El centro, la realidad necesaria
Aprovechar el desgaste pol¨ªtico de los cinco a?os de gobierno de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico es un recurso leg¨ªtimo en la vida parlamentaria para intentar la alternativa, dice en este art¨ªculo el presidente de dicho partido y actual candidato al Congreso por Madrid. Pero "acosar implacablemente a un partido al que se ha contribuido a dividir, no siempre limpiamente, es menos leg¨ªtirno". Para Landelino Lavilla, la presente realidad ha evolucionado bastante m¨¢s en direcci¨®n hacia el centro que hacia los viejos dilemas de enfrentamientos violentos entre la izquierda y la derecha.
El equilibrio, toda posici¨®n equilibrada, es siempre dif¨ªcil de definir y m¨¢s a¨²n de mantener. Porque equilibrio implica la existencia de otras fuerzas que se oponen a ¨¦l, y su propia esencia consiste en mantener una eficaz equidistancia o un punto de neutralizaci¨®n que las compensa.En las ciencias f¨ªsicas o en los estudios de din¨¢mica resultar¨ªa sencillo encontrar una expresi¨®n matem¨¢tica que definiera un determinado equilibrio a partir de unas magnitudes opuestas y num¨¦ricamente conocidas. El equilibrio, o el centro, aceptando una met¨¢fora, tendr¨ªa as¨ª una concreta y bien precisa definici¨®n.
Pero en la vida de las sociedades, en la relaci¨®n pol¨ªtica entre los hombres, los fen¨®menos no se producen con esa precisi¨®n y las definiciones no pueden tener una expresi¨®n matem¨¢tica cuantificada y rigurosa. La vida misma es dif¨ªcil aprisionarla en una cuadr¨ªcula geom¨¦trica.
Y, sin embargo, los s¨ªmiles son v¨¢lidos o, al menos, ayudan a corporeizar situaciones, ambientes y decantaciones sociales que de otro modo podr¨ªan resultar excesivamente abstractos. Todos sabemos, evidentemente, que hablar de derechas o izquierdas, en t¨¦rminos pol¨ªticos, es un modo figurativo de expresi¨®n de origen casual e hist¨®rico que pretende representar pl¨¢sticamente unas ideas y tendencias que de otro modo deber¨ªan explicarse con mucha mayor precisi¨®n y rigor.
El centro no es por ello m¨¢s que otra expresi¨®n convencional que intenta plasmar visualmente la existencia de un modo de ser y estar distinto y diferente de los otros dos polos de atracci¨®n.
Lo curioso y peculiar de nuestro caso es que la realidad social encasillada hist¨®rica y convencionalmente en derecha e izquierda ha evolucionado m¨¢s r¨¢pidamente que los conceptos, y en el momento actual coincide mayoritariamente m¨¢s con una tem¨¢tica centrista que con los viejos dilemas de una oposici¨®n violenta derecha-izquierda.
Campa?a ambigua
De ah¨ª se deriva toda la ambig¨¹edad de la campa?a electoral de 1982. La izquierda y la derecha, cada una a su modo, intentan aparecer como centro, peinan sus posiciones doctrinales de origen y ofrecen opciones que en su formulaci¨®n pueden conducir a confusi¨®n o pueden capitalizar votos que en la realidad les son ajenos.
Digamos con toda honestidad, pero con veracidad, que ese mismo resultado es ya un gran triunfo y servicio del centro, porque sin su existencia y sin el ¨¦xito que significa haber transformado un sistema pol¨ªtico autoritario en otro democr¨¢tico y haber mantenido el pa¨ªs en paz social y civil durante los a?os m¨¢s diriciles de su historia reciente, aqu¨ª, posiblemente hoy no estar¨ªamos en las v¨ªsperas de unas elecciones generales democr¨¢ticas.
Ahora bien, la aproximaci¨®n al centro y la mimetizaci¨®n de sus postulados y modos no significan ni la asunci¨®n de sus presupuestos ni la aceptaci¨®n de sus criterios ni, mucho menos, un cambio de convicci¨®n profundo que autorice a pensar o creer que como todo es ya centro, lo ¨²nico que no es preciso es el centro mismo.
Porque lo que no es posible, ni correcto, ni ¨¦tico, es pretender ser moderado y centrista, cuando uno se define como partido obrero y clasista. Y no porque un obrero no pueda ser centrista, sino porque la propia definici¨®n de pertenencia a una sola clase conlleva al enfrentamiento con las otras, a las que se define en la literatura marxista como explotadoras, y, en la terminolog¨ªa azucarada de la campa?a electoral, como insolidarias y perseguibles por la v¨ªa fiscal. Un partido con historia, y el PSOE la tiene, cuenta con la ventaja de su implantaci¨®n antigua yde su imagen luchadora, pero debe asumir, si no quiere traicionar a sus bases, esa misma historia, el contenido doctrinal de sus congresos, los supuestos filos¨®ficos materialistas en los que descansa. Decir que en Espa?a existen injusticias, desigualdades o determinados grados de corrupci¨®n, lo decimos todos, y todos, sincera y honestamente, queremos corregirlo. El problema es c¨®mo y a qu¨¦ precio social o de libertad, y de ah¨ª las diferencias posiblemente son profundas. Lo que ocurre es que UCD, el centro, las precisa, mientras que el PSOE se queda en la visi¨®n id¨ªlica de unas ventanas por las que el viento se puede llevar las promesas.
Soluciones dogm¨¢ticas y primitivas en la dierecha
Igual ocurre con la derecha. Sus formulaciones pueden en ocasiones ser similares a las nuestras, no siempre ni generalmente, pero su esp¨ªritu, la esencia de su modo de ser, de sus soluciones, son inevitablemente anticuadas, primitivas en cierto modo; prefiguran una dureza de actuaci¨®n, un dogmatismo carism¨¢tico que no dejan una esperanza a la evoluci¨®n inteligente y a la necesaria modernizaci¨®n. Por poner un ejemplo, la idea de restaurar la pena de muerte, aunque s¨®lo fuere contra un delito muy grave, repugna a la sensibilidad cuando no a la raz¨®n de un aut¨¦ntico centrista.
Yo no puedo saber a estas horas cu¨¢l ser¨¢ el resultado electoral del d¨ªa 28; las encuestas s¨®lo son ¨ªndices interesados muchas veces. Lo que s¨ª creo con profunda convicci¨®n es que la izquierda comete un error hist¨®rico si presume la desaparici¨®n pol¨ªtica del centro, como creo tambi¨¦n que es un mal servicio al futuro de la convivencia pac¨ªfica que la derecha quiera obtener la victoria pirrica de un triunfo proporcional que no la conducir¨¢ al Gobierno y que propiciar¨¢ un in¨²til enfrentamiento directo con la izquierda.
Aprovechar el desgaste pol¨ªtico de cinco dif¨ªciles a?os de Gobierno es un recurso leg¨ªtimo en la vida parlamentaria para intentar la alternativa. Acosar implacablemente a un partido al que se ha contribuido a dividir no siempre limpiamente es menos leg¨ªtimo. Enmascarar las propias posiciones o proyectos es un ejercicio que puede resultar peligroso cuando las propias bases exijan la realidad de sus convicciones o el resto del pa¨ªs despierte del h¨¢bil sue?o provocado.
UCD seguir¨¢ estando en el centro, porque tiene la segura convicc¨ª¨®n de que la mayor¨ªa de espa?oles que la cre¨® sigue creyendo en la necesidad de la existencia de un centro de equilibrio equidistante.
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