Budd Boetticher: "Pas¨¦ de conducir un Rolls Royce a una camioneta con gallinas"
El director norteamericano present¨® ayer su 'Arruza' en la Filmoteca
Uno de los cl¨¢sicos vivientes del cine norteamericano, Budd Boetticher, est¨¢ en Madrid. El autor de la legendaria serie de westerns de Randolph Scott en los a?os cincuenta, va a asistir a una muestra de su obra organizada por la Filmoteca, que ayer proyect¨® su Arruza, filme in¨¦dito en Espa?a, que Boetticher considera "el comienzo de su cine futuro". Este filme, que cost¨® a Boetticher varios a?os de trabajo y su fortuna personal, le permite presumir de ser "el ¨²nico hombre del mundo que pas¨® de conducir un Rolls-Royce a una furgoneta con gallinas".
La primera impresi¨®n que produce este hombre de 64 a?os, delgado, de mirada astuta, que jalona sus historias con carcajadas contagiosas, y que afila sus ojos cuando sonr¨ªe, es la de que s¨®lo habla de lo que ama, como sus personajes.
?Es cierto que fue usted torero? "S¨®lo aficionado", contesta como si lo lamentase, en castellano, pero me pide disculpas: "Voy a seguir en ?ingl¨¦s, que es el idioma que uso para hablar con mi mujer, con mi caballo y para hablar de cine".
El mejor cumplido
Le pregunto por Arruza. "Es mi vida, o quiz¨¢s el comienzo de una vida nueva. Es un filme especial. Los directores empiezan haciendo documentales y luego hacen ficci¨®n, pero mi caso es el contrario. Cuando se tienen 20 a?os y se est¨¢ sin blanca todo da igual. Pero cuando se tienen 60 y se ha probado el ¨¦xito, quedarse en la ruina es otro asunto, Pero si por la ruina puedes permitirte el lujo de hacer lo que quieres, bienvenida sea".Boetticher ha roto el hielo. Le pregunto por sus filmes de los a?os cuarenta, casi olvidados, y vuelve, a ¨¦l la seriedad: "Cuando se tienen 25 a?os y uno empieza a hacer pel¨ªculas, lo mejor es olvidarse de ellas. Hay quien cree que son buenas, pero a mi me parecen espantosas. Yo empec¨¦ a ser director cuando ten¨ªa hechas 18 pel¨ªculas".
?Por qu¨¦ su predilecci¨®n por el western? "He dirigido medio centenar de pel¨ªculas y de, ellas s¨®lo once son westerns. No hay predilecci¨®n. Pero lo cierto es que amo el western. En ¨¦l se est¨¢ cerca del actor, y yo amo a los actores. S¨®lo odi¨¦ a dos, a Gilbert Roland, que actu¨® en El torero y la dama, y a Ray Danton, que fue Legs Diamond, pero ambos hicieron su mejor interpretaci¨®n conmigo. Un director de cine que no ame a sus actores debe dedicarse a otro oficio. El western me permite trabajar al aire libre. Odio los estudios".
Hay en sus westerns, en especial en la serie de Randolph Scott, entre ellos Siete hombres para la horca, Los cautivos y Estaci¨®n Comanche, una rara perfecci¨®n. "Le contar¨¦ una historia. Estoy casado desde hace once a?os y desde hace diez no hago una pel¨ªcula. Por esta circunstancia mi mujer no conoce mis filmes. El otro d¨ªa, en Portugal, despu¨¦s de ver Cabalgada en el desierto, mi mujer vino a mi y me dijo: "Eres un buen director". Le di las gracias.
