Lectura, m¨²sica y deporte son Ias aficiones m¨¢s extendidas entre los nuevos ministros
Lectura, m¨²sica y deporte son las tres aficiones m¨¢s extendidas entre los nuevos ministros. Hombres j¨®venes, amantes de invertir horas nocturnas en la lectura y la m¨²sica y del ejercicio deportivo los fines de semana. Y hombres que posiblemente han de sentirse inc¨®modos en los primeros tiempos de sus mandatos presidenciales, atrapados entre escoltas, coches oficiales y la obligaci¨®n de fondo de estar a las ocho de la ma?ana en el despacho. Este podr¨ªa ser el retrato robot de los nuevos ministros, que desde el pasado mi¨¦rcoles cuentan con protecci¨®n oficial. Los mismos cuatro polic¨ªas que, en turnos de dos, proteg¨ªan hasta ayer a los ministros de Calvo Sotelo, vigilan a partir de ahora cada movimiento de estos hombres.
Jos¨¦ Mar¨ªa Maravall, por ejemplo, tuvo que contestar negativamente al mayor de sus hijos ayer mismo, cuando ¨¦ste le pregunt¨® si pod¨ªa acudir al colegio, a una reuni¨®n de padres de alumnos con los profesores. De momento, se confes¨® a un redactor de este peri¨®dico abrumado por el aluvi¨®n de papeles que ha tenido que estudiarse hasta ahora y por la perspectiva que se presenta ante ¨¦l, de situarse en el poder, con lo que ello comporta. Ayer ya comenzaba a sentir la, por el momento, embarazosa compa?¨ªa de la escolta durante todo el d¨ªa.Los ratos de compa?¨ªa de los hijos ser¨¢n, sin duda, una de las grandes obsesiones a partir de ahora de Fernando Ledesma. Sus ¨ªntimos consideran como una de las caracter¨ªsticas fundamentales de la personalidad del nuevo ministro de Justicia su inter¨¦s por llevar de forma directa la educaci¨®n de sus tres hijos. Cada d¨ªa sabe cu¨¢les son las lecciones que les han dado en el colegio y se encarga de repasarlas con ellos y de asegurarse bien de que llevan preparado el trabajo del d¨ªa siguiente. Sus amigos admiran en ¨¦l sus dotes did¨¢cticas, desarrolladas sin duda gracias a esta pr¨¢ctica, y en especial su facilidad para explicar a sus hijos conceptos jur¨ªdicos o pol¨ªticos, lo que le permite incorporarles a conversaciones de altura. La charla es una de las aficiones m¨¢s desarrolladas por Ledesma, que disfruta de forma especial cuando consigue reunir a unos cuantos amigos en el sal¨®n de su casa frente a una taza de caf¨¦. Las m¨¢s de sus amistades est¨¢n concentradas en el mundo de lo que fue Justicia Democr¨¢tica. Se ha declarado siempre admirador y seguidor de Joaqu¨ªn Ruiz Gim¨¦nez, con quien se ve frecuentemente. La educaci¨®n de sus hijos y las charlas con sus amigos ser¨¢n sin duda sus dos obsesiones a partir de ahora, cuando las responsabilidades ministeriales le roben el tiempo del que ahora dispon¨ªa.
El tiempo. Esa parece ser la mayor preocupaci¨®n de Carlos Solchaga, en la puerta de cuya casa, en la Colonia del Viso, se ha instalado hace dos d¨ªas un pareja de polic¨ªas nacionales, que charlan con los escoltas que acompa?ar¨¢n a partir de ahora al nuevo ministro de Industria y Energ¨ªa. "Es algo a lo que me voy a tener que acostumbrar. La vida que me espera a partir de ahora me va a impedir hacer algo que me gustaba mucho: salir a la calle, tomarme unas copas con los amigos, estar de tertulia. Voy a tener unos l¨ªmites de tiempo, porque creo que se debe estar a las ocho de la ma?ana en el despacho y ello, sin duda, me obligar¨¢ a acortar las noches, que me gustan tanto. Y de representatividad, ya que el salir libremente por la calle no va a ser tan f¨¢cil porque te reconocen, te puedes sentir observado y puedes influir en el entorno del lugar a donde vayas. No obstante me quedan los amigos de bancos, de la universidad, del partido e incluso de la prensa, con los que espero seguir manteniendo una relaci¨®n lo m¨¢s intensa posible. A perder eso no me resigno, porque por mi actividad y por la propia vida en la ciudad se tiende a un cierto aislamiento y uno necesita protegerse con la gente que tiene gustos parecidos".
