Desconfesionalizaci¨®n, laicidad y posmodernidad
El nacionalcatolicismo "avant la lettre" del R¨¦gimen hisp¨¢nico comenz¨® a gestarse ya en el reinado de los Reyes Cat¨®licos y ha sido una invariante de nuestra historia, dentro de la cual, y aparte "heterodoxos", s¨®lo otro amigo de catolicismo nacional (que no es lo mismo que nacionalcatolicismo), el regalista del siglo XVIII, y luego el laicismo de la I y la II Rep¨²blica constituyeron breves interrupciones, en tanto que el franquismo, considerado desde esta perspectiva, no ha sido sino su reaccionaria y completamente anacr¨®nica culminaci¨®n. Los falangistas, inventores del t¨¦rmino "nacional-sindicalismo", calco del "nacionalsocialismo alem¨¢n", ni siquiera como "cuesti¨®n de palabras" acertaron a fraguar esta denominaci¨®n, que habr¨ªa dado a una realidad antigua, apariencia moderna. Fuimos nosotros, los adversarios del nacionalcatolicismo, quienes le impusimos ese nombre, cuando estaba ya en trance de desaparici¨®n.?De verdad en trance de desaparici¨®n? Ese fue precisamente el tema de la ponencia de Alfonso Alvarez Bolado, Desconfesionalizaci¨®n del Estado y de la sociedad espa?ola, presentada en el VI Foro sobre el Hecho Religioso (24, 25 y 26/9), celebrado hace unos d¨ªas, como cada a?o, en Madrid, siempre bajo la muy acertada orientaci¨®n de Jos¨¦ G. Caffarena. El sentido de la exposici¨®n de Alvarez Bolado, referida estrictamente a los a?os que llevamos de m¨¢s o menos "dernocracia", consisti¨® en mostrar un deslizamiento en la posici¨®n de la Iglesiajer¨¢rquica, que al no poder ya seguir ostentando, conforme a la Constituci¨®n, el "monopolio p¨²blico de la definici¨®n religiosa", aspira a sustituirlo por el "monopolio p¨²blico de la definici¨®n ¨¦tica", a seguir dictaminando, inapelablemente, al llamado "derecho natural", tan desacreditado conceptualmente, lo que es bueno y lo que es malo; a continuar operando en una "arialog¨ªa funcional con el nacionalcatolicismo", y a seguir dejando ver sus "residuos nost¨¢lgicos" de una era a?orada que parece toca ya a su fin, incluso sin necesidad de un triunfo sacialista absoluto en las pr¨®ximas elecciones.
Espa?a, anclada en su Estado cat¨®lico, no ha podido o no ha querido ingresar en lo que denominamos la modernidad, esa modernidad afirma-da, entre contradicciones internas, por el protestantismo; formulada te¨®ricamente por Jean Bodin, al demandar la neutralidad religiosa del nuevo Estado, y establecida, desde hace tiempo, en los principales pa¨ªses de Europa y Am¨¦rica. Y, por ello, es inevitable hoy esta pre?unta: ?ser¨¢ llegada, por fin, la ocasi¨®n, no lograda cuatro siglos largos, de ingresar en -la modernidad?
Mas antes hemos de responder a esta otra: ?en qu¨¦ ha consistido esa modernidad? Cabe hacerlo, sumariamente, diciendo que en la sustituci¨®n de un Estado que, como confesional ¨¦l mismo, exig¨ªa la confesionalidad de todos sus s¨²bditos, por otro que, lo acabo de decir con Juan Bodin, al afirmar la laicidad o no confesionalidad del aparato estatal de soberan¨ªa, otorgaba a los s¨²bditos, ciudadanos m¨¢s tarde, la libertad en cuanto a la religi¨®n. Los rasgos fundamentales de la modernidad, por lo que a la religi¨®n incumbe, han consistido, hist¨®ricamente, en la emancipaci¨®n de la Roma vaticana; en el relevo de la claustral moral medieval del retiro del mundo por una ¨¦tica civil del trabajo, de origen religioso tambi¨¦n, es verdad, pero secularizada desde los albores de la ilustraci¨®n, en el Kulturkampf alem¨¢n y, como terminaci¨®n del proceso, en la implantaci¨®n en Francia de una Rep¨²blica laica y una educaci¨®n obligatoriamente laica tambi¨¦n.
?Estamos a tiempo, en Espa?a, de llevar a cabo esta conversi¨®n a la modernidad? El previo requisito indispensable para ello parece consistir en la fundaci¨®n de la convivencia nacional sobre una ¨¦tica c¨ªvica p¨²blica, y tal fue el tema de la ponencia encomendada a Jos¨¦ Antonio Gonz¨¢lez Casanova. El ponente, con buen acuerdo, comenz¨® a poner o, al menos, ponerse, pa.ra s¨ª, en cuesti¨®n lo que se ha de entender por tal, y renunciando (le antemano a la delimitaci¨®n conceptual de esa ¨¦tica civil p¨²blica, se atuvo a la idea de lo que se entiende usualmente por "rnoralidad p¨²blica" y al reconocimiento de su, en t¨¦rminos generales, bajo nivel en la Espa?a actual. Ateni¨¦ndose, pues, a un punto de vista que, como se le se?al¨®, ¨¦l mismo admiti¨®, es m¨¢s bien de "prudencia pol¨ªtica" que de ¨¦tica propiamente dicha, apel¨® a los principios pr¨¢cticos de moral p¨²blica contenidos en la "Constituci¨®n democr¨¢tica de 1978;".
