Pedro Ruiz presenta en el teatro Victoria de Barcelona otro espect¨¢culo c¨®mico
Pedro Ruiz, la risa rebelde, barcelon¨¦s -"castellanopensante y catalanosintiente", como se defini¨® el artista-, 35 a?os y once en el mundo del espect¨¢culo, se present¨® el pasado mi¨¦rcoles en el teatro Victoria de Barcelona, en solitario, con su nuevo espect¨¢culo Mitos y chirigotas.Hora y media de Pedro Ruiz, a palo seco y en un escenario como el Victoria, que se come al artista, es una monstruosidad. El espect¨¢culo de Pedro Ruiz -rentabilidad aparte- pide una sala m¨¢s chica, no necesariamente a la italiana, propiciando una mayor comunicaci¨®n entre el artista y el p¨²blico, con una media parte, o con dos pases distintos, pudiendo respirar, es decir, fumar y tomar una copa. La chanza, la rumba, que eso son las chirigotas, exigen una cierta intimidad, un cierto clima, una cierta respiraci¨®n, y el Victoria, en lugar de favorecerlos, los suprime.
El personal que parodia y al que zumba Pedro Ruiz es harto conocido: Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa, el doctor Cabeza, Lauren Postigo, Jes¨²s Hermida, Alfredo Amestoy, Julio Iglesias, Carmen Maura, Rapliael. Y luego, claro, los pol¨ªticos: Ronald Reagan, Margaret Thatcher, el general Haig, el presidente Fran?ois Mitterrand y, entre los locales, Landelino Lavilla, Adolfo Su¨¢rez, Manuel Fraga, Santiago Carrillo, Felipe Gonz¨¢lez, Al¨ªbriso Guerra, Jordi Pujol, Marcelino Oreja, etc¨¦tera. Am¨¦n de esos mitos, Pedro Ruiz parodia tambi¨¦n, mediante unas filmaciones que se exhiben en una pantalla de v¨ªdeo, determinados anuncios de la televisi¨®n, y una parte de su chanza se ceba en el estamento eclesi¨¢stico, provaticanesco, antidivorcista y contrario al uso de anticonceptivos, chanza que cae bien, que se jalea, pero en la que resultan gratuitas y de mal gusto algunas frases.
El humor de Pedro Ruiz es una mezcla de humorismo pol¨ªtico de los ¨²ltimos a?os del franquismo, del boom del humor, como se dijo a finales de los sesenta, principios de los setenta -el humor de Por Favor y El Papus-, del pim-pampum sangriento y espa?ol¨ªsimo que se practicaba en los casinos de provincia, entre liberales y conservadores, y de lo que podemos denominar la escuela Hara-Kiri, el semanario franc¨¦s bestia, guarro y procaz: la parodia que Pedro Ruiz hace del anuncio del tampax est¨¢ dentro de la l¨ªnea de esta publicaci¨®n. Todo ello, servido con cierta gracia y una gran seguridad. Estamos, pues, ante un profesional de altura, que sabe lo que quiere y c¨®mo lograrlo; el espect¨¢culo funcion¨®; vamos, que el p¨²blico se lo pasa en grande.
Las parodias m¨¢s logradas son las de Carrillo, Guerra y Fraga, sin duda lo mejor del espect¨¢culo. Por barato, esa es la palabra, hay que mencionar negativamente la parodia de Mitterrand, al que se deja como un trapo sucio.
Al final, el espect¨¢culo, toda la chanza, toda la mala uva, se viene abajo, de la manera m¨¢s ingenua: Pedro Ruiz sale parodiando un borracho, y nos cuenta, nos dice, lo que realmente piensa. ?Y qu¨¦ piensa Pedro Ruiz? Pues que los pol¨ªticos son todos iguales y que al salir del teatro hemos de levantar la vista al cielo y meditar que somos una estrella perdida en la inmensidad del universo...
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