La contrarreforma fiscal como bandera pol¨ªtica
Entre los buenos deseos y la realidad siempre hay un espacio apreciable, y de esta servidumbre que arrastra toda promesa no escapan los programas de los partidos pol¨ªticos. Pero una cosa es no poder realizar completamente lo que de buena fe se pens¨® hacer y otra emplear datos trucados en el juego de la propaganda electoral. Y viene esto a cuento de la guerra que la gran derecha est¨¢ emprendiendo contra determinadas medidas tributarias, induciendo voluntariamente a error tanto en relaci¨®n con los t¨¦rminos de la reforma fiscal como de sus autores. No es el PSOE el responsable de los impuestos que hoy tienen que soportar, sino el conjunto de partidos que en su d¨ªa los establecieron, y entre los que, por cierto, no estaba ausente Alianza Popular.En esta campa?a, aparte de mensajes ic¨®nicos que mostraron a c¨¢ndidas manzanas sufriendo el ataque de gusanillos rojos, todos los partidos situados bajo el list¨®n electoral de Fraga se lamentan con voces sincr¨®nicas y monocordes de las mismas desgracias: que la reforma fiscal es confiscatoria, que su peso arruina a la peque?a y mediana empresa que el impuesto sobre el patrimonio debe desaparecer porque es perturbador y destructor del ahorro.Comerciantes y profesionalesNuestras clases conservadoras, que siempre han defendido con pasi¨®n el matrimonio, y, mucho m¨¢s, el patrimonio, hacen perfectamente en actuar de tal forma. Son fieles a su tradici¨®n y oficio, incluso a la sem¨¢ntica, si al adjetivo conservador nos atenemos; pero su defensa, al menos, que se haga con el anglosaj¨®n fair play.
In¨²til volver a insistir por en¨¦sima vez que la presi¨®n fiscal en Espa?a, aun incluyendo las cuotas de la Seguridad Social, no llega ni a la mitad de la media en los pa¨ªses europeos. Pero est¨¢ claro que si se quiere esgrimir el argumento de: que los impuestos arruinan a las peque?as empresas, como pregonan por ah¨ª los medios y altos cen¨¢culos de las finanzas, hay que presentarlos forzosamente como confiscatorios. De todas maneras, si esto fuera verdad, no ser¨ªan precisamente los comerciantes los confiscados, como se demostrar¨¢ m¨¢s adelante, sino, en todo caso, los que cobran sus ingresos a trav¨¦s de una n¨®mina, que fueron y siguen siendo el principal pilar de los ingresos del Estado.
Con el cuadro que se inserta a continuaci¨®n, y aun careciendo de conocimientos fiscales, se ver¨¢ c¨®mo la estructura de nuestro impuesto sobre la renta acusa claramente qui¨¦n soporta el peso de la reforma fiscal. Estos datos, referidos a 1980, fueron los siguientes:
En el concepto fraccionamientos de pago se juntan los ingresos que a cuenta del impuesto sobre la renta satisfacen empresarios -personas f¨ªsicas-, profesionales (1) y artistas. Su contribuci¨®n a la imposici¨®n personal y directa alcanza el rid¨ªculo porcentaje del 4,42% de los ingresos totales por dicho impuesto. Por m¨¢s que en su declaraci¨®n complementen este ingreso, y parte de ¨¦l est¨¦ comprendido en el concepto cuota diferencial, ?a cu¨¢nto podr¨¢ llegar su porcentaje ¨²ltimo y definitivo? ?A un 5%, a un 6%.?
Teniendo en cuenta que entre peque?os, medianos y grandes comerciantes, profesionales, artistas y sector de servicios hay casi tres millones de contribuyentes en el pa¨ªs, cada uno de ellos estar¨ªa tributando con una media ?de 20.000 pesetas! Sin duda, para arruinarse. Y a¨²n hay m¨¢s; como todos estos contribuyentes declaran ingresos cuya media est¨¢ entre 400.000 y 600.000 -menos de lo que perciben sus propios empleados-, no nos extra?a nada que Fraga reclame con tanto ardor que el l¨ªmite para presentar declaraci¨®n se sit¨²e por encima de 750.000 pesetas. ?Menudo regalo para sus posibles votantes de la CEPYME y el CEIM!El pecado nefasto del PSOE es, pues, pedir que esto se termine y que cada palo aguante su vela.El impuesto sobre el patrimonio
En cuanto al impuesto sobre patrimonio, otro caballo de Troya que nos quieren meter en el ya cuarteado castillo de la reforma fiscal, digamos de entrada que Alianza Popular lo estudi¨®, discuti¨® y acept¨®, junto con las restantes fuerzas pol¨ªticas del pa¨ªs, desde las primeras reuniones de 1977, celebradas en el Ministerio de Comercio, hasta las llevadas a cabo en las Cortes por las comisiones correspondientes. Que ahora Fraga truene contra tal impuesto es una m¨¢s de las veleidades y desfallecimientos de memoria de que est¨¢ llena su vida pol¨ªtica.
