Un capit¨¢n de EE UU reconoce que est¨¢ entrenando oficiales en Guatemala
Un capit¨¢n del Ej¨¦rcito norteamericano, Jessie Garc¨ªa, que se encuentra en Guatemala como supuesto profesor de ingl¨¦s de centros militares, ha declarado al Washington Post que su misi¨®n real es instruir a los futuros oficiales en t¨¢cticas de contrainsurgencia en la selva, tarea que no difiere de la que llevan a cabo los asesores militares estadounidenses destacados en El Salvador.La revelaci¨®n ha desatado una tormenta pol¨ªtica en Washington, ya que desde 1977 est¨¢ supeditada toda ayuda militar a Guatemala por la reiterada violaci¨®n de los derechos humanos en este pa¨ªs. Un portavoz del Pent¨¢gono se limit¨® a se?alar que la presencia de Garc¨ªa en Guatemala obedece a un programa de intercambio de oficiales que data de los a?os cuarenta, aunque reconoci¨® que en la actualidad no hay ning¨²n militar guatemalteco en las academias norteamericanas.
Desde que el general R¨ªos Montt se adue?¨® del poder en Guatemala, mediante un golpe de Estado, la Administraci¨®n Reagan se ha pronunciado varias veces en el sentido de que ha mejorado el respeto de los derechos humanos, lo que contradice informes de varias organizaciones internacionales.
El ¨²ltimo caso es el cerco a que est¨¢n sometidos 5.000 ind¨ªgenas catchiqueles en el municipio de San Mart¨ªn Jilotopeque. El Consejo Nacional de las Iglesias de Estados Unidos ha pedido al Gobierno Reagan que intervenga para evitar su matanza. Asimismo, ha enviado un telegrama al presidente de Guatemala.
El r¨¦gimen de R¨ªos Montt ha contestado sugiriendo que la organizaci¨®n religiosa no debe dar cr¨¦dito a una campa?a de difamaci¨®n de signo comunista, "que gente irresponsable contin¨²a haciendo para crear repudio universal a un Gobierno democr¨¢tico y temeroso de Dios".
Aunque la matanza inmediata ha podido ser evitada por la denuncia internacional, la Comisi¨®n de Derechos Humanos insiste en que sobre los ind¨ªgenas se mantiene la amenaza de diezmarlos, a menos que acusen a la guerrilla de los asesinatos ocurridos en la regi¨®n.
Esta exterminaci¨®n masiva tiene su l¨®gica para un Gobierno cuyo secretario de Relaciones P¨²blicas no se recat¨® en afirmar recientemente que "si los indios son guerrilleros, hay que matarlos".
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