Con buen acuerdo, he dicho. ?Por qu¨¦? Porque somos muchos los intelectuales que pensamos que la era de la modernidad ha terminado y que . estamos ingresando en una ¨¦poca "posmoderna". La ¨¦tica de aqu¨¦lla ha entrado en crisis, el pathos protestante se ha extinguido, el fundamento individual, responsable y universalizable de una ¨¦tica civil (Sotelo) ha sido reemplazado por una concepci¨®n vivida, seg¨²n la cual lo privado no puede ya fundamentar una ¨¦tica p¨²blica, porque la realidad humana entera est¨¢, en la posmodernidad, "transida de publicidad" (Thiebaut), y al entrar en crisis esa moral moderna, protestante secularizada y kantiana, debajo de ella s¨®lo queda un gran "vac¨ªo ¨¦tico" (Santesmases).
?Es posible, en medio de ese vac¨ªo, la "neutralidad" o cuasivaciedad de un Estado de as¨¦ptica de sconfe sion aliz aci¨®n? El lugar desalojado por la confesionalidad religiosa tender¨¢ a ser ocupado por confesionalidades seculares, y su tejerse ¨¦stas y ser destejidas por aqu¨¦l se asemejar¨¢ mucho, como se?al¨® Augusto Hortal, a la tarea. de Pen¨¦lope. O bien, a la inversa, la voluntad "confesante" y "creyente" de afanarse en la tarea constante de desligarse del Aparato pol¨ªtico (Reyes Mate), ?no exigir¨¢ a ¨¦ste que se haga absolutamente impasible (Estado impasible, y hasta Democracia impasible, se lleg¨® a decir, cr¨ªticamente, desde la izquierda), y con ello se torne imposible?
La nueva ¨¦tica de la posmodernidad, para no guarecerse en la intimidad, el ocio, la est¨¦tica y la "religi¨®n invisible", habr¨¢ de ser una ¨¦tica no represiva de los elementos pasionales, femeninos, espont¨¢neos, inconscientes o apenas conscientes (Tornos); atenta al "di¨¢logo de las incoherencias" (Sotelo) de la realidad, opuesta al racionalismo "violentamente secular" (Olegario Gonz¨¢lez de Cardedal). Fue Andr¨¦s Ortiz-Os¨¦s, el hasta el a?o pasado "extra" y ya, desde ¨¦ste, plenamente "intra-vagante" interlocutor, quien m¨¢s apasionadamente predic¨® una ¨¦tica de la diferencia, del "re-senso" como opuesto al "con-senso", s¨ª, pero tambi¨¦n entendido como "resensualidad" frente al seco y machista racionalismoj y tambi¨¦n quien en nuestro Foros, a partir del a?o pasado, en que a ellos se incorpor¨®, sale por los Fueros (el juego de palabras es suyo) del Hecho Religioso en libertad, es decir, no gobernado por el pol¨ªtico cat¨®lico, pero tampoco, puntualiz¨® Javier S¨¢daba, por la pol¨ªtica del te¨®logo, El debate general, que gir¨® en torno a la cuesti¨®n, a mi parecer central, de la modernidad y la posmodernidad, fue muy trabado y productivo, y en la ¨²ltima sesi¨®n alcanz¨® muy considerable altura.
Su pregunta final podr¨ªa ser ¨¦sta: ?se puede ser, tard¨ªamente ya, moderno y, a la vez, posmoderno? Pregunta que acota la situaci¨®n en que los espa?oles nos encontramos. Por un lado parecemos necesitar, lo que no hemos tenido nunca, un Estado laico (no laicista), no confesional, no contaminado de pasiones religiosas, sino efectivo y que funcione con precisi¨®n impasible. Pero ese Estado impasible, ?no ser¨¢ un Estado imposible? Tanto m¨¢s cuanto que, vistas las cosas por el otro lado, la posmodernidad es la ¨¦poca de la irrupci¨®n del sentimiento y aun de la pasi¨®n, de la diferencia y la libertad o libertades, de los elementos vitales que no se dejan ahormar por la rac¨ªonalidad y que, sin embargo, han de ser intelectualmente comprendidos. S¨ª, los hombres somos apor¨¦ticos, somos nuestra propia contradicci¨®n. Hoy sabemos que lo somos, que as¨ª somos.
El Foro del a?o pasado fue el delposcristianismo. El de ¨¦ste parec¨ªa que iba a ser el de la modernidad, el de la laicidad (que no laicismo), el de una ¨¦tica civil. Pero termin¨® siendo el Foro del advenimiento de la posmodernidad.
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