Cien a?os de socialismo demcr¨¢tico
El pluralismo ideol¨®gico, en diversidad de fundamentos te¨®ricos y culturales, la clara adscripci¨®n de fondo al socialismo democr¨¢tico basado en la libertad, as¨ª como intuici¨®n de la necesidad de coordinar el trabajo pol¨ªtico (institucional) con la lucha en el campo social y sindical son -creo- algunos de los rasgos definitorios de esa larga historia que se inicia en 1879, a?o de la fundaci¨®n del PSOE por Pablo Iglesias y otros compa?eros socialistas, entre ellos el doctor Jaime Vera.Con antecedentes muy apreciables desde los a?os cuarenta y cincuenta del pasado siglo, legaliza das las asociaciones obreras con la revoluci¨®n de 1868, a?o en que Fanelli crea en nuestro pa¨ªs los primeros grupos de tendencia anarquista, el socialismo espa?ol va conectar organizativamente con la otra tendencia del movimiento obrero europeo -la de inspiraci¨®n marxiana- a partir de 1871, a?o en que Paul Lafargue y Laura Marx se refugian en Espa?a huyendo de la gran represi¨®n desencadenada sobre la comuna parisiense.
Se entonces a ac¨¢, y concretamente desde ese 1879 fundacional, la historia del PSOE, sus actitudes pol¨ªticas e ideol¨®gicas m¨¢s caracter¨ªsticas (aspecto del que aqu¨ª principalmente: voy a ocuparme), van forj¨¢ndose, contrast¨¢ndose y madurando con los acontecimientos hist¨®ricos, de nuestra historia real, a trav¨¦s principalmente de las siguientes etapas:
1. 1879-1909. De la fundaci¨®n del PSOE, en la ilegalidad, a la inicial participaci¨®n en el sistema democr¨¢tico-parlamentario.
Hay una l¨®gica prevalencia en esos primeros momentos de actitudes orientadas desde un marxismo con frecuencia simplista y esquem¨¢tico, tanto en sus an¨¢lisis te¨®ricos como en sus repercusiones pol¨ªticas: encontramos as¨ª un PSOE con una cierta tendencia al aislacionismo y a la no colaboraci¨®n con la izquierda burguesa una afirmaci¨®n segura y optimista ,de la creencia -con un casi fatalismo mecanicista y positivista- en el hundimiento inminente e ineludible del sistema capitalista (no se olvide, de todos modos, que son los a?os de la depresi¨®n 1870 1890) y, junto a ello, una visi¨®n un tanto r¨ªgida, estrechamente maniquea y dualista, de la lucha de clases. Hay ya por entonces correcciones y cr¨ªticas a esa l¨ªnea, pero aqu¨¦lla es, puede decirse, la prevalente.
No obstante, el primer programa del partido, el de 1880 (revisado, al parecer, por el propio Marx), presenta aspectos renovadores y de importantes potencialidades que merecen ser aqu¨ª resaltados: as¨ª, su especial insistencia en la necesidad de la praxis pol¨ªtica y de la participaci¨®n e influencia en el poder del Estado (en claro contraste con el apoliticismo anarquista) o el puesto relevante que se concede en ¨¦l a las libertades civiles y pol¨ªticas.
Tal vez el texto doctrinal de mayor altura en este per¨ªodo sea el famoso informe de la Agrupaci¨®n Socialista Madrile?a presentado ante la Comisi¨®n de Reformas Sociales" en 1884, texto redactado por Jaime Vera.
Con la nueva fase de expansi¨®n capitalista que se inicia en Europa en los a?os noventa se abren, tambi¨¦n en Espa?a, mayores posibilidades para la participaci¨®n obrera y socialista en el sistema parlamentario: en 1888 se produce la legalizaci¨®n de las asociaciones obreras, en 1890 tiene lugar el reconocimiento del sufragio universal y, al fin, con la puesta en marcha de la conjunci¨®n republicano-socialista de 1909, la entrada del PSOE en el Parlamento, en 1910, tras la elecci¨®n de Pablo Iglesias como diputado. De estos primeros momentos, Jos¨¦ Mesa, Juan Jos¨¦ Morato, Antonio Garc¨ªa Quejido, tambi¨¦n Miguel de Unamuno, son algunos de los socialistas a destacar desde diferentes puntos de vista.
