Un riesgo permanente
Siempre que la guerra irano-iraqu¨ª trasciende sus escenarios terrestres para pasar a librarse, tambi¨¦n, sobre las aguas del Golfo P¨¦rsico, se dispara el temor y crece la atenci¨®n de las principales canciller¨ªas alrededor de las repercusiones mundiales de la contienda.Las razones de esta s¨²bita recuperaci¨®n de la memoria mundial son m¨²ltiples. La m¨¢s importante no es, por cierto, la de los 150.000 muertos, los centenares de miles de heridos y los dos millones de refugiados que desde septiembre de 1980 hasta ahora la guerra se ha cobrado. Se?aladamente, una de las razones m¨¢s relevantes parece ser la de que las aguas del Ormuz contemplan, hasta ahora, el paso de la tercera parte de las exportaciones mundiales de petr¨®leo.
Ir¨¢n ha conseguido, pese a la guerra, bombear dos millones de barriles al d¨ªa, a precios por debajo del canon fijado para el crudo de la regi¨®n. As¨ª consigue las divisas que le permiten afrontar la contienda.
Para Irak, el problema es parejo. Los elevados costos de la contienda le exigen vender crudo velozmente, pero el hostigamiento iran¨ª de la zona de Basora, su principal puerto, pone en peligro estos prop¨®sitos.
En la misma medida, cualquier ataque enemigo que ponga en peligro la planta bombeadora iran¨ª de Jarq, espita de salida de la casi totalidad del rico crudo del Juzest¨¢n iran¨ª, es una soga en su propio cuello que Teher¨¢n debe deslazar.
En caso de que la situaci¨®n b¨¦lica asfixiase a Ir¨¢n el hoyatoleslam Rafsanjani ha recordado que la Rep¨²blica Isl¨¢mica optar¨ªa por cerrar la garganta del estrecho de Ormuz, eje exportador de los pa¨ªses del ¨¢rea ar¨¢biga.
Aqu¨ª reside el riesgo m¨¢s grave de conflagraci¨®n generalizada. Nadie duda de que Estados Unidos no tolerar¨ªa esta medida de Teher¨¢n, ni de que un movimiento de las fuerza norteamericanas de intervenci¨®n inmediata causar¨ªa, inexorablemente, la respuesta sovi¨¦tica.
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