Reacciones ante el crimen
LAS TOMAS de posici¨®n de los partidos pol¨ªticos del arco parlamentario tras el asesinato del general Lago han tenido como denominador com¨²n un comprensible trasfondo emocional de horror frente a la barbarie de ETA y un sentimiento de preocupaci¨®n ante una escalada de violencia contra las Fuerzas Armadas. Esos estados de ¨¢nimo pasionales, generalizados entre todos los ciudadanos, no deber¨ªan, sin embargo, apoderarse por entero de los l¨ªderes pol¨ªticos, cuya funci¨®n principal es conservar la cabeza, fr¨ªa y la capacidad de reflexi¨®n en momentos de incertidumbre.La insistencia del partido socialista por aplazar hasta la segunda semana de diciembre la investidura del presidente del Gobierno, prolongando una situaci¨®n de interinidad que podr¨ªa ser clausurada sin problemas ocho d¨ªas antes, no parece apoyarse en razones m¨¢s vigorosas que los argumentos aducibles en contra. Sin embargo, es este un tema menor que no merece mayor pol¨¦mica.De otro lado, la utilizaci¨®n por Manuel Fraga del asesinato del general Lago para fundamentar su anterior afirmaci¨®n de que "hay que intentar entender el golpismo" es una lamentable manifestaci¨®n de oportunismo, que lleva impl¨ªcita -diga lo que diga quien la hace- la eventual justificaci¨®n hist¨®rica de la rebeli¨®n militar.
Pero quiz¨¢ la declaraci¨®n m¨¢s ins¨®lita tras el asesinato del general Lago haya sido la de UCD, que ha reclamado de manera, casi expresa la ilegalizaci¨®n de Herri Batasuna: "Frente a los grupos pol¨ªticos que tratan de justificar las acciones terroristas, aunque hayan comparecido a las elecciones, debe procederse a su disoluci¨®n, cambiando las leyes si fuera necesario". Con independencia de la cuesti¨®n de fondo, sorprende que el partido bajo cuyo gobierno, fue autorizada la coalici¨®n electoral del nacionalismo radical descubra, nada m¨¢s perder el poder, la urgente necesidad de situar fuera de la ley a Herri Batasuna, cuya propaganda siempre se bas¨®, con Su¨¢rez y Calvo Sotelo en la Moncloa, en sus convergencias estrat¨¦gicas con ETA Militar. ?Se trata de endosar al futuro Gobierno socialista el trabajo que UCD no quiso, no pudo o no supo realizar mientras ocup¨® las estancias del poder? ?0 es el comienzo de una t¨¢ctica de oposici¨®n desleal de los derrotados centristas, orientada a desbordar a la propia Alianza Popular por su derecha? Felipe Gonz¨¢lez encontrar¨¢, bajo las alfombras del palacio de la Moncloa, demasiados asuntos que la falta de resoluci¨®n de su predecesor ha dejado pudrir o ha enconado. Pero resulta demasiado fuerte que, de a?adidura, quienes han despilfarrado la confianza de los electores a lo largo de tres a?os y medio de insuficiente uso del poder traten de endilgar a sus sucesores, mediante pujas demag¨®gicas y oportunismos desenfrenados, tareas sucias, dudosas o dif¨ªciles que ni siquiera ellos se atrevieron a acometer. "Cambiar las leyes" para ilegalizar a Herri Batasuna exigir¨ªa, como paso previo, discutir la constitucionalidad de tales normas. Y esa decisi¨®n, en cualquier caso, tendr¨ªa que sopesar los pros y contras pol¨ªticos de la medida, operaci¨®n que, a nuestro juicio, arrojar¨ªa un claro saldo negativo, pese a la repugnancia moral que suscitan a cualquier persona honesta las despreciables declaraciones de Solabarr¨ªa o Ziluaga. Herri Batasuna ha tocado techo en la aceptaci¨®n popular en las urnas. Las provocaciones sangrientas de ETA Militar y las provocaciones verbales de algunos dirigentes de la coalici¨®n electoral emparentada ideol¨®gicamente con los terroristas no persiguen otro objetivo, a nuestro juicio, que reconquistar en la clandestinidad y el martirio el terreno perdido por el nacionalismo radical en los ¨²ltimos a?os y frenar los claros s¨ªntomas de descomposici¨®n que pueden llevar a una parte de sus 210.000 votantes -de los que resulta imposible pensar que son todos locos, s¨¢dicos o c¨®mplices de asesinos- a abandonarles.
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