Una educaci¨®n para todos
POCAS CUESTIONES fueron objeto, a lo largo de la campa?a electoral, de tanta atenci¨®n y pol¨¦mica como las relacionadas con la ense?anza. En el terreno de la EGB, el futuro Gobierno tendr¨¢ que afrontar la tarea de satisfacer las expectativas tanto de quienes desean seguir enviando a sus hijos a centros privados financiados con fondos presupuestarios (en buena medida gestionados por ¨®rdenes religiosas) como de quienes aspiran a una sustancial mejora del sector estatal de la ense?anza, sin olvidar, por supuesto, la existencia de colegios de pago, situados fuera de la pol¨¦mica porque no reciben subvenci¨®n oficial alguna. Las cuestiones de este debate no se limitan, pues, al tema de las subvenciones para los centros privados, religiosos o laicos que imparten la EGB. La calidad de la ense?anza en general, la situaci¨®n del profesorado en todos los niveles, las deficiencias de la ense?anza media (tanto del BUP como de la formaci¨®n profesional) y la profunda crisis universitaria son temas sobre los que se centra la atenci¨®n de buena parte de la sociedad espa?ola.No parece arriesgado suponer que un amplio sector del electorado socialista, castigado por las bajas rentas o el desempleo y avencindado en zonas rurales o en los suburbios de las grandes capitales, aspira a que se resuelva la insuficiente escolarizaci¨®n, a la distribuci¨®n m¨¢s racional y equitativa de los puestos de EGB en todo el territorio y a una mejora sustancial de los servicios educativos. La falta de entusiasmo de la iniciativa particular a la hora de cubrir las zonas inc¨®modas o semiabandonadas hace inexcusable la presencia del Estado en esos lugares incluso para quienes apoyan el llamado principio de subsidiariedad del sector p¨²blico en la educaci¨®n.
Las mejoras inaplazables e inexcusables de la ense?anza estatal incluyen numerosos renglones, desde las reivindicaciones profesionales de los profesores hasta las dotaciones de material did¨¢ctico (incluyendo bibliotecas y laboratorios), pasando por la revisi¨®n de las instalaciones en aquellos colegios donde faltan aulas y espacios libres y por la prestaci¨®n de servicios educativos (idiomas, especialmente) hoy inexistentes en la pr¨¢ctica. Este programa, imprescindible y urgente, concede car¨¢cter prioritario a la asignaci¨®n de fondos presupuestarios para la ampliaci¨®n del sector p¨²blico de la EGB y hace tambi¨¦n inexcusable que los traspasos de las competencias a las comunidades aut¨®nomas acaben con el distanciamiento centralista respecto a las necesidades locales. Sin que ello signifique que desaparezca la unidad necesaria del sistema educativo.
Los socialistas se han comprometido, al tiempo de mejorar y potenciar la ense?anza p¨²blica, a mantener la financiaci¨®n con fondos estatales de colegios privados, que suministran una oferta insustituible -hoy por hoy- de plazas escolares y cuya colaboraci¨®n al esfuerzo educativo com¨²n resulta obvia. Lo que, a nuestro juicio, la opini¨®n p¨²blica espera del cambio es que las subvenciones, tanto en ¨¦ste caso como en cualquier otro, se hagan con criterios objetivos no determinados por presiones de instituciones poderosas o por condicionamientos ideol¨®gicos de ning¨²n signo -absolutamente ninguno- y que exista un control adecuado del destino de las propias subvenciones, para que el ciudadano sepa que los fondos p¨²blicos no son empleados en beneficio de intereses peque?os o particulares. El compromiso adquirido por el PSOE durante la campa?a de debatir un nuevo Estatuto de Centros tiene como trasfondo la discusi¨®n que rode¨® el antiguo texto, impuesto por UCD en las Cortes Generales sin negociaci¨®n previa -a diferencia de otras leyes org¨¢nicas-, con la oposici¨®n socialista, y la sentencia del Tribunal Constitucional que derog¨® parte de su articulado. La participaci¨®n de los padres, los profesores y los alumnos en la gesti¨®n de todos los centros subvencionados y la seguridad de que esos consejos de direcci¨®n evitar¨¢n discriminaciones ideol¨®gicas a la hora de admitir o despedir alumnos o profesores, constituyen, en ese sentido, casi el ¨²nico procedimiento v¨¢lido para efectuar el control de las subvenciones antes aludido. Naturalmente, ello no debe afectar a los principios de organizaci¨®n de la escuela de modo que se caiga en excesos similares a los sucedidos en Italia, por ejemplo. No es admisible, por lo dem¨¢s, que el ideario de un colegio subvencionado pueda en ning¨²n caso recortar derechos y libertades garantizados en la Constituci¨®n. La dramatizaci¨®n del di¨¢logo sobre la libertad de ense?anza oculta que la discusi¨®n no gira en tomo a los derechos de la iniciativa privada para establecer colegios, derecho innegable y en el que se fundamenta el pluralismo social, sino que se centra fundamentalmente en el uso del dinero p¨²blico por los colegios subvencionados.
