Una gran violinista para una gran orquesta
De viaje la Orquesta Nacional, en una breve gira por el norte de Espa?a, ocup¨® este fin de semana el teatro Real la Sinf¨®nica de Radio Stuttgart, dirigida por Neville Marriner y con la colaboraci¨®n de la excepcional violinista Miriam Fried.La Orquesta de Stuttgart figura, por propio derecho, entre la media docena de grandes orquestas alemanas, no s¨®lo por su larga y espl¨¦ndida historia, sino tambi¨¦n por una realidad espl¨¦ndida, para llegar a la cual hay que sumar el trabajo de una serie de grandes directores, entre los que figuran Furtw?engler, Fricsay, Schuricht, Kleiber y Celibidache.
Estamos ante una formaci¨®n que a su cohesi¨®n y densa personalidad sonora une un virtuosismo colectivo impresionante. Sus posibilidades din¨¢micas son interminables y llama la atenci¨®n la manera de escucharse unos a otros, premisa para alcanzar una verdadera fusi¨®n sinf¨®nica, que, sin embargo, no se da siempre, ni siquiera en todas las orquestas de categor¨ªa.
Miriam Fried y los sinf¨®nicos de Stuttgart
Obras de Mozart, Debussy y Brahms. Orquesta S. de la Radio de Stuttgart. Director: Neville Marriner. Violinista: Miriam Fried.Teatro Real, 3, 4 y 5 de diciembre.
La personalidad sonora de los m¨²sicos de Stuttgart es muy distinta de los filarm¨®nicos berlineses: su ideal sonoro, siendo denso, es m¨¢s claro de tonalidades, con lo que el peso de la masa sonora resulta suficientemente leve y moldeable como para dar vida y gracia a un tan bello Mozar como el de la Sinfon¨ªa en si bemol n¨²mero 33, llevada por Marriner con la maestr¨ªa que le dio renombre al frente de la St. Martin-in The-Fields.
No me parece, en cambio, que el concepto que el director ingl¨¦s tiene de El mar debussyano, dentro de una correcci¨®n y severidad, m¨¢s que absolutas, abusivas, sea el adecuado.
Brillante, esplendoroso, hasta incisivo en las sonoridades, este mar tuvo m¨¢s estad¨ªstica que po¨¦tica, m¨¢s marina mercante que sirenas, mucho m¨¢s m¨¦trica que flexibilidad en la fluencia. Todo ello considerado dentro de una calidad orquestal que no se admira todos los d¨ªas.
?D¨®nde encontramos adjetivos para una violinista israel¨ª llamada Miriam Fried, despu¨¦s de escucharle el concierto de Brahms? No los encontraron Oistrakh, Stern, Menuhin ni Francescatti en 1971, pero, como constitu¨ªan el jurado del concurso Reina Isabel de B¨¦lgica, pudieron otorgarle el m¨¢ximo galard¨®n con todos los pronunciamientos favorables.
Tres a?os antes hab¨ªa triunfado en el concurso Paganini, de G¨¦nova. Como es sabido, en este tipo de grandes cert¨¢menes internacionales se re¨²nen, de una parte, concursantes venidos de todas partes del mundo y procedentes de las mejores escuelas, y de otra, jurados en los que figuran los primeros nombres de la interpretativa.
Arte joven y perfecto
Sonido, expresividad, legato incre¨ªble, simultaneidad en los ataques, maestr¨ªa en el fraseo y las articulaciones, virtuosismo que parece innato y, sobre cuanto podr¨ªa enumerarse en un interminable recuento de valores, la frescura fascinante de un arte joven y perfecto que hace de una obra tantas veces o¨ªda, como el concierto de Brahms, aut¨¦ntico y sorpresivo estreno.
El teatro Real se ven¨ªa literalmente abajo a impulso de las aclamaciones: el nombre y el arte de Miriam Fried es de los que hacen historia. M¨¢s si cuenta con una colaboraci¨®n tan fabulosa como la prestada por la Orquesta de Stuttgart y el director Marriner, justamente aclamados en uni¨®n de la solista.
Babelia
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