Banca Catalana: una crisis car¨ªsima
EL DESENLACE de la crisis de Banca Catalana ha llevado la tranquilidad al grupo que, gracias a las grandes ayudas recibidas, escapa de los peligros de la suspensi¨®n y de la quiebra. De nuevo, un banco de dimensi¨®n media, por su volumen de dep¨®sitos, es saneado con dineros del Estado y del resto de los establecimientos bancarios.Desde que en enero de 1978 se plante¨® el problema del Banco de Navarra, donde, como en el caso de Catalana, el pasivo superaba los activos realizables, funciona una serie de mecanismos de salvaguardia para reparar las v¨ªas de agua que se abren en no pocas instituciones de cr¨¦dito espa?olas, evitando as¨ª que vayan a la quiebra. Pero, en cambio, no se han dictado unos preceptos claros y contundentes que permitan limitar y controlar la expansi¨®n del cr¨¦dito y de la actividad vertiginosa del negocio bancario, evitando de antemano estas grandes cat¨¢strofes.
En muchos pa¨ªses industriales existen normas de regulaci¨®n que determinan el volumen posible de pr¨¦stamos de los bancos en funci¨®n del capital propio. Una proporci¨®n generosa podr¨ªa situar esta relaci¨®n en uno a quince (quince millones de disponibilidades crediticias por cada mill¨®n de capital). Aplicado este porcentaje al caso de Banca Catalana, hubiera significado que, con un capital pr¨®ximo a los 6.000 millones de pesetas, los cr¨¦ditos concedidos no habr¨ªan superado los 90.000 millones.de pesetas. En la realidad han rebasado, a nivel de todo el grupo bancario, los 200.000 millones, de los que entre 60.000 y 70.000 millones son irrecuperables. Por otra parte, de haber existido una limitaci¨®n como la apuntada, la Administraci¨®n habr¨ªa sido mucho m¨¢s cuidadosa.
Por poner otro ejemplo concreto, en Alemania Occidental, pa¨ªs gobernado por los socialdem¨®cratas durante los tres ¨²ltimos lustros, las normas bancarias son rigurosamente objetivas. No pueden rebasarse, ni existe ninguna capacidad discrecional por parte de las autoridades. Adem¨¢s, la claridad en las definiciones facilita la intervenci¨®n de la justicia: el incumplimiento o la temeridad es camino seguro de la c¨¢rcel. Palabra ¨¦sta que, por cierto, para nada aparece entre los temores de los responsables de estas grandes quiebras encubiertas en Espa?a.
Las enormes p¨¦rdidas de Banca Catalana, as¨ª como las de otros bancos con problemas, se deben, en gran parte, a la crisis industrial y a un fracaso espec¨ªfico en el sector de la construcci¨®n. En el sistema financiero espa?ol, a trav¨¦s de testaferros o de sociedades interpuestas, es f¨¢cil sortear las prohibiciones sobre concentraci¨®n de riesgos, incluidos los de las propias empresas de los bancos. Las conexiones camufiadas entre administradores de entidades de cr¨¦dito e inmobiliarias facil¨ªta un m¨¦todo para burlar la prohibici¨®n existente de que un banco posea ¨ªnmuebles por un valor superior al de sus recursos propios, es decir, a su capital. La prohibici¨®n que impone el C¨®digo de Comercio a la autocartera, es decir, la compra de sus propias acciones por el banco, con dinero de los depositantes, tambi¨¦n se conculca una y otra vez, aunque sea dif¨ªcil o imposible de probar.
La legislaci¨®n financiera actual todav¨ªa procede, en su mayor parte, de los a?os 1968-1969, ¨¦poca en la que los intereses p¨²blicos y determinados intereses privados estaban ¨ªntimamente solapados. Y pese a que la actual legislaci¨®n penal permitir¨ªa aplicar las figuras de los delitos o faltas como estafa, abuso de confianza, negligencia grave, etc¨¦tera, los tribunales se inhiben casi siempre porque dicen no entender estas complejidades financieras. El resultado es que, como decimos, los delincuentes de cuello blanco de las crisis financieras no pagan por el delito que cometen, m¨ªentras que los ladrones de coches (o de bicicletas) y los rateros atestan las comisar¨ªas y los centros de reclusi¨®n.
Una ayuda frecuente en este g¨¦nero de fraudes que el Gobierno ha convenido en llamar "irregularidades bancarias" son las licencias de estilo en la elaboraci¨®n de balances, mediante el expediente de realizar anotaciones contables que no est¨¢n respaldadas por n¨ªng¨²n activo real. Estos activos ficticios ascienden a 16.000 millones en el caso de Banca Catalana. Si adem¨¢s se le a?aden 45.000 millones de activos fallidos y 11.600 millones de activos no rentables, se comprende que el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos se vea obligado a sanear la entidad con 60.000 millones de ayudas y otros 15.000 millones m¨¢s si tiene que suscribir en su totalidad el capital que debe reponerse.
Los accionistas de Banca Catalana han perdido su capital. Las acciones de mil pesetas valen simb¨®licamente una o cinco pesetas, seg¨²n la serie. En la junta general extraordinaria celebrada el 17 de noviembre, los accionistas han aceptado con serenidad su destino. Incluso la petici¨®n de responsabilidades a los administradores ha sido rechazada, porque los que estaban en contra superaban a quienes exig¨ªan explicaciones. Queda, naturalmente, abierta la v¨ªa del expediente administrativo, que instruir¨¢ la autoridad monetaria para determinar si existen o no responsabilidades de los antiguos consejeros.
Adem¨¢s de las aportaciones del Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos, el Banco de Espa?a -como proclam¨® el secretario del Fondo actual y administrador de Banca Catalana- ha anticipado 86.000 millones de pesetas para cubrir los d¨¦fic¨ªt de tesorer¨ªa que se han originado en la entidad desde que se hicieran patentes los s¨ªntomas de crisis. La cantidad en su conjunto es enorme, y no sale de la nada, sino del bolsillo del contribuyente en gran parte. Supone, adem¨¢s, un drenaje inadmisible en las ya mermadas posibilidades de inversi¨®n que tiene este pa¨ªs. Un fracaso como el de Banca Catalana justificar¨ªa que, en adelante, si un banco cualquiera necesita una aportaci¨®n de tesorer¨ªa superior al 6% (por ejemplo) de sus recursos ajenos, su entrada en el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®s¨ªtos sea autom¨¢tica. Se evitar¨ªan as¨ª, en el futuro, las dudas de si los condicionamientos pol¨ªticos pueden o no retrasar las medidas de saneamiento financiero, como parece que ha podido suceder en el tema que comentamos por la proximidad de las elecciones y la personalidad de algunos de los protagonistas. Entre otras razones porque una soluci¨®n m¨¢s r¨¢pida es siempre m¨¢s barata, y lo exigible en estos casos no es tanto generosidad cuanto celeridad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.