Cincuenta a?os de silencio
El principio de no injerencia en los asuntos internos de otro Estado rige el Derecho Internacional. Todo servicio de inteligencia o todo Ministerio de Asuntos Exteriores sabe, sin embargo, que no hay l¨ªnea divisoria real entre el comportamiento interno y el externo de un Estado. El concepto de justicia -que no es sin¨®nimo de derecho- se rompe tambi¨¦n ante los esp¨ªas.La relaci¨®n entre el poder judicial y el poder ejecutivo en este campo es sumamente tensa y dificil. Sin una confesi¨®n, es dificil en la mayor¨ªa de los casos establecer la culpabilidad de un esp¨ªa. La falta de publicidad y la gratificaci¨®n de una inmunidad al esp¨ªa puede adem¨¢s permitir al poder utilizarlo como doble agente. De ah¨ª las constantes confusiones. Ni Philby, Burgess, Maclean o Anthony Blunt -el c¨ªrculo de Cambridge- han pasado por la c¨¢rcel. Unos desertaron al Este. Otros confesaron y no fueron jam¨¢s juzgados. De ah¨ª que en el Reino Unido surjan peri¨®dicamente esc¨¢ndalos que apasionan a la opini¨®n p¨²blica y que se deben a menudo, a filtraciones de los propios servicios, inmersos en luchas intestinas. As¨ª, son conocidas las tensiones entre el M15 (servicio interno) y M16 (externo) en los a?os sesenta.
En aquellos tiempos, el M15 estaba dirigido por sir Roger Hollis, quien el pasado a?o fue exonerado de toda sospecha de doble actividad por la propia primera ministra brit¨¢nica, Margaret Thatcher. Hollis quer¨ªa tratar a la KGB como un grupo de hombres normales. Los j¨®venes turcos del servicio pensaban de otro modo, siguiendo- la idea del norteamericano de la CIA James Angleton sobre un desierto de espejos en Mosc¨². Convencidos de la penetraci¨®n por la KGB antes de la guerra de los servicios secretos occidentales, los j¨®venes del MI5 siguieron buscando un traidor situado en un alto puesto de su propia organizaci¨®n.
De ah¨ª que, seg¨²n The Sunday Times y Nigel West -autor este ¨²ltimo de Una cuesti¨®n de confianza, que ser¨¢ publicado pr¨®ximamente con algunas partes censuradas por el Gobierno-, pudiese revelar que los agentes brit¨¢nicos espiaban sobre sus propios jefes.
Por este mismo canal ha vuelto a ser destapado el esc¨¢ndalo Profumo, que estall¨® en 1963, cuando John Profumo, entonces ministro de la Guerra en el Gabinete de Harold Macmillan, dimiti¨®. Profumo neg¨®, pero luego admiti¨® sus relaciones con Christine Keeler, show girl de dieciocho a?os de edad, que tambi¨¦n estuvo pr¨®xima a Eugene Ivanov, un oficial de inteligencia sovi¨¦tico. Finalmente, Stephen Ward, el hombre que present¨® a ambos a Keeler, se suicid¨® durante su juicio por ingresos inmorales.
Para West, no cabe duda de que Ward trabajaba para el M15, pero el servicio no le socorri¨® cuando el esc¨¢ndalo se hizo p¨²blico. Seg¨²n esta ¨²ltima versi¨®n, Ward fue, pues, un doble agente. La autobiograf¨ªa de Keeler saldr¨¢ el pr¨®ximo a?o.
Profumo no ha querido hacer comentario alguno sobre estas revelaciones. Lord Denning, responsable de la encuesta sobre el caso Profumo, ha indicado que los documentos del asunto deber¨ªan ser hechos p¨²blicos cincuenta a?os despu¨¦s de los acontecimientos. Esto es, el 1 de enero del a?o 2014.
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