Madrid, un proceso auton¨®mico residual y sin concluir
A fuerza de ejercer m¨¢s como capital del Estado que como capital de su propia provincia durante muchas d¨¦cadas, Madrid cuenta hoy con las mayores bolsas de subdesarrollo del pa¨ªs. El tri¨¢ngulo norte, la llamada sierra pobre, supera en miseria, por ejemplo, a Las Hurdes extreme?as. Diecisiete pueblos de la provincia tienen menos de 120 habitantes, seg¨²n el censo de 1980, y los dedos de las manos no bastan para contar las zonas donde no hay luz el¨¦ctrica, agua potable o servicios imprescindibles, sin hacer especial ¨¦nfasis en que en pueblos como La Hiruela, La Acebeba, Madarcos, Gascones o La Serna del Monte, por ejemplo, los m¨¢s j¨®venes pasan de los cuarenta, y es probable que, en el caso de que sepan, puedan tardar una semana en leer los peri¨®dicos de hoy, porque los caminos, casi de cabras, son transitados por los carteros s¨®lo cuando la acumulaci¨®n de cartas y env¨ªos hacen rentable el viaje.La provincia de Madrid, con un 12,5% de la poblaci¨®n total del pa¨ªs, recauda 400.000 millones de pesetas en los principales impuestos estatales, y la inversi¨®n p¨²blica del Estado en Madrid y provincias alcanza s¨®lo un 12,5%.
Cabe incluso hablar de un centralismo conc¨¦ntrico que va a m¨¢s -por eso se inicia este art¨ªculo con ejemplos evidentemente extremos, aunque no por ello menos reales- a medida que uno se aleja de la Puerta del Sol.
Para los alcaldes ¨²ltimos -quiz¨¢ no tanto esta Corporaci¨®n-, la ciudad terminaba en la pr¨¢ctica en lo que hoy es la carretera M-30. As¨ª se gestionaron y se distribuyeron los recursos econ¨®micos municipales. ?Qu¨¦ mejores ejemplos que el Pol¨ªgono H de San Blas, Puente de los Tres Ojos, Pozo del T¨ªo Raimundo, Cerro del Huevo, Cerro del T¨ªo P¨ªo, la Celsa, la Alegr¨ªa, el Rancho del Cordob¨¦s, el Cerro del Pan Bendito, el Panderuelo, do?a Carlota o la UVA de Valecas por citar s¨®lo algunos de los poblados ycolonias, dentro del t¨¦rmino municipal de Madrid que estan a medias entre la pobreza y la miseria?.
Una aproximaci¨®n global a la crisis econ¨®mica tiene la lectura siguiente: 261.000 parados, de una poblaci¨®n activa total de 1.614.300 personas (es decir, uno de cada seis posibles trabajadores est¨¢ desempleado); la producci¨®n de los tres sectores (agricultura, industria y servicios) en 1981 ha deca¨ªdo entre diez y quince puntos -en algunos casos, como en la construcci¨®n, hasta un 40%-; se han matriculado miles de coches menos, se han consumido miles de toneladas menos de gasolina, menos art¨ªculos textiles, menos electrodom¨¦sticos, etc¨¦tera.
Dicho en t¨¦rminos menos fr¨ªos, miles de familias han solicitado el certificado de pobre para poder comer en los comedores gratuitos que recuerdan a los antiguos de Auxilio Social. S¨®lo C¨¢ritas ha socorrido en cuatro meses a mil familias que se hallaban en la indigencia. Las Juntas Municipales de Distrito tienen servicios gratuitos de reparto domiciliario de comida a ancianos e impedidos que subsisten gracias a esto, y basta pasear por una calle c¨¦ntrica o entrar en unos grandes almacenes para apreciar el aluvi¨®n de personas que viven exclusivamente de la caridad.
Recorrer los comercios de una ciudad t¨ªpica del cintur¨®n industrial como es Getafe, por ejemplo, es un espect¨¢culo nada gratificante. En las tiendas de alimentaci¨®n cientos de clientes mantienen deudas apuntadas en las libretillas que se van tachando a medida que se pagan, total o parcialmente, como en los a?os cuarenta. Es tan escasa la demanda de productos caros que los precios han ca¨ªdo en picado hasta la quiebra del peque?o empresario, si no ha cerrado antes por la competencia de los grandes hipers que van colonizando los pueblos cercanos a Madrid.
Entre Alcorc¨®n, M¨®stoles, Getafe, Legan¨¦s, Parla, Fuenlabrada Coslada, San Fernando de Henares, Torrej¨®n, Coslada, Alcobendas, San Sebasti¨¢n de los Reyes, Pozuelo y Majadahonda viven 1.200.000 habitantes. 3.145.000 tiene Madrid-ciudad y el resto, hasta 4.727.000, viven en el resto de la provincia.
