Vuelve el cine negro

No es esta la primera vez que nos encontramos ante una pel¨ªcula que se inspira en el propio cine para rendir homenaje a ¨¦pocas pasadas o para utilizar de ellas lo que a¨²n pueda atraer al p¨²blico de nuestros d¨ªas. La profunda ausencia de novedad, que late en el fondo de estas pel¨ªculas queda a veces compensada por la originalidad de su tratamiento. Es el caso, al menos, de Cliente muerto no paga, en la que se quiere recordar el esplendor del cine de detectives que tanto influy¨® la d¨¦cada de los treinta y aun de los cuarenta. El sistema utilizado por Karl Reiner para referirse a aquel cine negro no consiste s¨®lo en imitar decorados o en obligar a sus actores a reproducir los gestos y actitudes de los duros int¨¦rpretes de entonces, sino en utilizar directamente fragmentos de las pel¨ªculas m¨¢s famosas del g¨¦nero e intercalarlos en la narraci¨®n de forma que sean, Bogart, Alan Ladd, Barbara Stanwyck, Ray Milland, Ava Gadner, Burt Lancaster, Ver¨®nica Lake, Bette Davis, Lana Turner, James Cagney y muchos otros los que den la r¨¦plica al detective de turno. Unos, en sus viejos papeles positivos; otros, en su encarnaci¨®n de hombres malvados y fuera de la ley, contemplan la actitud del joven protagonista de hoy, aconsej¨¢ndole o reprendi¨¦ndole seg¨²n acepten o no su postura: por amor, est¨¢ dispuesto a encontrar a los asesinos del padre de su bella cliente. La f¨®rmula es sorprendente al principio de la pel¨ªcula y aburre en sus ¨²ltimos minutos. Incluso Reiner comprende que no puede llevar su narraci¨®n s¨®lo por los caminos del montaje, y trata, en clave de humor, de construir una historia propia, aut¨®noma que, no obstante, paga tributo a la idea original de la pel¨ªcula. Cliente muerto no paga se debilita, por tanto, en ese aspecto, pero no llega a defraudar. Su juego cinematogr¨¢fico, sin ser asombroso, est¨¢ realizado con tal precisi¨®n que raras veces chirr¨ªan los planos rodados ahora cuando se unen a los filmados hace cuarenta o cincuenta a?os. Hay tal exactitud en el montaje, tanto parecido en la calidad fotogr¨¢fica de todos los fragmentos, que no se puede dejar de aplaudir el trabajo que el director y su int¨¦rprete principal, a la vez que coguionista, han realizado con tanta ilusi¨®n. El resultado corresponde a sus pretensiones. Otra cuesti¨®n es que ¨¦stas sean realmente ambiciosas.