2. 1909-1933. De la conjunci¨®n republicano-socialista a la radicalizaci¨®n de la izquierda en la II Rep¨²blica. Se abr¨ªa, pues, en 1909-1910 esa v¨ªa pac¨ªfica y democr¨¢tica, con sufragio universal, para la participaci¨®n transformadora de los socialistas y la clase obrera en el sistema parlamentario. Francia, Alemania e Inglaterra estaban ya dando pasos importantes dentro de ¨¦l. Fueron aquellos, sin duda, a?os de grandes ilusiones y de grandes esperanzas -que hubiesen dado como resultado un siglo XX muy diferente y mucho mejor-, pero que pronto habr¨ªan de verse frustradas por diversas y complejas circunstancias hist¨®ricas, producidas principalmente por los graves conflictos sociales y enfrentamientos internacionales de car¨¢cter imperialista a que conduc¨ªa un capitalismo en necesaria fase de expansi¨®n y concentraci¨®n. La v¨ªa muerta que sale del leninismo, los fascismos en el poder, la crisis econ¨®mica de 1929, configuran el contexto de violencia y depresi¨®n que llega ya hasta la segunda segunda guerra mundial. En Espa?a tambi¨¦n aquella v¨ªa pac¨ªfica y parlamentaria se ver¨ªa pronto obstaculizada y casi cegada: en el mismo 1909 se produce la Semana Tr¨¢gica de Barcelona (en ella se han visto los primeros g¨¦rmenes fascistas de la alianza del capital con la violencia directa y armada); despu¨¦s, la guerra de Marruecos, la gran represi¨®n de la huelga de 1917, la dictadura de Primo de Rivera... No puede decirse que los socialistas no hicie ran lo imposible por salvar la de mocracia y la libertad frente a los belicistas, reaccionarios viejos y fascistas nuevos. En esos a?os, recu¨¦rdese, se produce el acerca miento de los intelectuales libera les al PSOE (Ortega y Gasset, la revista Espa?a, etc¨¦tera) que, en gran medida frustrado por esas objetivas circunstancias, dej¨®, sin embargo, no pocas aportaciones Estos son tambi¨¦n los a?os en que hombres formados en la Insti tuc¨ª¨®n Libre de Ense?anza ingre san en el Partido Socialista Obre ro Espa?ol como militantes e intelectuales destacados del mismo Juli¨¢n Besteiro o Fernando de los R¨ªos, forjadores de un socialismo democr¨¢tico y humanista que -contra frecuentes simplistas y apresuradas visiopes del mismo- para nada olvidan la obra de Marx y de otros pensadores socialistas, aunque no la acepten dogm¨¢tica y acr¨ªticamente, ni se conformen con las gen¨¦ricas economicistas interpretaciones de la ¨¦poca.
A pesar de las dif¨ªciles condiciones para la clase trabajadora espa?ola, la imposici¨®n leninista y sus derivaciones, totalitarias no tuvieron nunca buena acogida, mayoritar¨ªa acogida, en el PSOE. La escisi¨®n de 1920-1921 es obra de un grupo muy reducido que hasta la misma guerra civil (y por el abandono de Inglaterra, Francia, y Estados Unidos) no adquiere peso espec¨ªfico en la pol¨ªtica espa?ola; y la idea principal del PSOE en esos momentos es la de afirmar y profundizar su socialismo democr¨¢tico frente al comunismo sovi¨¦tico: Francisco Largo Caballero, el gran dirigente obrero, est¨¢ por supuesto en todos esos a?os en esa misma actitud.
3. 1933-1939. A?os de preguerra y guerra civil.
Pero en el oto?o de 1933 se rompe la conjunci¨®n republicano socialista y se produce la denominada radicalizaci¨®n de los sectores izquierdistas del PSOE, con Luis Araquistain y el propio Largo Caballero como principales exponentes de ella. La v¨ªa revolucionaria (octubre de 1934) parece imponerse -como defensa, se alega, frente a la derecha violenta que se extiende por toda Europa- en sustituci¨®n de la v¨ªa parlamentaria y pac¨ªfica hasta ese momento realmente aceptada por el PSOE.
La historia, es decir, los historiadores, han puesto de manifiesto la gran carga voluntarista que es!tar¨¢ presente en dicha radicalizaci¨®n, constatando laclara y rotunda contradicci¨®n existente entre, por un lado, el lenguaje duro y revolucionario que se utiliza y, por otro, la absoluta falta de efectiva preparaci¨®n para llevar a cabo tales propuestas. Tanto Largo como Araqu¨ªstain, el primero con mucho mayor equilibrio y coherencia, reconocer¨ªan -despu¨¦s de la guerra- lo desacertado de tales actitudes.
