Tenazas sobre El Salvador
.En El Salvador la pol¨ªtica ha girado y sigue girando, candente, alrededor del r¨¦gimen de propiedad de la tierra. Pol¨ªtica burda que ha convertido a los trabajadores en fil¨®n de oro a explotar con voracidad.
Las injusticias sociales generadas por el modelo de acumulaci¨®n motivaron cruentas luchas, que marcaron importantes hitos en la historia salvadore?a.
La rebeli¨®n de los nonualcos. Despu¨¦s de tres largos siglos de dominaci¨®n colonial y cruel explotaci¨®n de grandes mayor¨ªas por una ¨ªnfima minor¨ªa, en enero de 1833 se produjo la rebeli¨®n de los nonualcos, dirigidos por el cacique Anastasio Aquino. Durante dos meses, los insurgentes causaron descalabros humillantes al Ej¨¦rcito. Mientras dur¨® la rebeli¨®n de los nonualeos, los amos a?ileros -espa?oles peninsulares- huyeron a Guatemala.
La insurrecci¨®n de 1932. Para producir caf¨¦ en gran escala se despoj¨® de sus tierras a las comunidades ind¨ªgenas en 1881. En 1882, el Gobierno conservador presidido por el doctor Rafael Zald¨ªvar aboli¨® el derecho de los labriegos mestizos a cultivar en usufructo o aparcer¨ªa tierras ejidales, por las cuales se pagaba renta a la alcald¨ªa y diezmos a la Iglesia. A partir de 1929, despu¨¦s de medio siglo de inhumana explotaci¨®n, asalariados agr¨ªcolas y campesinos organizados exigieron con fuerza sus reivindicaciones. Deso¨ªdos por la patronal, realizaron, en 1930, masivas concentraciones en el campo y la ciudad para denunciar la indolencia de las autoridades. Perseguidos y detenidos se contaron por centenares. Los presos fueron condenados a trabajos forzosos -con cadenas en los pies- en la construcci¨®n de carreteras.
La violencia engendr¨® violencia y lucha. La huelga general fue inevitable; se sucedieron huelgas parciales de resultado diverso. El 17 de mayo de 1931 fueron v¨ªctimas de una matanza en la ciudad de Sonsonante los huelguistas. Similar actitud se repeti¨® en Asucillo Zaragoza. Y el 5 de enero, en los in campos de Ahuachap¨¢n, fueron asesinados obreros que se hab¨ªan concentrado para organizar las huelga general en protesta al fraude electoral del d¨ªa 3 del mismo mes.
La insurrecci¨®n estall¨® el 22 de enero de 1932 e hizo estremecerse a la burgues¨ªa terrateniente y al r¨¦gimen militar. Encarnizados combates arrojaron numerosas bajas. Con estado de sitio, toque de que a da y la fat¨ªdica ley de fugas, el general presidente, Maximiliano Hern¨¢ndez Mart¨ªnez, asesin¨® a 30.000 7 trabajadores; o sea, el 2% de la poblaci¨®n salvadore?a.
Derrocamiento del general Mart¨ªnez. La huelga general de brazos ca¨ªdos dej¨® a San Salvador sin fluido el¨¦ctrico y paraliz¨® el transporte, f¨¢bricas y comercios. Al general Mart¨ªnez -pro nazi-fascista- no le qued¨® otra alternativa que huir a Guatemala, el 10 de mayo de 1944, escapando de la justicia popular. Sin temor a equ¨ªvoco de ning¨²n tipo puede afirmarse que no ha habido d¨¦cada en que los trabajadores hayan dejado de actuar en de manda de mejores salarios y mejor trato personal, pero los sucesivos reg¨ªmenes militares han respondido con su lenguaje de siempre: torturas, persecuciones, c¨¢rceles y asesinatos.
El eterno fraude electoral. Dispuesto a lograr un r¨¦gimen social favorable, el pueblo acudi¨® con entusiasmo a las urnas en 1918, 1919, 1922, 1932, 1966, 1972 y 1977. Burlas sangrientas a la voluntad popular fueron los resultados de las convocatorias.
Lo positivo de dicha participaci¨®n fue la elevaci¨®n de la conciencia pol¨ªtica de los sectores populares, simiente de la activa participaci¨®n del pueblo salvadore?o en la actual guerra de liberaci¨®n nacional.
Desarrollo de la sociedad. Desde 1930 hasta 1970, la sociedad salvadore?a tuvo un desarrollo notable en su engranaje. Desde 7.000 empleados p¨²blicos y privados que exist¨ªan en 1930, se elevaron hasta 70.000 en 1970. De igual forma creci¨® el n¨²mero de profesionales, intelectuales, educadores, estudiantes, etc¨¦tera. La mayor estratificaci¨®n social ampli¨® la base de la revoluci¨®n; en ella se englobaron todos los sectores afectados por los monopolios nacionales y extranjeros. Tal composici¨®n de las fuerzas democr¨¢ticas y revolucionarias determin¨® y encareci¨® el pluralismo ideol¨®gico.
Situaci¨®n actual. De lo expresado anteriormente se desprende con claridad el car¨¢cter hist¨®rico y estructural de la crisis salvadore?a.
El Ej¨¦rcito, mandado por jefes fascistas; ha sido incapaz de acabar con la insurgencia en dos a?os de combates. La poblaci¨®n civil ha pagado un duro precio por el fracaso gubernamental: 600.000 compatriotas han abandonado el pa¨ªs, m¨¢s de 36.000 fueron asesinados y 500.000 se refugiaron en zonas controladas por el FMLN.
Peligro de regionalizaci¨®n
El prop¨®sito de la Administraci¨®n Reagan es regionalizar el conflicto. Esta estrategia apunta a desestabilizar al Gobierno sandinista, aislar a M¨¦xico del ¨¢rea centroamericana, anular el convenio Carter-Torrijos y, posteriormente, atacar Cuba y Granada. Con este prop¨®sito arma a Honduras y a contingentes de guardias somocistas. Se habla de 12.000 soldados que har¨¢n maniobras militares en suelo hondure?o; para ello han sido trasladadas toneladas de municiones, incluyendo napalm. El Gobierno de Estados Unidos habla de la intervenci¨®n de la URSS, Cuba y Nicaragua armando al FMLN. Hasta hoy no ha presentado ninguna prueba ser¨ªa al respecto. El peque?o territorio salvadore?o -mejor dicho, las fronteras de El Salvador (a¨¦reas, terrestres y mar¨ªtimas)- son controladas palmo a palmo por efectivos y nav¨ªos estadounidenses.
Las armas que posee el ej¨¦rcito popular son las que la Administraci¨®n Reagan entrega al ej¨¦rcito t¨ªtere. La recuperaci¨®n es la principal fuente de armas del FMLN.
La propuesta de di¨¢logo presentada por el FDR-FMLN ha acentuado las contradicciones dentro del Gobierno y Ej¨¦rcito salvadore?os, como tambi¨¦n en los partidos de derecha y extrema derecha.
A su vez, la solidaridad internacional tiene un importante papel a cumplir, apoyando la negociaci¨®n para encontrar una salida pol¨ªtica a la guerra, evitando de esta manera la regionalizaci¨®n del conflicto, de imprevisibles consecuencias para la paz mundial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.