Pero los temas de la EGB no agotan el cap¨ªtulo educativo. La etapa preescolar se halla en un grado notable de descuido, precisamente por las instituciones p¨²blicas, como si las transformaciones sociales y la incorporaci¨®n de la mujer al trabajo no hicieran inexcusable el cuidado y la atenci¨®n de los ni?os en jardines de infancia gratuitos. En el otro extremo, el gran desaf¨ªo que plantea la ense?anza media al Gobiemo socialista es articular un sistema v¨¢lido para satisfacer las demandas sociales de hoy que no contribuya a acentuar las diferencias iniciales con que se enfrentan al proceso educativo los diferentes grupos y clases sociales, y que prepare a los trabajadores del futuro para nuevas t¨¦cnicas y especialidad¨¦s. La escasez de puestos escolares gratuitos en el BUP coexiste con una formaci¨®n profesional que ha tocado fondo en lo que respecta a la falta de calidad, sensaci¨®n generalizada de inutilidad y desprestigio. El Gobiemo socialista tendr¨¢ que replantearse en su conjunto toda nuestra ense?anza media con el objetivo de aumentar las tasas de escolarizaci¨®n, mejorar sustancialmente la oferta educativa y preparar al alumnado tanto para el trabajo productivo como para el eventual ingreso en la universidad. En estos momentos resulta dif¨ªcil saber para qu¨¦ sirve el bachillerato a los muchachos cuyo acceso a la universidad es improbable o ininteresante. Y el cambio demanda tambi¨¦n una preparaci¨®n para nuevos empleos y especialidades incompatible con las concepciones envejecidas y los planes de estudio anquilosados de la FP.
Un fen¨®meno semejante se est¨¢ produciendo en la ense?anza superior, tanto en lo que concieme al primer grado de las escuelas universitarias como en los estudios facultativos y de doctorado. La experiencia de la ley de Autonom¨ªa Universitaria, boicoteada por los intereses de un corporativismo miope, demuestra la necesidad de la reforma previa de las estructuras acad¨¦micas. La rigidez de los planes de estudio, la compartimentaci¨®n de las especialidades y la obsesi¨®n por los t¨ªtulos tradicionales distancia cada vez m¨¢s a nuestras universidades de los centros de ense?anza superior de los pa¨ªses desarrollados.
Finalmente, ese cambio que se espera en el ¨¢mbito educativo guarda relaci¨®n directa con la cualificaci¨®n del profesorado en todos los niveles. Durante los ¨²ltimos af¨ªos se ha hablado hasta la saciedad de la mala calidad de la ense?anza, del bajo rendimiento del sistema educativo y del fracaso escolar, pero no se ha hecho pr¨¢cticamente nada por mejorar la formaci¨®n del profesorado, de cuya reforma depende la de la escuela. El abandono en que permanecen sumidas las escuelas de Magisterio tiene que ser corregido si no se quiere seguir hipotecando gravemente el futuro de las generaciones que est¨¢n entrando ahora mismo en la EGB. Ahora bien, el cambio tiene que afectar a todo el profesorado. Es insostenible que se aplique s¨®lo a la ense?anza primaria la necesidad de una formaci¨®n espec¨ªfica para ejercer la docencia, mientras que para la ense?anza media valen en teor¨ªa todos aquellos que no han sido capaces de encontrar un puesto de trabajo en la profesi¨®n para la que inicialmente se formaron. La flexibilizaci¨®n de las v¨ªas de acceso a la docencia universitaria y la extensi¨®n de los sistemas de contrataci¨®n deben, igualmente, atender tanto a la preparaci¨®n probada de los aspirantes como a la revisi¨®n del r¨ªgido sistema de cooptaci¨®n, mal llamado oposici¨®n, que ha convertido a los centros superiores en patrimonio de los propietarios vitalicios de las llaves que abren o cierran las puertas de las c¨¢tedras.
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