Tres cuartas partes de las suspensiones de pagos alegan falta de liquidez y piden moratorias para el deudor
Casi las tres cuartas partes de las empresas que han suspendido pagos en la primera mitad del presente a?o -497, con un pasivo de 76.630 millones de pesetas- han alegado, como causa, falta de liquidez. Una proporci¨®n algo mayor contiene proposiciones de espera en la recuperaci¨®n de la deuda, en su mayor parte inferiores a tres a?os. Sin embargo, pese al aumento de estos siniestros econ¨®micos, ha descendido, por otros motivos, el n¨²mero de efectos impagados. De todas formas, el volumen de efectos protestados cada mes supera al de las suspensiones de todo el semestre.
La alegaci¨®n de falta de liquidez es interpretada en medios financieros como un s¨ªntoma m¨¢s del s¨ªndrome de abstinencia que, a su juicio, aqueja a las empresas espa?olas actualmente, como a las de otros pa¨ªses industriales. Su diagn¨®stico es que estaban escasamente capitalizadas y, durante la ¨²ltima d¨¦cada, han utilizado el endeudamiento para destinos ajenos a la inversi¨®n. La consecuencia de no haber aplicado el necesario ajuste es que, a la hora de renovar los cr¨¦ditos, se encuentran tipos de inter¨¦s internos m¨¢s elevados, ante lo cual optan por suspender pagos o por pedir ayudas oficiales. Las grandes empresas, adem¨¢s, tienen que devolver los pr¨¦stamos exteriores muy encarecidos por la apreciaci¨®n del d¨®lar.Los datos del primer semestre indican que 320 empresas suspensas acusaron falta de liquidez, frente a las 101 que han argumentado escasa demanda de producci¨®n o servicios; otras dieciocho presentaron baja de productividad, y las 58 restantes diversas causas. La situaci¨®n no es muy distinta a la de 1981, cuando, de las 820 suspensiones de pagos, 582 se atribuyeron a falta de liquidez; 93, a insolvencia temporal, y 145, a otras causas. La distinta clasificaci¨®n entre uno y otro per¨ªodo no permite hacer comparaciones. De todas formas, la relaci¨®n entre los problemas de liquidez y las suspensiones qued¨® patente en 1978, a?o de restricciones monetarias que bati¨® el r¨¦cord de incremento de la morosidad, aunque ahora va a ser excedido por el presente (v¨¦ase EL PAIS del pasado d¨ªa 4).
No obstante, los datos m¨¢s amplios sobre el nivel de endeudamiento de las empresas espa?olas, recogidos entre grandes y medianas empresas por los trabajos anuales de la Asociaci¨®n para el Progreso de la Direcci¨®n, reflejan una notable mejora. En 1972, la deuda representaba por t¨¦rmino medio el 63% de los recursos totales, nivel que se redujo en 1980 al 55%. Estas y otras magnitudes son esgrimidas ¨²ltimamente por el presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Banca Privada, Rafael Termes, para intentar explicar que la causa del deterioro de resultados en las empresas han sido, sobre todo, los salarios y las materias primas. En su opini¨®n, la culta del alza de los costes financieros radica en haber aumentado la estructura de endeudamiento en circunstancias en las que lo aconsejable es reducirla. Pero los datos est¨¢n ah¨ª: entre uno y otro a?o, el coste medio de la deuda total (vieja y nueva) ha pasado del 7% al 13%.
Las empresas que se acogen para suspender pagos a una ley de 1922, orientada a que el deudor y los acreedores lleguen a un convenio que permita sobrevivir a la sociedad, proponen en su inmensa mayor¨ªa la espera en el pago. Concretamente, de las 497 suspensiones formuladas este a?o hasta el 1 de julio, 445 han pedido la espera y s¨®lo veintinueve un acuerdo de quita o reducci¨®n. De las primeras, 370 han propuesto demoras inferiores a tres a?os (es la f¨®rmula adoptada esta semana por los astilleros Uni¨®n Naval de Levante, con 7.750 millones de pasivo), y 75 superiores a este plazo. De las quitas, algo m¨¢s de la mitad han solicitado por encima del 20% de la deuda. Este reparto no difiere pr¨¢cticamente de las registradas en todo 1981: 755 peticiones de espera, veintid¨®s de quita y 43 de otras f¨®rmulas.
Aprietos para las empresas
Indudablemente, la coincidencia de tantas propuestas de espera con la subida de tipos de inter¨¦s y la escasez de dinero observadas en los ¨²ltimos a?os ha supuesto aprietos adicionales para las numerosas empresas que trabajan con las suspensas. No todo el pasivo incurso en suspensi¨®n -147.000 millones de pesetas el a?o pasado y 76.630 millones de pesetas en la primera mitad del presente a?o, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica- es exigible a plazos cortos. Ni tampoco carece de cobertura de seguros buena parte del mismo. Pero cada suspensi¨®n supone alg¨²n tipo de perjuicios para las empresas m¨¢s pr¨®ximas, sobre todo si se tiene en cuenta que la situaci¨®n de la Administraci¨®n de Justicia no favorece r¨¢pidos tr¨¢mites, lo que dilata los plazos de espera en la deuda.De los datos disponibles resulta imposible determinar qu¨¦ parte de la deuda es a entidades de cr¨¦dito y qu¨¦ parte a empresas. S¨ª se sabe, aunque no se puede atribuir a un a?o o a una fuente concretas, que aqu¨¦llas han detra¨ªdo de sus excedentes para sanear cr¨¦ditos, entre 1978 y 1981, cerca de 300.000 millones de pesetas. Exactamente, 245.894 millones de pesetas netas los bancos privados y 48.660 millones las cajas de ahorro, cifras que no han pagado impuestos por no haber sido elevadas a beneficios. En el mismo per¨ªodo, el conjunto de los pasivos afectos a suspensiones de pagos sum¨® unos 450.000 millones de pesetas.
Tampoco pueden extraerse conclusiones solventes de la evoluci¨®n de los efectos impagados, en parte dirigidos a empresas en suspensi¨®n de pagos, pero tambi¨¦n muchos otros a particulares o a empresas que los rechazan por motivos ajenos. Curiosamente, este tipo de morosidad se ha frenado desde 1980. Si en 1978 cada mes fueron protestadas de media en Espa?a letras por valor de 70.503 millones de pesetas y al a?o siguiente se superaron los 90.600, en los dos ejercicios siguientes hubo una ligera inflexi¨®n (97.919 y 97.055 millones, respectivamente), para recortarse en los primeros meses del presente a?o, excepto en marzo.
En Madrid, los datos del Registro de Aceptaciones Impagadas indican que, en los ocho primeros meses de 1982 (hasta el 1 de septiembre), los efectos protestados llegaron a 26.759 millones de pesetas, al tiempo que otros 7.360 millones no han sido protestados. En el segundo caso, hasta el 1 de septiembre del a?o pasado iba una cifra mayor: 9.842 millones de pesetas en efectos no protestados; en el primero, algo menor, 26.247 millones.
Pero estas bajas o escasos incrementos parecen responder, fundamentalmente, al fuerte descenso en la cartera de efectos de los bancos, atribuido a los cambios en el sistema de domiciliaci¨®n y al menor inter¨¦s observado por esta inversi¨®n crediticia desde que la autoridad monetaria impuso comisiones m¨¢ximas y tipos de inter¨¦s libres.
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