Todos los pueblos del cintur¨®n rojo -est¨¢n gobernados por alcaldes de izquierda, en su mayor¨ªa del PSOE, con la excepci¨®n de Pozuelo, donde UCD ocupa el Ayuntamiento- padecen los mismos problemas, adem¨¢s del paro y del desarraigo propio de la emigraci¨®n ya estudiados. Falta de recursos econ¨®micos municipales para dar servicios -como saneamiento, basuras, alcantarillado, etc¨¦tera- suficientes; escasa o nula asistencia sanitaria, hasta el punto de que s¨®lo algunos de estos pueblos tienen ambulatorios dignos; inexistencia de asistencia de urgencia -el Primero de Octubre tiene que atender a un mill¨®n y medio de potenciales enfermos-; malas comunicaciones con Madrid -se calcula que entre 300.000 y 400.000 personas de este Gran Madrid acuden a diario al centro de la capital-; falta de seguridad ciudadana; plazas escolares irregularmente repartidas; importante incremento de la poblaci¨®n de la tercera edad; falta de zonas verdes, etc¨¦tera. La llegada de los ayuntamientos democr¨¢ticos mejor¨® esta situaci¨®n -el ejemplo de Parla, en el que el entonces gobernador civil de Madrid, Juan Jos¨¦ Ros¨®n, tuvo que cesar al alcalde unos d¨ªas antes de las elecciones de 1979 por total dejaci¨®n de funciones, es revelador-, aunque menos de lo deseable, obviamente. Y en esto tambi¨¦n hay dos explicaciones: una ley de R¨¦gimen Local anticuada que impide la autonom¨ªa de los ayuntamientos recogida en los art¨ªculos 140 y siguientes de la Constituci¨®n y un enfrentamiento casi constante en estos tres a?os y medio entre una Admistraci¨®n central gestionada por UCD y estas corporaciones mayoritariamente de izquierdas.
En este contexto, lo que los ciudadanos de Madrid y provincia esperan de la autonom¨ªa es que los centros de decisi¨®n se aproximen m¨¢s a las administraciones locales, como forma de atajar la crisis. Empezando por la de Madrid capital, cuyo Ayuntamiento subsiste, entre otras cosas, gracias a una presi¨®n fiscal municipal verdaderamente molesta, especialmente para los peque?os empresarios y los profesionales liberales. Es, en definitiva, una autonom¨ªa residual y de segunda divisi¨®n que s¨®lo se explica en lo econ¨®mico y apenas tiene sentido, como tal uniprovincialidad, en lo pol¨ªtico.
Madrid debi¨® de integrarse en la comunidad Castilla-La Mancha, con un estatuto especial -una ley aprobada por las Cortes- de capitalidad, por la ffierte carga econ¨®mica y social que supone tener la Administraci¨®n del Estado. Algo similar a la concepci¨®n del distrito federal en otros pa¨ªses. No fue as¨ª por errores pol¨ªticos claros y por desavenencias, en muchos casos motivadas porque en la Asamblea de Parlamentarios de Madrid figuran todos los n¨²meros uno de los partidos de entonces. La izquierda no favoreci¨® la integraci¨®n para que su. peso electoral en Madrid no quedara diluido en una regi¨®n de matiz conservador y Madrid fue finalmente rechazado. Madrid, que ya tiene la Administraci¨®n central y la local, tendr¨¢ tambi¨¦n un Parlamento con 96 miembros y un gobierno provincial con once. As¨ª que ser¨¢ necesaria una Ley Especial que regule las relaciones entre los tres estamentos.
Para que Madrid no fuese la ¨²nica provincia que se quiedase fuera del proceso auton¨®mico hubo que arbitrar la soluci¨®n artificial del art¨ªculo 144 de la Constituci¨®n, que permite acceder a la autonom¨ªa en virtud del inter¨¦s nacional a aquellas comunidades uniprovinciales que lo deseen. Los retrasos y las dificultades en muchos pueblos de la sierra norte de Madrid, alcaldes independientes o claramente derechizados, aun estando bajo las siglas de UCD, estuvieron a punto de dar al traste con el proceso y s¨®lo dos d¨ªas antes de que se cerrase el per¨ªodo de sesiones anterior a la disoluci¨®n de las Cortes, el 28 de junio ¨²ltimo, entraba, consensuado por todos los partidos, el texto del proyecto de Estatuto de Autonom¨ªa.
Seg¨²n el calendario previsto antes de la convocatoria de elecciones, Madrid iba a tener Parlamento y gobierno propios, adem¨¢s de Tribunal de Justicia y otras competencias, en abril pr¨®ximo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.