Por supuesto, hay muchos pa¨ªses fiscalmente adelantados que no utilizan el impuesto sobre el patrimonio. Cuando una sociedad posee las dotes necesarias de civismo para no ocultar sus ingresos al fisco y el sistema tributario es correcto, para poco sirve este gravamen si no es para censar adecuadamente la riqueza pose¨ªda por los ciudadanos. ?Pero alguien cree honradamente que este es nuestro caso?
En la exposici¨®n de motivos de la ley de Medidas Urgentes de Reforma Fiscal -que creaba tambi¨¦n este impuesto- se hac¨ªa menci¨®n al car¨¢cter social del mis mo, cosa que se est¨¢ olvidando. Desde un punto de vista de justicia social, se trataba de "distribuir solidariamente los costes del paro", como textualmente se de c¨ªa; pero tambi¨¦n, con palabras de Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, "de gravar adecuadamente los niveles m¨¢s altos de renta, a los que no alcanza el juego de los tipos marginales de este impuesto". Es decir, si en nuestro pa¨ªs la desigualdad de riqueza es a¨²n mayor que la de rentas, el impuesto sobre el patrimonio cumple una funci¨®n necesaria de complementariedad.
Finalmente, tenemos diversas opiniones respecto a la dureza de nuestra escala en este impuesto, que como se sabe va del 0,20% al 2%. En un art¨ªculo sobre el tema de Eugenio Domingo Solans, aparecido en EL PAIS del 18 de octubre, afirma ¨¦ste que "es la m¨¢s alta e la OCDE", lo que es cierto. Pero el articulista, al hacer comparaciones internacionales, se olvida de lo m¨¢s importante. En todos los pa¨ªses, por lo general, la propiedad inmobiliaria se valora a precios de mercado. En el nuestro, a un 25% aproximadamente si se trata de fincas urbanas y a menos de un 10% si son r¨²sticas. Teniendo en cuenta que esta clase de bienes constituye como un 60% de los valores sometidos a tributaci¨®n por este impuesto, no ser¨ªa aventurado deducir que nuestra escala del impuesto sobre el patrimonio es la m¨¢s baja del mundo.
Para remachar el clavo, en el segundo cuadro puede verse que la presi¨®n fiscal sobre la propiedad inmobiliaria puede ejercerse, y de hecho se ejerce, muy duramente, aun cuando se carezca del impuesto sobre el patrimonio, y que son precisamente los pa¨ªses que no lo tienen los que mayores ingresos fiscales obtienen de este tipo de bienes.
En definitiva, este impuesto, del que se pretendi¨® obtener desde el primer a?o de su aplicaci¨®n cerca de 40.000 millones de pesetas, apenas est¨¢ rindiendo la mitad. Entre las flacas valoraciones del capital inmobiliario y el tope de tributaci¨®n impuesto a las cuotas conjuntas de renta y patrimonio, sus ingresos escasamente rebasan el 1% de todos los impuestos.
Tachar de demag¨®gico un reforzamiento de los tipos de la escala actual, al menos mientras las, valoraciones de fincas urbanas y r¨²sticas no alcancen un nivel decoroso, es sacar las cosas de quicio. El impuesto sobre el patrimonio no es una bandera, como dice Domingo Solans; lo que se utiliza como bandera es su abolici¨®n.
(1) Hagamos la salvedad, en cuanto a los profesionales se refiere, que la parte de sus ingresos percibida mediante retenci¨®n es controlable como la de cualquier asalariado, y figura en el primer concepto del cuadro. Es el ejercicio libre el que se engloba con lo declarado por el empresario.
(2) Cuadro tomado de la obra El impuesto sobre el patrimonio neto, de Fernando A. Bre?a Cruz y Jos¨¦ Aurelio Garc¨ªa Mart¨ªn. Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1980.
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