El 'western' vive
"Pero me hicieron una vez otro cumplido mejor. Ver¨¢ usted, Carlos Arruza y yo fuimos amigos durante 13 a?os. Tuvimos algunas broncas durante el rodaje de Arruza, pero nada importante. Rodamos una corrida entera para la pel¨ªcula. Arruza ten¨ªa miedo de no quedar como el n¨²mero uno, porque llevaba muchos a?os sin torear, pero en aquella corrida cort¨® dos orejas y rabo. A mi juicio, sin embargo, hab¨ªa estado mal en el tercio de caballos y le dije que hab¨ªa que repetirlo. "No hay toros", me contest¨®. Pero yo hab¨ªa comprado tres, as¨ª que no ten¨ªa escapatoria. Repetimos la corrida. La noche antes estuvimos ensayando, buscando encuadres. Carlos me dijo con sorna: "Dime d¨®nde tengo que morir". Le contest¨¦: "Lo que t¨² haces lo haces mejor que nadie, pero yo s¨¦ dirigir pel¨ªculas mejor que t¨². Si t¨² haces lo que sabes y yo tambi¨¦n, la gente del futuro sabr¨¢ quien fue Arruza". Estaba furioso conmigo. Cuando hubo copi¨®n, me ret¨® a verlo en un mano a mano. Al final me dijo: 'Budd, me has sacado mejor de lo que soy'. Ese es el mejor cumplido que me han hecho".?Ha muerto el western? "Yo voy a hacer uno en Espa?a, el a?o que viene, con Dustin Hoffmann, Richard Dreyfuss y James Coburn. Se titula Un caballo para mister Barnun, y trata de tres cowboys que vienen aqu¨ª en busca de caballos pura sangre. Es una historia que ocurri¨® en 1880. Luego har¨¦ otro, un westem aut¨¦ntico titulado Cuando haya algo que hacer, situado en 1918. Los dos son ideas m¨ªas. Desde que mand¨¦ a Hollywood a la mierda, puedo dar las gracias si una pel¨ªcula me sale bien o pedir perd¨®n si me sale mal. El western ha cambiado, pero sigue ah¨ª. ?Que en los comienzos fue un g¨¦nero optimista y ahora tiende al pesimismo?. Todo depende del punto de vista. Si Eva Braun hubiera hecho una pel¨ªcula sobre Hitler, seguro que le ser¨ªa favorable. Igual ocurre con el western. Depende de quien lo haga".
?Por qu¨¦ rompi¨® con Hollywood? "Cuando me fu¨ª a rodar Arruza, en Hollywood me esperaron in¨²tilmente para hacer un western con John Wayne. Me qued¨¦ en M¨¦xico, tan arruinado que hasta los taxistas me llevaban gratis porque sab¨ªan mi pobreza. Estuve en la c¨¢rcel y prob¨¦ el manicomio. La pel¨ªcula con Wayne la hizo, seg¨²n creo, Andrew McLaglen, el hijo de Victor, y Donald Siegel rod¨® un gui¨®n m¨ªo titulado Dos mulas para la hermana Sara. Cuando se estren¨®, John Ford me llam¨® por tel¨¦fono: '?Budd? Aqu¨ª Jack Ford. ?Esa mierda es tuya?'. 'No', le contest¨¦. 'Lo supon¨ªa', dijo. Y colg¨®. Realmente era una mierda. Siegel me llam¨® para pedirme perd¨®n".
Conoc¨ª a Ford cuando vio The Buter and the Lady. Le pregunt¨¦ si le parec¨ªa buena. Me dijo: "No... Me parece buen¨ªsima". De ¨¦l, de Howard Hawks, de King Vidor, que se muri¨® ayer, de esos hay que hablar. O de Lucien Ballard, el mejor c¨¢mara qu¨¦ ha existido. Mi encuentro con ¨¦l es legendario en Hollywood. Los productores me lo impusieron para Santos, el magn¨ªfico y yo aprovech¨¦ para echarles una bronca por no haberme consultado. En plena bronca me dirig¨ª a Ballard y le dije: 'Mister Ballard, le acepto, pero en mis pel¨ªculas soy yo quien dice d¨®nde hay que poner la c¨¢mara'. Ballard me contest¨®: 'Mister Boetticher, puede usted meterse la c¨¢mara en el culo'. Me tronch¨¦ de risa y nos fuimos a tomar copas. As¨ª comenz¨® una gran amistad".
Budd Boetticher, con un deje de nostalgia, sigue aun tronch¨¢ndose de risa.
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