Unos servicios muy poco secretos
El descubrimiento de esp¨ªas y agentes dobles est¨¢ minando la credibilidad del m¨ªtico Servicio de Inteligencia ingl¨¦s
El ¨²ltimo juicio contra un esp¨ªa se inici¨® el lunes contra el catedr¨¢tico canadiense Hugh Hambleton, que en tiempos trabaj¨® para la OTAN. La defensa de Hambleton se ha basado en su afirmaci¨®n de que era un doble agente que trabajaba para los servicios franceses y canadienses, quienes no hab¨ªan avisado a sus colegas brit¨¢nicos por miedo a las filtraciones que en los ¨²ltimos tiempos han aquejado a los servicios secretos de Londres. Y el catedr¨¢tico asegura que cen¨® en Mosc¨² nada menos que con Yuri Andropov, entonces jefe de la KGB y hoy m¨¢ximo dirigente sovi¨¦tico.Hambleton, de sesenta a?os de edad, entr¨® a trabajar en la secci¨®n de econom¨ªa de la OTAN, en Par¨ªs, en 1956. Anteriormente hab¨ªa trabajado durante la segunda guerra mundial con los servicios de inteligencia canadienses y de la resistencia francesa.
Para entrar en la OTAN cont¨® con el apoyo de su amigo Lloyd Delameter. Su ingreso fue ratificado por el jefe del directorio econ¨®mico de la OTAN, John Licence, de tendencias homosexuales. "Nos invitaba a restaurantes y por debajo de la mesa nos tocaba la pierna", declar¨® supuestamente Hambleton a la polic¨ªa brit¨¢nica. En 1960, un agente sovi¨¦tico que hab¨ªa desertado al Occidente revel¨® la existencia de un esp¨ªa en la OTAN. La sospecha recay¨® sobre Licence, dados sus contactos con Guy Burgess, el brit¨¢nico que se pas¨® a Mosc¨². Licence se vio obligado a dimitir.
Primeros contactos
El catedr¨¢tico canadiense, que dispone de la nacionalidad brit¨¢nica, ha sido acusado de pasar informaci¨®n secreta de la OTAN a los sovi¨¦ticos entre 1956 y 1961 y de obtener informaci¨®n que podr¨ªa resultar ¨²til al enemigo entre 1956 y 1979. Hambleton se declar¨® inocente, pero el fiscal, sir Michael Havers, aseguro que el profesor hab¨ªa tenido acceso a material clasificado como "c¨®smico", el m¨¢s alto grado de secreto en la OTAN.
Seg¨²n su propia versi¨®n, los sovi¨¦ticos entraron por primera vez en contacto con Hambleton en 1950 o 1951, en una recepci¨®n en la Embajada chilena en Canad¨¢. Un tal Borodin, que el profesor identific¨® luego como VIadimir Baurdin, primer secretario en la Embajada sovi¨¦tica, "se refiri¨® a lugares escondidos para dejar mensajes, trazos de tiza, y cosas generales relacionadas con los servicios de inteligencia". Cuatro a?os despu¨¦s, en Par¨ªs, como estudiante, Borodin volvi¨® a contactar a Hambleton. El profesor asegura que, cuando este contacto se produjo, los agentes franceses se le acercaron y uno de ellos, Jean Masson, le empuj¨® a entrar en la OTAN, que Hambleton abandon¨® en 1961 para estudiar en Londres y regresar en 1964 corno profesor a la Universidad canadiense de Laval.
Hasta 1964, Hambleton sigui¨® viajando a Par¨ªs, manteniendo contactos regulares con los sovi¨¦ticos. Entre 1967 y 1970 surgi¨® en Quebec un nuevo contacto misterioso, Rudi Hennan.
Hambleton ha afirmado que los documentos que pas¨® a los sovi¨¦ticos hab¨ªan sido "retocados" por los franceses y canadienses para "desinformar" a Mosc¨². Los documentos eran reales en un 80% y eran fotografiados por medio de una m¨¢quina que le hab¨ªa proporcionado la KGB. El fiscal mantiene que no es as¨ª y que Hamelton se llevaba documentos a su casa -hasta unos trescientos- para fotografiarlos. El profesor lo niega. Su abogado defensor, John Loyd-Eley, asegur¨® que mostrar¨ªa, por medio de una carta de las autoridades canadienses, que toda la operaci¨®n fue iniciada por los servicios de Francia y Canad¨¢. Estos ¨²ltimos tomaron el control directo de Hambleton cuando ¨¦ste regres¨® a su pa¨ªs de origen. Contactos en Viena y Par¨ªs, mensajes en buzones muertos, radio de onda corta cifrada, tinta invisible. Lo ten¨ªa todo.
En 1975, el profesor viaja a Viena. Tras un contacto frustrado con Paul consigue llegar a Mosc¨², por medio de la Embajada sovi¨¦tica en Praga.
En la capital sovi¨¦tica se re¨²ne a cenar con un grupo de "altos funcionarios". entre los que Hambleton cree que se encontraba Yuri Andropov. En una conversaci¨®n en ingl¨¦s, declar¨® Hambleton, el jefe de la KGB pidi¨® detalles y opiniones sobre la situaci¨®n internacional, Europa, Oriente Pr¨®ximo, los gastos militares de Estados Unidos. Andropov, aparentemente quer¨ªa empujarle a que fuera diputado en Canad¨¢, ofreci¨¦ndole financiar su campa?a electoral. En 1978, seg¨²n Hambleton, los sovi¨¦ticos le ofrecieron desertar al Este.
