El sondeo y los caramelos envenenados
AUNQUE ESTE tipo de explicaciones resulte superfluo para muchos, parece obligado recordar, con ocasi¨®n del sondeo preelectoral publicado hoy por EL PAIS, que una encuesta de opini¨®n se limita a levantar acta, por as¨ª decirlo fotogr¨¢fica, del voto decidido y de los elementos que permiten conjeturar la intenci¨®n de voto de los todav¨ªa indecisos en la fecha en que aqu¨¦lla fue realizada. Del buen trabajo realizado en la construcci¨®n de la muestra, la formulaci¨®n de los cuestionarios, la celebraci¨®n de las entrevistas, la ordenaci¨®n de los datos y las tareas de an¨¢lisis depende exclusivamente que las 18.255 personas que componen la muestra aleatoria estratificada del sondeo de Sofemasa representen fiablemente el universo de m¨¢s de veintis¨¦is millones de espa?oles censados con derecho a concurrir a las urnas el pr¨®ximo 28 de octubre.El prestigio y la seriedad de la empresa a la que EL PAIS encarg¨® el sondeo garantizan que las diferencias entre las conclusiones de la encuesta y los resultados electorales efectivos no proceder¨¢n de sesgos intencionados o de defectos t¨¦cnicos, sino de corrimientos de la opini¨®n posteriores a la realizaci¨®n de las entrevistas. La encuesta fue realizada entre doce y nueve d¨ªas antes de la fecha de los comicios. Es evidente que la campa?a electoral, en especial las ¨²ltimas intervenciones en televisi¨®n de los l¨ªderes de los principales partidos, y los acontecimientos de la vida p¨²blica, desde el recrudecimiento del terrorismo hasta las amenazas golpistas, pueden modificar el sentido del voto en una u otra direcci¨®n a lo largo de los pr¨®ximos d¨ªas. La misma publicidad de la encuesta es capaz de alterar la voluntad de un sector del electorado, bien porque produzca un efecto de adhesi¨®n que lleve a los indecisos oportunistas a acudir a engrosar las filas del vencedor, bien porque ponga en movimiento un efecto de rechazo que incline a los vacilantes o a los compasivos a retirar su apoyo a los presuntos ganadores para reforzar con su voto las opciones situadas en peor posici¨®n. Tras las elecciones de 1979, destacados dirigentes del PSOE atribuyeron parcialmente su derrota a la encuesta publicada por EL PAIS en v¨ªsperas de los comicios, supuestamente responsable del desplazamiento de los sufragios del miedo (o de la prevenci¨®n) desde las candidaturas socialistas, favoritas en los sondeos, hacia la candidatura de UCD. La prohibici¨®n legal, dictada por las Cortes Generales durante la anterior legislatura, de publicar encuestas desde cinco d¨ªas antes de la celebraci¨®n de los comicios ha sido una consecuencia de los temores (le los partidos a la influencia de sus resultados sobre los votantes.
Esto dicho, resulta obligado subrayar el impresionante fen¨®meno de bipolarizaci¨®n que se desprende de la encuesta -y antes del panel de CITEP publicado ayer por EL PAIS-, seg¨²n la cual el PSOE y Alianza Popular ser¨ªan los grandes contendientes a escala nacional, y los socialistas, convertidos en partido hegem¨®nico, alcanzar¨ªan la mayor¨ªa absoluta de esca?os en el Congreso, con m¨¢s del 4.0% del voto popular. Pero el rasgo m¨¢s destacable a se?alar es la probable y dram¨¢tica desaparici¨®n del centrismo como opci¨®n pol¨ªtica significativa, tanto en lo que se refiere al partido del Gobierno como en lo que respecta a la formaci¨®n de Su¨¢rez.Junto a esto, la fuerte ca¨ªda de los comunistas, el estancamiento del nacionalismo catal¨¢n, el aumento del nacionalismo vasco en sus zonas m¨¢s radicales y la liquidaci¨®n del nacionalismo andalucista lucen como las principales consecuencias del sondeo. La perspectiva de que ni UCD ni CDS pudieran formar grupo parlamentario es, seguramente, la peor noticia que trae consigo esa encuesta en tanto que mensajera del futuro. Para mayor complicaci¨®n, los antiguos votantes centristas que, alarmados ante esa cat¨¢strofe, decidieran cambiar el sentido de su sufragio para garantizar la presencia en el Congreso de un grupo de la derecha aut¨¦nticamente moderada, se ver¨ªan en graves dificultades a la hora de elegir entre Su¨¢rez y Lavilla como receptores de su voto de apoyo. Los responsables de la demolici¨®n de UCD, tarea iniciada en el verano de 1980 por hombres que hoy trabajan con su efigie desde los carteles electorales de Fraga, pueden estar satisfechos de su notable destreza en manejar la piqueta.
