El a?o incre¨ªble de Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos
El ganador del Premio Planeta con 'Jaque a la dama' empez¨® 1982 aquejado de una importante enfermedad y considera que esta novela le ayud¨® a salir a flote

Este ha sido un a?o incre¨ªble para el ganador del premio Planeta de novela, Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, madrile?o, 56 a?os, hombre t¨ªmido que se defiende de su timidez dando la imagen hosca que es habitual entre los que son de su car¨¢cter. Los ocho millones de pesetas que Jos¨¦ Manuel Lara le entreg¨® en un hotel de Barcelona en la madrugada del s¨¢bado por su obra Jaque a la dama no le afectaban demasiado ayer, cuando comentaba lo habitual en estos casos: el destino incierto del abundante dinero que le ha hecho millonario.
El a?o 1982 comenz¨® de modo dram¨¢tico para Fern¨¢ndez Santos. No era para esperarlo, sin embargo. Hab¨ªa almorzado levemente, como siempre, con el equipo de Esta noche, el programa que dirig¨ªa su amigo Fernando G. Tola en Televisi¨®n; se hab¨ªa tomado algunos bitter Kas e incluso parece que prob¨® el vino. Luego fue a Prado del Rey, donde respondi¨® lac¨®nicamente, seg¨²n su estilo, a las preguntas que le hicieron en aquel show que presentaba Carmen Maura. La parafernalia que le rodeaba entonces obedec¨ªa a la publicaci¨®n de Cabrera, una novela hist¨®rica que tuvo un ¨¦xito fulminante, fiel seguidora de la previa Extramuros. Nada hac¨ªa presagiar que al d¨ªa siguiente, en Barcelona, donde iba a cumplir el rito de introducir la misma obra, una hemorragia interna le iba a dejar fuera del juego, con la voz debilitada y la esperanza de que las manos hospitalarias hicieran alg¨²n milagro. Desde el lecho, sus mensajes, d¨¦biles, agrandados por el entusiasmo de su mujer, llegaban a la redacci¨®n de EL PAIS: "En cuanto mejore, contad conmigo". Sus cr¨ªticas de cine, que eran habituales en estas p¨¢ginas, hubieron de interrumpirse y siguen as¨ª porque ¨¦l a¨²n se est¨¢ pensando si regresar a ese ejercicio.La grave enfermedad hallada en Barcelona fue el principio de un c¨ªrculo. Adem¨¢s de presentar su libro en un d¨ªa desapacible de la Ciudad Condal -el invierno estaba en los huesos, con la humedad que sobre todo sienten los enfermos-, deb¨ªa participar, invitado por la Generalitat y por Jordi Maragall, en un debate que iba a tener efecto en Sitges y que se celebr¨® sin su presencia. Una leve mejor¨ªa permiti¨® su traslado a Madrid, y all¨ª, entre la UVI y la vida se debati¨® su cuerpo abatido contra una enfermedad que parec¨ªa tenerlo en volandas. Un d¨ªa se levant¨®, vino por el peri¨®dico y declar¨®, como hac¨ªa antes de la enfermedad cuando se le interrogaba c¨®mo andaba, que segu¨ªa "tan callando".
Ayer lo volvi¨® a decir. ?C¨®mo andas, Jes¨²s? "Tan callando cu¨¢n presto se va el placer". Barcelona, que le vio sobrevivir trabajosamente, le contempl¨® el viernes hacer la se?al de la victoria con una sonrisa entre triste y satisfecha. Detr¨¢s de esa sonrisa hay la historia de un a?o del que ¨¦l pens¨® que no saldr¨ªa. "S¨ª, ha sido un a?o bastante malo para m¨ª; y ahora se ha convertido en un a?o incre¨ªble. Si me lo hubieran dicho en el hospital de San Pablo no me lo hubiera cre¨ªdo desde luego, porque yo entonces no me sent¨ªa capaz de escribir ninguna novela m¨¢s. Y esta la ten¨ªa justamente empezada. Pasaron los meses y me d¨ª cuenta de que me hund¨ªa, y de repente decid¨ª que para salir a flote la ¨²nica soluci¨®n era escribir la novela. Y la novela me salv¨®".
Como Jaime Gil de Biedma se salv¨® un d¨ªa escribiendo despu¨¦s de su propia muerte fingida, Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos se ha salvado por la literatura. Aquel sufrimiento pasado no ha empa?ado, exactamente, esta alegr¨ªa actual, pero le ha dado una dimensi¨®n distinta, que sit¨²a al autor extramuros de la alegr¨ªa estent¨®rea: "La gente me dec¨ªa anoche que c¨®mo no estaba exultante y yo la verdad es. que me siento igual. Con respecto al dinero, no tengo idea de qu¨¦, voy a hacer con ¨¦l, porque jam¨¢s he tenido tanto junto".
Para ser, de nuevo, aspirante a best seller -el Planeta aprueba todas las asignaturas del que llega a esa carrera de superventas-, Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos declara no haber hecho concesi¨®n alguna. "Yo nunca hago concesiones, y ahora tampoco las he hecho. Escrib¨ª esta novela y la present¨¦". La novela que escribi¨® es "un relato contempor¨¢neo, sobre una mujer que pasa por las etapas de su adolescencia, juventud y madurez. ?C¨®mo afectan los problemas de hoy a esa mujer concreta? De todas las maneras, pero para explicarlo mejor es preciso leer el libro". Por definirlo de alg¨²n modo, yo dir¨ªa que es una historia que roza el amor, en t¨¦rminos generales".
La apariencia hosca y esquiva de Jes¨²s Fern¨¢ndez tiene su reflejo en las respuestas que da, una especie de tajantes afirmativos o negativos que ¨¦l dice que son la expresi¨®n de su car¨¢cter t¨ªmido. Hasta para dominar con la vista de una definici¨®n toda la obra literaria que hasta ahora ha producido todos sus cuentos, Las catedrales, Extramuros, El hombre de los santos, Cabrera- es lac¨®nico: "Hay en esa obra una unidad que ha ido evolucionando. ?Momentos de esa evoluci¨®n que repudio? No, no especialmente. En cualquier caso, poco podr¨ªa decir, porque nunca releo mis novelas. Me da mucho miedo y adem¨¢s no me reconozco cuando leo lo que he escrito con anterioridad".
Quienes ven la literatura de Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos y leen en su semblante distante y como esculpido por una mirada interior creen que dentro de su alma se alberga un volc¨¢n que jam¨¢s sale y que ¨¦l cuida como el lenguaje, parsimoniosamente. "?Un volc¨¢n dentro de m¨ª? Yo no s¨¦ lo que hay dentro de m¨ª. Ni s¨¦ la impresi¨®n que produzco en los dem¨¢s. ?La que produzco en m¨ª? Mala, no muy buena. Me gustar¨ªa ser otro en algunas circunstancias. En cualquier caso, s¨ª, me enfrento a la vida, como narrador, con un cierto escepticismo, porque yo he pasado la Rep¨²blica, el movimiento, la guerra, la posguerra, la predemocracia y ahora estoy, en la Monarqu¨ªa. Mucho para una persona sola".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.