Los golpes de la provocaci¨®n
SIETE D?AS despu¨¦s de la celebraci¨®n de las elecciones generales del 28 de octubre el cobarde asesinato del general V¨ªctor Lago, jefe de la Divisi¨®n Acorazada Brunete, es la brutal contestaci¨®n dada por el terrorismo al dictamen de las urnas. De esta forma, una sociedad que desea vivir en paz y ha votado mayoritariamente por la moderaci¨®n y el cambio es puesta en vilo por una organizaci¨®n violenta, impotente para conseguir la adhesi¨®n mayoritaria de los ciudadanos, pero capaz de sacudir, mediante cr¨ªmenes repugnantes y provocaciones a las Fuerzas Armadas, los cimientos de la Monarqu¨ªa parlamentaria. Los terroristas se pueden jactar de haber helado la sonrisa de la izquierda vencedora en las urnas y de haber devuelto las esperanzas y los pretextos a los alica¨ªdos golpistas.Cr¨ªmenes como el perpetrado ayer en Madrid parecen pedir ¨²nicamente la exteriorizaci¨®n de emociones, desde la sincera condolencia a los familiares, amigos y compa?eros de armas del asesinado general Lago hasta la indignada condena de sus salvajes verdugos. Sin embargo, constituye tambi¨¦n un deber, de cumplimiento nada f¨¢cil, la tarea de analizar las implicaciones pol¨ªticas de un crimen que no se agota en la desnuda brutalidad terrorista de haber privado de la vida a un semejante. El mensaje del Rey en v¨ªsperas de los comicios advirti¨® ya sobre el peligro de que, aprovechando las incertidumbres y los intersticios de la etapa de interinidad entre la celebraci¨®n de las elecciones y la formaci¨®n del nuevo Gobierno, terroristas y golpistas volvieran a poner en riesgo la convivencia democr¨¢tica. Tal y como apunt¨¢bames ayer en estas mismas columnas, el calendario para la investidura presidencial debe por eso ser acortado al m¨¢ximo. Destacados expertos en derecho constitucional concuerdan en que no existe impedimento alguno para que la designaci¨®n por el Congreso de Felipe Gonz¨¢lez como jefe del Ejecutivo anteceda a la solemne sesi¨®n en la que el Rey se dirija a las Cortes Generales, al igual que sucedi¨® con la investidura de Adolfo Su¨¢rez en marzo de 1979. De esta forma, ser¨ªa posible que la C¨¢mara baja eligiera nuevo presidente del Gobierno en la cuarta semana de noviembre, y no vemos por qu¨¦ no ha de hacerse as¨ª -ni nadie lo ha explicado a¨²n-, mientras existen un sinf¨ªn de motivos que avalan la tesis de adelantar al m¨¢ximo la investidura.
En el momento de escribir estas l¨ªneas se ignora que organizaci¨®n terrorista conocida -ETA Militar, ETA-VIII Asamblea, Comandos Aut¨®nomos Anticapitalistas, GRAPO- o todav¨ªa in¨¦dita ha perpetrado el crimen. Partiendo de la hip¨®tesis -bastante probable- de que la autor¨ªa del asesinato del general Lago sea atribuible a ETA Militar, resulta preciso plantearse, una vez m¨¢s, la articulaci¨®n entre los prop¨®sitos expresos y el significado objetivo de los atentados de esa banda sanguinaria. Pese a que 210.000 ciudadanos han dado su voto a Herri Batasuna, coalici¨®n electoral que se precia de su convergencia con ETA Militar -ivaya jactancia la de ser amigo de Al Capone!-, su estancamiento en t¨¦rminos relativos ante las urnas, que le ha hecho perder un diputado y un senador respecto a los comicios de 1979, pone de relieve el car¨¢cter irremediablemente minoritario del nacionalismo radical y violento. Los progresos de la racionalidad en el Pa¨ªs Vasco, traumatizado todav¨ªa por las dolorosas experiencias y las torpezas gubernamental es de los a?os sesenta y setenta, no han sido desde?ables en el ¨²ltimo tiempo. La firmeza del PNV en la condena de la violencia, el viraje de Euskadiko Ezkerra haciala superaci¨®n en la izquierda democr¨¢tica de los enfrentamientos entre nacionalistas y no nacionalistas, el resurgimiento del voto socialista (el segundo en el Pa¨ªs Vasco), la autodisoluci¨®n de ETA-VII Asamblea y el brote de nuevas actitudes en destacados portavoces de Herri Batasuna muestran que las cosas se han movido en buena direcci¨®n, aunque sea despacio, desde la aprobaci¨®n del Estatuto de Guernica. El zarpazo brutal de los milis -de confirmarse su autor¨ªa- una semana despu¨¦s de la convocatoria electoral no podr¨ªa ser abstra¨ªdo de esa lenta pero firme marea de paz que podr¨ªa concluir anegando definitivamente los pedregales de la violencia.
