Cr¨®nica del d¨ªa en que al escritor lo iban a premiar en Suecia
El d¨ªa en que lo iban a premiar, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez se levant¨® a las cinco y media de la ma?ana. A diferencia de Santiago Nasar, protagonista de su ¨²ltima novela, Cr¨®nica de una muerte anunciada, el hijo del telegrafista de Aracataca no esperaba el buque en que llegaba el obispo. El se sent¨® al tel¨¦fono a esperar las llamadas de los amigos y los periodistas. Ya sab¨ªa que lo iban a premiar. Desde las dos de la tarde del d¨ªa anterior. Hab¨ªa tenido quince horas para so?ar su sue?o de muchos a?os, el sue?o de todos los escritores.El representante de la Academia sueca, encargado de notificarle el Nobel tuvo que escuchar primero unas palabrotas en un espa?ol que seguramente no entendi¨®. El Gabo pensaba que alguien trataba de gastarle una broma cruel. Estaba seguro de que no le correspond¨ªa el premio este a?o. Por eso colg¨® sin esperar m¨¢s.
Unos segundos despu¨¦s la misma voz insisti¨® desde Estocolmo. Garc¨ªa M¨¢rquez supo entonces que era verdad. S¨®lo unas pocas personas m¨¢s se enteraron ese d¨ªa: su mujer, la siempre omnipresente Mercedes, sus dos hijos, las dos muchachas de servicio, algunos de sus muchos hermanos y su amigo de siempre, Alvaro Mutis.
La boca tapada toda la tarde
Mercedes tuvo que taparse la boca toda la tarde para no decir a los amigos, que llamaban como todos los d¨ªas, que Gabriel era premio Nobel. El secreto formaba parte, hasta las seis de la ma?ana de ayer, de un compromiso adquirido con la Academia sueca.A¨²n ayer, Garc¨ªa M¨¢rquez segu¨ªa diciendo a los periodistas que ¨¦l hab¨ªa conocido la noticia a las seis de la ma?ana, por una llamada de su amigo Pierre Schori, viceministro sueco de Exteriores.
Santiago Nasar, su extraordinario personaje de ficci¨®n -la Academia lo ha distinguido por confundir la realidad y la ficci¨®n- no supo interpretar los malos augurios del sue?o que hab¨ªa tenido ese noche. Garc¨ªa M¨¢rquez tampoco vio d¨ªas atr¨¢s ning¨²n presagio de que fueran a concederle el Nobel de Literatura. Pero ayer, cuando se present¨® ante los periodistas, ya hab¨ªa tenido mucho tiempo para madurar su viejo sue?o.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.