Su esposa lo denunci¨® como doble agente a los sovi¨¦ticos, y, de nuevo seg¨²n su propia versi¨®n, fueron los servicios franco-canadienses los que le informaron de este hecho.
El esp¨ªa que fue al fr¨ªo
Para mantener su cobertura, estos servicios pretendieron arrestarle en noviembre de 1979 en Quebec, bajo amenaza de espionaje, pero, por "falta de pruebas", le dejaron en libertad. Hambleton asegur¨¦ estar convencido de que dispon¨ªa de inmunidad.
En el Old Bailey tuvo un enfrentamiento el viernes con el juez al negarse a dar la identidad de su contacto canadiense. Finalmente, lo escribi¨® en un papel para que el juez pudiera leerlo, pues "si la persona fuera identificada, podr¨ªa tener graves problemas, especialmente si el individuo estuviera en un territorio extranjero, como Rusia".
Hugh Hambleton fue arrestado por los brit¨¢nicos en junio de este a?o, cuando estaba de paso hacia Par¨ªs. Afirma que sus mentores canadiens es le hab¨ªan recomendado que no viniera al Reino Unido, pues las autoridades brit¨¢nicas no sab¨ªan que era agente doble. A pesar de la estrecha colaboraci¨®n entre canadienses y brit¨¢nicos en el campo de los servicios secretos, ¨¦stos no hab¨ªan sido informados, pues, "la seguridad aqu¨ª no es muy adecuada". Se refer¨ªa a las filtraciones.
El juicio ha quedado suspendido hasta ma?ana, lunes. La culpabilidad no es f¨¢cil de probar. La inocencia, tampoco; pero en el Reino Unido no se trata de eso. En cualquier caso, la verdad no llegar¨¢ nunca al p¨²blico, pues gran parte de las sesiones del juicio se celebraron a puerta cerrada, con declaraciones de altos funcionarios no identificados de la OTAN.
El juicio que s¨ª ha quedado concluido es el de Geoffrey Prime, con su sentencia de 35 a?os de c¨¢rcel por catorce de espionaje y otros tres por delitos sexuales. Prime, de 44 a?os de edad, hab¨ªa trabajado de 1968 a 1976 en Cheltenham, el centro de espionaje electr¨®nico a 160 kil¨®metros de Londres, que colabora estrechamente con otros servicios occidentales.
Un 'topo' en Cheltenham
Arrestado por sospechas de ataques sexuales contra menores de edad, Prime confes¨® sus actividades de esp¨ªa a su mujer, que le delat¨® a la polic¨ªa. Tan s¨®lo despu¨¦s se encontraron todos los "utensilios indispensables para el esp¨ªa moderno en su casa".
Algunos medios brit¨¢nicos barajan, sin embargo, otras hip¨®tesis. ?C¨®mo es posible que trabajara como esp¨ªa en solitario? ?C¨®mo es que nadie se dio cuenta antes de sus actividades? ?C¨®mo es que en 1976 Prime dimiti¨® de su cargo de traductor en Cheltenham para dedicarse a taxista y vendedor de vino? ?Sus viajes no detectados a Viena o a Berl¨ªn? No es probable que Prime fuera conscientemente un doble agente. Lo que s¨ª puede haber ocurrido, seg¨²n estos medias brit¨¢nicos, es que los servicios de contraespionaje brit¨¢nicos se hab¨ªan percatado de las actividades de Prime y lo hubieran utilizado para "desinformar" a los sovi¨¦ticos. Este es el mundo de la informaci¨®n en el cual el conocimiento es poder, y en el cual un falso conocimiento puede ser a¨²n m¨¢s da?ino que la ignorancia.
Jack Folfende, experto en tel¨¦fonos de este centro de Cheltenham, muri¨® al estrellarse su coche doce d¨ªas despu¨¦s del arresto de Prime en julio. La semana pasada, Ernest Brocockway, t¨¦cnico en radio de Cheltenham, fue descubierto ahorcado en su piso. La primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher, ha asegurado que no hay relaci¨®n entre estos casos y el de Prime. El viernes, el popular Daily Star, afirmaba que otras cinco personas est¨¢n siendo examinadas e Cheltenham y que un nuevo esc¨¢n dalo est¨¢ al caer en las pr¨®ximas semanas.
Sobre las Malvinas
Si de esp¨ªas se trata, hay que mencionar tambi¨¦n el caso de Philip Aldrige, quien ha sido detenido bajo la acusaci¨®n de haber pasado a un pa¨ªs del Este desde Londres informaci¨®n sobre la campa?a de las Malvinas. Pocos d¨ªas despu¨¦s, el viernes, el Foreigri Office confirmaba la expulsi¨®n del capit¨¢n Anali Pav1ovich Zotov, agregado militar sovi¨¦tico en Londres, "por actividades incompatibles con su status", es decir, por intentar crear, sin ¨¦xito, seg¨²n el Foreign Office, una red de esp¨ªas en el Reino Unido. Los medios de comunicaci¨®n brit¨¢nicos sugirieron que el Gobierno brit¨¢nico intentaba as¨ª recuperar su credibilidad, pero de hecho fue la Embajada sovi¨¦tica la que filtr¨® antes la noticia.
Y el ¨²ltimo caso, por el momento, es el de Robin Gordon-Walker, hijo del que fuera ministro laborista de Asuntos Exteriores durante unos meses en 1964-1965. Ha sido, acusado de utilizaci¨®n irresponsable de informaci¨®n: a saber, de haber pasado unos documentos confidenciales de preparaci¨®n de una reuni¨®n del ministro de Asuntos Exteriores, Francis Pym, con sus colegas de la Comunidad Econ¨®mica Europea.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.