La autor¨ªa del discurso de la Corona
Ante la proximidad del discurso del Rey ante las Cortes Generales, y despu¨¦s de haberse pronunciado el mismo, se han sucedido diversas opiniones de periodistas y l¨ªderes pol¨ªticos acerca de si el mensaje real deb¨ªa ser redactado por el Gobierno que nazca de la nueva legislatura o, por el contrario, sea el propio monarca su verdadero autor, gozando de plena independencia.En otras monarqu¨ªas, se sigue la tradici¨®n de que el Rey lea estos mensajes redactados por el Gobierno, y en los que se anuncia cu¨¢l va a ser pol¨ªtica de los poderes legislativo y ejecutivo en los pr¨®ximos a?os. Sin que niegue la virtualidad y eficacia de este m¨¦todo, estimo que para nuestro caso no es lo m¨¢s conveniente, ya que se utiliza al soberano para la transmisi¨®n de un programa pol¨ªtico concreto que, obviamente, ha de encontrar r¨¦plica en los grupos pol¨ªticos de la oposici¨®n y puede llevar a que las discrepancias de los partidos pol¨ªticos se presenten como si fuesen contra el propio Rey, debilitando su prestigio, que nos es tan necesario y conveniente, como se ha demostrado en los ¨²ltimos a?os.
Por a?adidura, nuestro r¨¦gimen pol¨ªtico prev¨¦ un discurso de investidura del candidato a la presidencia del Gobierno, que es donde tiene acomodo todo el programa pol¨ªtico que la mayor¨ªa parlamentaria pretende seguir durante la legislatura, lo que exonera al soberano de toda participaci¨®n en las directrices de su Gobierno y preserva su neutralidad entre las diversas opciones pol¨ªticas.
Pienso que se ajusta m¨¢s al esp¨ªritu de nuestra Constituci¨®n la pr¨¢ctica -que ya se ha iniciado- de que sea el Rey el propio autor del discurso de apertura de las legislaturas, siendo esta ocasi¨®n -que se produce solamente cada cuatro a?os aproximadamente-, en la que el Monarca puede hablar de forma tan solemne a todas las instituciones del Estado y al pueblo espa?ol a trav¨¦s de sus leg¨ªtimos representantes.
De esta forma, no se cae en proclividades sectoriales, sino que la l¨ªnea del mensaje es institucional y ajustada a la m¨¢s alta pol¨ªtica de Estado, por encima de cualquier veleidad pol¨ªtica. Tambi¨¦n permite este sistema dirigirse a todos los ciudadanos, sin que ¨¦stos puedan interpretar que los criterios que se expresen en el discurso proceden de un determinado partido pol¨ªtico, sino exclusivamente de la m¨¢s genuina representaci¨®n de la naci¨®n.
Tambi¨¦n se ha de tener en cuenta que al Rey le son m¨¢s asequibles ciertas materias integradoras, muy necesarias a un pueblo tan propicio a enfrentamientos, aunque ¨¦stos sean solamente dial¨¦cticos.
Las diversas ocasiones que nuestro Rey ha pronunciado los discursos de apertura de las legislaturas van creando un uso constitucional que, considero, no debe de romperse; no s¨®lo por lo acertado que han sido estos mensajes, sino porque tambi¨¦n se manifiesta en ello el poder moderador y arbitral que ejerce el Monarca.
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