?Cu¨¢les fueron de todos modos, los factores que produjeron esa negativa radicalizaci¨®n? Principalmente los siguientes: a) como tel¨®n de fondo, la mala situaci¨®n econ¨®mica internacional desde la guerra mundial de 1914-1918 y, especial¨ªnente, desde el crack de 1929, situaci¨®n, no obstante, en alguna medida paliada por la Espa?a ripublicana; b) igualmente, la situaci¨®n pol¨ªtica internacional, propensa a la implantaci¨®n de dictaduras y reg¨ªmenes totalitarios (Hitler, Mussolini, Stalin) de uno u otro signo; c) de influencia ya m¨¢s directa sobre Largo Caballero, el temor -tras el triunfo de la CEDA en 1933- a un golpe de la extrema derecha; es decir, parang¨®n con el caso tr¨¢gico de Austria: represi¨®n de los socialistas por el Gobierno clerical de Dollfuss y despu¨¦s, eliminaci¨®n de ¨¦ste, en 1934, e imposici¨®n final del nazismo; d) con el aumento masivo de afiliados a la Federaci¨®n Nacional de Trabajadores de la Tierra (UGT), con el acuciante problema de la reforma agraria siempre pendiente, Largo Caballero es presionado por su propia base; e) temor de esos sectores del PSOE a verse rebasados en la acci¨®n social y sindical por la actividad revolucionaria de la anarquista CNT o por las posiciones t¨¢cticas del PC; f) intento -que se revelar¨ªa in¨²til- de evitar el deslizamiento de las Juventudes Socialistas haciala ¨®rbita de influencia del PC; g) y, como causa decisiva, la violenta radicalizaci¨®n contra la democracia y la Rep¨²blica de la extrema derecha espa?ola.
4. 1939-1975. Los socialista,s en la era franquista.
La derrota de la guerra civil, derrota de todos los liberales y dem¨®cratas espa?oles, puede decirse que fue especialmente -desde la perspectiva de las fuerzas pol¨ªticas concretas- la derrota del PSOE, partido que era el mayoritario de la izquierda y que hab¨ªa ya abandonado casi totalmente los h¨¢bitos de la lucha en la ilegalidad. La represi¨®n franquista, de todos modos, no iba a lograr en ning¨²n momento su total desaparici¨®n. Lo que hubo fue una brutal persecuci¨®n y casi aniquilamiento de militantes y organizaci¨®n; c¨¢rceles y fusilamientos; dificultades sin cuento para la lucha clandestina y la guerrilla armada; hasta 11948 se produjo la ca¨ªda de hasta seis ejecutivas consecutivas. Es realmente obligado y necesario dedicar hoy un recuerdo emocionado y de admiraci¨®n hacia todos aquellos hombres y mujeres; y no s¨®lo -por supuesto- hacia los estrictamente socialistas.
Con la guerra fr¨ªa se consolida el reconocimiento internacional del r¨¦gimen franquista, con lo que el PSOE decide trasladar su direcci¨®n al exilio, con Indalecio Prieto como su principal dirigente hist¨®rico. En Espa?a, en el interior, se inicia, por su parte, la larga y silenciosa marcha hacia la reconstrucci¨®n del socialismo: miente, y adem¨¢s innecesariamente, quien ha hablado a prop¨®sito de estos a?os, de cuarenta a?os de vacaciones. Perviv¨ªan y se fortalecen en seguida -1951- las organizaciones obreras de UGT, principalmente en Asturias y Euskadi; se constituye, con importante actividad, ASU (Agrupaci¨®n Socialista Universitaria) entre estudiantes y J¨®venes profesores, con 1956 como fecha s¨ªmbolo de su presencia (por supuesto, junto a otros grupos y fuerzas pol¨ªticas). El pensamiento socialista, entroncando con lo mejor del liberalismo ¨¦tico y pol¨ªtico, con la lucha por la democracia pluralista y los derechos humanos, va impregnando durante todos esos a?os, lenta pero Profundamente, la sociedad espa?ola.
Socialistas est¨¢n presenlles, en primer lugar, en el mundo obrero, pero tambi¨¦n entre las nuevas clases medias, en el ¨¢mbito de la universidad (desde el final de los a?os cincuenta en torno, por ejemplo, a Tierno Galv¨¢n), en el de la cultura (imposible no recordar aqu¨ª Cuadernos para el Di¨¢logo, pilotada por Ruiz-Gim¨¦nez) y en toda la sociedad espa?ola, de manera m¨¢s o menos latente, como ha puesto claramente de manifiesto su potente actual realidad.
La profunda renovaci¨®n org¨¢nica del PSOE se produce, por otro lado, imparable, a partir de 1970 en su 11? (24?) Congreso de Toulouse y se consolida en el ya c¨¦lebre de Suresnes, en octubre de 1974, con el definitivo paso de la direcci¨®n al interior y el nombramiento de Felipe Gonz¨¢lez como secretario general. El resto, es ya historia viva y experiencia directa de todos los espa?oles que hemos llegado con esperanza a este importante 28 deoctubre de 1982.
, militante del PSOE, es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.