est¨¢ desvalorizado, de que esto va a una marcha de la hostia, de que el presente no existe". Las giganteas es uno m¨¢s de los libros que guarda en la memoria: "Dir¨ªa que son todos libros necesarios, aunque esto suene pedante, libros necesarios que llevo dentro, que se han formado solos y que tienen que salir". A¨²n le quedan muchos libros necesarios por escribir, a¨²n le queda mucho por inventar de s¨ª mismo, hasta que, alg¨²n d¨ªa, una r¨²brica -su propia firma diminuta- aparezca sellando un rinc¨®n de su frente carnal de pensador y acabe definitivamente la ¨²nica novela.
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