Muchas lecturas
Encima de la mesa del sal¨®n de su piso, no excesivamente grande, amueblado con elementos cl¨¢sicos y modernos, se amontonan ya carpetas e informes del nuevo ministerio, de la OCDE y del Banco de Espa?a. En la repisa de una biblioteca en la que se mezclan cl¨¢sicos como Dostoievsky, Tolstoi o Huxley con los Garc¨ªa M¨¢rquez o Vargas Llosa, se apilan algunos de los cinco libros que est¨¢ leyendo al mismo tiempo Solchaga: el recientemente publicado por el ex ministro Punset; Berlin Alexanderplatz, de Alfred D?blin; y un texto del cl¨¢sico Burkhard referido a la transici¨®n del paganismo al cristianismo en la ¨¦poca del emperador Constantino.
"En los ratos libres, que cada vez van a ser menos, me gusta estar tumbado a la bartola leyendo o escuchando m¨²sica". En su discoteca hay variaci¨®n: desde varios vol¨²menes de Los Panchos y el Tr¨ªo Guadalajara a la m¨²sica del romanticismo o la barroca. "Mahler no me gusta tanto como a Alfonso Guerra", comenta jocoso. Con sus hijos, de doce y diez a?os, y su mujer, economista como ¨¦l, y a la que conoci¨® en la facultad, suele aprovechar los fines de semana para ir a la Sierra. Pr¨¢cticamente cada mes, y siempre en Navidades y vacaciones, vuelve a su pueblo, Tafalla, donde viven sus padres y sus tres hermanos.
Dos 'cul¨¦s'
La lectura es la afici¨®n m¨¢s conocida de Ernest Lluch, que hasta ahora sol¨ªa dedicar sus ma?anas de s¨¢bado a la b¨²squeda de nuevos t¨ªtulos con los que enriquecer su biblioteca. Esa afici¨®n es probablemente lo que le empuja siempre, en sus fines de semana, a buscar el refugio silencioso de Mai¨¢ de Montcal, en Gerona. Lluch, que siempre se present¨® como diputado por esta provincia distinguida entre otras cosas por sus espl¨¦ndidas playas, nunca demostr¨® inter¨¦s por pasar sus d¨ªas libres en ellas, quiz¨¢ por considerarlas demasiado ruidosas, sino que siempre ha preferido el silencio del interior. Ruido, lo que se dice ruido, s¨®lo lo soporta en el Camp Nou. Pasa por ser hincha furibundo del Bar?a y buen conocedor de los complicados entresijos del club, e incluso muchos se malician que le hubiera gustado tanto llegar a presidente del Barcelona como a ministro.
Tambi¨¦n es buen barcelonista Narc¨ªs Serra, que hered¨® su nombre de pila de Narc¨ªs de Carreras, ex presidente del club. Serra no ha cedido un ¨¢pice en su barcelonismo a pesar de los quebraderos de cabeza que le ha proporcionado ¨²ltimamente Jos¨¦ Luis N¨²?ez, empe?ado en ampl¨ªar y reampliar hasta el infinito el Camp Nou, con los problemas urban¨ªsticos que eso le planteaba al hasta ahora alcalde de la ciudad. El ministro de Defensa viv¨ªa en Sant Cugat, a poco m¨¢s de doce kil¨®metros de Barcelona, en uno de los seis chal¨¦s adosados construidos por un conocido equipo de arquitectos catalanes, al otro lado de la monta?a del Tibidabo. Delante de su casa, desde hace tres a?os y medio, hay un quiosco donde un par de agentes velan por la seguridad del ya ex alcalde de Barcelona. En este terreno, el nuevo ministro de Defensa lleva una ventaja sobre sus compa?eros, a quienes la presencia de la escolta parece agobiarles. El ya est¨¢ acostumbrado.