Finalmente, el sondeo anuncia la buena nueva de que la abstenci¨®n podr¨ªa instalarse dentro de l¨ªmites tolerables para un sistema democr¨¢tico con vocaci¨®n de participaci¨®n ciudadana. Digamos, a este respecto, que el nuevo censo elaborado en 1981 puede contribuir, al desinflar los falsamente abultados registros anteriores, a que la abstenci¨®n del 28 de octubre se corresponda estrictamente con los votos no depositados en las urnas, en vez de resultar engrosada con domiciliaciones m¨²ltiples, fallecidos no dados de baja e inexistentes ciudadanos. La escandalera organizada por Alfonso. Osorio y otros conspicuos representantes de la derecha ultraconservadora ante el hecho de que su nombre no figure en el censo est¨¢ dando lugar a una grotesca versi¨®n de la f¨¢bula de los caramelos envenenados, que interpreta esa omisi¨®n como el resultado de una campa?a emprendida por los ayuntamientos socialistas para despojar de sus derechos electorales a los votantes de Fraga. El candidato n¨²mero tres de Alianza Popular por Madrid tal vez se considere justificado para utilizar esa treta a fin de llamar la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica sobre su figura, pero se pasa claramente de la raya al alimentar los delirios de quienes acusan a los concejales del PSOE de manipular los censos para eliminar a sus adversarios de las urnas. Las omisiones en el censo, bien sean debidas a errores cometidos por t¨¦cnicos municipales o del Instituto Nacional de Estad¨ªstica, bien procedan de descuidos de los ciudadanos (o de los porteros de sus domicilios), est¨¢n repartidas aleatoriamente en todo el espectro ideol¨®gico. Algunos pol¨ªticos de izquierda -como Nicol¨¢s Sartorius- tampoco figuran en el padr¨®n, y personas no vinculadas a partidos -como el director de EL PAIS y otros redactores y editorialistas de este peri¨®dico- se encuentran en la misma desairada y no deseada situaci¨®n. Los ayuntamientos, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica y el Ministerio de Econom¨ªa tienen, sin duda, su parte de responsabilidad en esa moment¨¢nea muerte civil a la que han sido condenados quienes no podr¨¢n votar el pr¨®ximo 28 de octubre. Por otra parte, la decisi¨®n presidencial de disoluci¨®n de las Cortes Generales antes de marzo de 1983 ha impedido que las reclamaciones formuladas a lo largo de 1982 pudieran ser incorporadas al censo. Pero igualmente los ciudadanos -de derecha, de centro y de izquierda- sin derecho temporal a sufragio deben -debemos- hacer un examen de conciencia para asumir nuestra parte a la cuota de responsabilidad por las eventuales faltas de indolencia, pasividad y despreocupaci¨®n en el cumplimiento de un deber ciudadano tan importante como la colaboraci¨®n con las autoridades municipales y estatales -incluidas las reclamaciones hechas a tiempo- para la elaboraci¨®n del padr¨®n y del censo electoral. Armar el guirigay que se ha visto en la Prensa fraguista es simplemente contribuir a la farsa. Farsa, que por lo dem¨¢s, seg¨²n el sondeo de Sofemasa, es innecesaria, pues Alianza Popular, aunque no la voten Osorio y Arespacochaga, obtendr¨¢ unos buenos resultados.
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