Los 210.000 votantes de Herri Batasuna en la comunidad vasca y en Navarra constituyen un contingente humano significativo, pero, a la vez, marginal, ya que suman tan s¨®lo un 11% sobre el censo total de electores. Las contradictorias declaraciones de distintos portavoces de esa coalici¨®n, unas veces mensajeras de una m¨ªnima racionalidad, otras manchadas de sangre y lodo, permiten suponer que esos sufragios tampoco constituyen un bloque monol¨ªtico de energ¨²menos sedientos de cat¨¢strofes. En ese contexto, no es descartable que el asesinato del general Lago se propusiera, entre otras cosas igualmente siniestras, cerrar ese m¨ªnimo resquicio a la esperanza abierto por el abogado Esnaola durante la campa?a electoral. Sans¨®n derribando las columnas del templo para provocar la muerte de los fil¨ªsteos y la suya propia ser¨ªa la contundente r¨¦plica de los asesinos a sus equivocados int¨¦rpretes.
?Qu¨¦ ha podido pretender adem¨¢s ETA Militar con ese crimen, caso de confirmarse su autor¨ªa? La megal¨®mana estrategia de sus ide¨®logos, para quienes las vidas humanas son piezas de ajedrez a sacrificar o intercambiar en una partida de duraci¨®n infinita, quiz¨¢ apunte al desencadenamiento de una ofensiva para obligar al futuro Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez a doblar las manos ante las inaceptables e irreales condiciones adelantadas por algunos de los representantes legales de los terroristas para iniciar una tregua. Con independencia de que el futuro Gobierno socialista nunca estar¨ªa dispuesto a arriar la bandera de la soberan¨ªa democr¨¢tica, como ayer mismo ratific¨® en Televisi¨®n Espa?ola Felipe Gonz¨¢lez, una negociaci¨®n de ese tipo, en la que los arrinconados terroristas tratar¨ªan de presentarse como interlocutores victoriosos, es institucional, pol¨ªtica e hist¨®ricamente imposible. Un Estado legitimado por la voluntad popular no puede capitular ante una minor¨ªa violenta; otra cosa es que el Gobierno en su realismo, como en el caso de ETA-VII Asamblea, facilite l¨ªneas de huida a los adversarios que abandonan las armas y negocie indultos particulares concretos de los que puede sustanciarse un bien com¨²n superior.
Al futuro Gobierno socialista la historia no le va a ahorrar la tarea de afrontar y resolver el desaf¨ªo terrorista. Y a Felipe Gonz¨¢lez no le resultar¨¢ f¨¢cil encontrar el rumbo entre tantos escollos. La colaboraci¨®n del Parlamento vasco, del Gobierno de Vitoria, de las fuerzas sociales defensoras de la paz y de la Iglesia vasca ser¨¢ m¨¢s necesaria que nunca. Pero la gran novedad de los pr¨®ximos meses ser¨ªa que el Gobierno socialista de Espa?a lograra convencer al Gobierno socialista de Francia de que la ret¨®rica internacionalista-democr¨¢tica de nuestros vecinos se compadece mal con su pol¨ªtica tradicional en el departamento de los Pirineos Atl¨¢nticos. Hay suficientes signos para suponer que Mitterrand ha comprendido bien el problema y que est¨¢ m¨¢s dispuesto a colaborar, y ha colaborado de hecho ya bastante m¨¢s, de lo que Giscard ayud¨® a Espa?a en este terreno. Bastante m¨¢s no parece suficiente. Quiz¨¢ el execrable asesinato de ayer contribuya tambi¨¦n a que el Gobierno de Par¨ªs recapacite sobre cu¨¢nto puede hacer en este terreno.
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