Serra est¨¢ casado con Concha Vilialba, licenciada en Medicina; no tienen hijos. Hace tan s¨®lo una semana que su mujer se decidi¨® definitivamente a marcharse con su esposo a vivir a Madrid; en principio no quer¨ªa desarraigarse de sus amigos, de su profesi¨®n, de su medio. El matrimonio Serra busca estos d¨ªas afanosamente casa en Madrid. Llu¨ªs Reverter, hasta ahora concejal de Barcelona y futuro director general de Informaci¨®n y Relaciones Exteriores del Ministerio de Defensa, es el hombre que est¨¢ inspeccionando viviendas en Madrid para elegir una apropiada para el titular de su departamento. En cualquier caso, el propio Narc¨ªs manifest¨® ayer su intenci¨®n de estar de vuelta en Barcelona cada viernes por la noche, a fin de relajarse y no perder contacto con Catalu?a. En Sant Cugat, tocando Mozart al piano, piensa olvidarse de las tensiones y problemas de la gesti¨®n de la cosa p¨²blica. O leyendo a Espriu, cuyo ¨²ltimo libro ha quedado abierto en su mesita de noche por la p¨¢gina ciento y pico.
Entre los ministros m¨¢s caracterizados por su afici¨®n al deporte se cuenta Jos¨¦ Barrionuevo. "Hay que castigarse el cuerpo", suele comentar jocosamente. Pasa por ser un buen nadador, deporte que procura practicar un par de veces por semana, se confiesa enemigo del tabaco y educa en el deporte a sus tres hijos, con los que le gusta salir a correr a la Casa de Campo. Buen aficionado al f¨²tbol, no le gusta perderse los grandes partidos. Y no perdona su rato de escuchar m¨²sica por las noches.
El deporte de dos ruedas es una de las dedicaciones que m¨¢s caracterizan a Javier Solana, propietario de una Sanglas, una antigua Vespa y una espl¨¦ndida bicicleta de carreras, su compa?era inseparable las ma?anas de domingo. Tiene su R-5 especialmente adaptado para transportarla y la considera elemento fundamental de sus vacaciones de verano, que pasa en Galicia, muy cerca de Bayona. La furia con que afronta las fuertes pendientes de las monta?as de San Antoni?o es muy comentada entre los paisanos de la comarca. Tambi¨¦n lo es el aspecto de novios de los a?os sesenta que ofrecen ¨¦l y su mujer, hija de general, cuando se van de excursi¨®n en la Vespa. Precisamente suele argumentar que el ir sobre dos ruedas le quita a?os de encima.
Vive en una urbanizaci¨®n a unos veinte kil¨®metros de Madrid. Es amante de la m¨²sica cl¨¢sica. Se acuesta bastante tarde, porque permanece hasta altas horas leyendo y escuchando m¨²sica y rara vez le dura un libro m¨¢s de dos d¨ªas. Pese a su carrera de fisico, le apasiona el ministerio que le ha encargado a petici¨®n propia el nuevo presidente, mucho m¨¢s a su medida que ministerios m¨¢s t¨¦cnicos, como Industria o Transportes, a los que se rumore¨® que estar¨ªa destinado.
Relacionado con el deporte estaba hasta ahora, aunque por v¨ªa de directivo, Javier Moscoso, que formaba parte de la junta directiva de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol bajo la presidencia de Pablo Porta. Tom¨¢s de la Quadra Salcedo, pese a ser primo hermano del c¨¦lebre periodista-aventurero, se inclina por un deporte m¨¢s bien ui bano, como es el tenis. En lo que respecta a la forma de vestir, preside el estilo deportivo que deber¨¢n cambiar todos ellos por un aire mucho m¨¢s formal. En este sentido, sus ¨ªntimos prev¨¦n dificultades para el titular de Agricultura, Carlos Romero, a quien no imaginan fuera de sus pantalones de pana.
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