El estado de guerra en Polonia ser¨¢ tan s¨®lo 'congelado' para as¨ª poderlo utilizar como arma disuasoria contra Solidaridad
Para ma?ana, lunes, el mismo d¨ªa en que se cumple el primer aniversario de la declaraci¨®n de estado de guerra en Polonia, ha sido convocado el Parlamento. En los pr¨®ximos d¨ªas, el estado de guerra ser¨¢ probablemente suspendido hasta julio del a?o pr¨®ximo, sin que las autoridades polacas se atrevan todav¨ªa a anularlo definitivamente.
El estado de guerra quedar¨ªa como arma disuasoria contra los intentos del sindicato clandestino Solidaridad de luchar contra el r¨¦gimen, y al mismo tiempo se guarda una apariencia de legalidad que permita la visita del Papa a Polonia el pr¨®ximo a?o y disminuir la presi¨®n de los pa¨ªses occidentales contra el Gobierno polaco.A lo largo de un a?o de estado de guerra, el r¨¦gimen polaco ha conseguido reimplantar las bases de funcionamiento del llamado socialismo real. A pesar de la represi¨®n y de la declaraci¨®n de estado de guerra, Polonia tiene todav¨ªa unas libertades envidiables para otros pa¨ªses del Pacto de Varsovia. En los d¨ªas que siguieron al 13 de diciembre, los estudiantes extranjeros que estaban en Varsovia tuvieron la oportunidad de regresar a sus pa¨ªses. Se cuenta la an¨¦cdota de un estudiante b¨²lgaro que dijo: "A pesar del estado de guerra, me quedo aqu¨ª, porque todav¨ªa hay m¨¢s libertades que en mi pa¨ªs".
El general Wojciech Jaruzelski intent¨® legitimar su intervenci¨®n con argumentos patri¨®ticos y trat¨® de mantener una l¨ªnea centrista, a base de neutralizar a los m¨¢s duros dentro del Partido Obrero Unificado Polaco (POUP) y librarse tambi¨¦n de los que se hab¨ªan distinguido por sus posturas renovadoras, que todav¨ªa no hab¨ªan sido expulsados o devuelto el carn¨¦ rojo de afiliados.
'Renovaci¨®n socialista'
En el lenguaje oficial se mantuvo a lo largo de todo el a?o pasado de forma invariable y machacona la frase de que contin¨²a la renovaci¨®n socialista de la sociedad, y el entendimiento nacional era un t¨®pico de aparici¨®n casi obligada en todos los textos y discursos oficiales.
El Gobierno aprovech¨® la situaci¨®n de estado de guerra para introducir una serie de medidas econ¨®micas que en circunstancias normales habr¨ªan supuesto el amotinamiento de la poblaci¨®n. Los precios fueron elevados de forma dr¨¢stica y la moneda se de valu¨® un ciento por ciento, con la intenci¨®n de eliminar parte del dinero circulante en Polonia, que no ten¨ªa ning¨²n valor.
Con el pueblo sometido a la ley marcial y suspendido el sindicato independiente, el r¨¦gimen pudo imponer la reforma de precios, que, en pura l¨®gica econ¨®mica, era necesaria, y as¨ª lo reconoc¨ªan los asesores y dirigentes m¨¢s conscientes de Solidaridad. Los intentos de reformas de precios en el pasado hab¨ªan tenido consecuencias sangrientas. La rebeli¨®n de 1970 en el B¨¢ltico, las revueltas de Ursus y Radom en 1976 y los comienzos de las huelgas de verano de 1980 hab¨ªan tenido como factor desencadenante las subidas de precios.
Trabajar para sobrevivir
Bajo el r¨¦gimen de la ley marcial, la reforma de precios se impuso sin una reacci¨®n en contra por parte del pueblo.
A partir de la subida de precios que sigui¨® a la declaraci¨®n de estado de guerra, perder el puesto de trabajo equivale a quedar en la miseria, y aqu¨ª radic¨® el motivo fundamental de los sucesivos fracasos de Solidaridad al intentar organizar una huelga. El. pasado 1 de mayo Solidaridad consigui¨® movilizar a varios miles de manifestantes y por primera vez se pasearon las banderas del sindicato independiente por las calles de Varsovia, al mismo tiempo que se gritaba: "?Libertad para Walesa!", "Libertad para los internados!" Aquel d¨ªa, la Fiesta del Trabajo, la polic¨ªa no intervino y se limit¨® a esperar que la manifestaci¨®n se di solviese por s¨ª sola.
Dos d¨ªas m¨¢s tarde, en el ani versario de la primera Constituci¨®n polaca de fines del siglo XVIII, la polic¨ªa disolvi¨® a miles de manifestantes, en su mayor¨ªa j¨®venes, que se lanzaron a las calles para protestar contra el r¨¦gi men militar. Los acontecimientos del 3 de mayo marcaron la l¨ªnea que sigui¨® la resistencia en los meses siguientes y qued¨® patente qu Solidaridad estaba en condiciones de crear disturbios en las calles. Pero no ten¨ªa fuerza suficiente para organizar una huelga general de las f¨¢bricas militarizadas.
En las f¨¢bricas reina la resignaci¨®n y el miedo a perder el puesto de trabajo, lo que hoy d¨ªa en Polonia equivale a la indigencia absoluta. Muchos est¨¢n dispuestos a correr el riesgo de manifestarse en la calle, donde es posible escapar a la detenci¨®n de la polic¨ªa; pero la organizaci¨®n de una huelga requiere descubrirse en la f¨¢brica, lo que supone el despido inmediato. Los sucesivos intentos de Solidaridad de convocar huelgas, aunque s¨®lo fuesen simb¨®licas, fracasaron.
Dentro del sindicato independiente en la clandestinidad surgie ron de nuevo las viejas pol¨¦micas entre los radicales y moderados agravadas bajo el estado de guerra por la inestabilidad material de solventar las diferencias en la mesa de negociaciones por medio del di¨¢logo y la discusi¨®n. La clan destinidad en Polonia resulta muy dif¨ªcil por las dificultades materiales de vivienda, que hacen casi ?m posible la posibilidad de mantener pisos francos con fines conspiratorios.
Con la mayor¨ªa de sus l¨ªderes encarcelados o internados, Solidaridad consigui¨® s¨®lo formar una comisi¨®n coordinadora provisional de cuatro miembros (Bujak, Lis, Frasyniu y Hardek), que convoc¨® en varias ocasiones a la huelga general, pero sin ¨¦xito. Las acciones de Solidaridad en la clandestinidad vinieron como anillo al dedo a los encargados de la represi¨®n. Un miembro del partido comentaba, a ra¨ªz de las jornadas de lucha del pasado 3 de agosto, que "con estas acciones, Solidaridad se descubre y pierde gente valiosa".
El viceministro de Interior, Stachura, present¨® un balance de los meses de estado de guerra el pasado 8 de diciembre. Los muertos, en enfrentamientos con la polic¨ªa, fueron quince y 178 heridos. A lo largo del a?o hubo 317 y a lo largo del a?o hubo 10.131 internados, sin que la cifra superase nunca los 5.300. Desde el pasado 13 de diciembre hubo 3.616 arrestados y contra 2.822 fue abierto un proceso. La polic¨ªa se incaut¨® de 360 m¨¢quinas de imprimir, 468 m¨¢quinas de escribir y descubri¨® once emisoras clandestinas de Radio Solidaridad.
Aparte de la represi¨®n policial, de nuevo las divisiones internas frenaron la acci¨®n de Solidaridad, donde se distinguen por lo menos tres l¨ªneas de acci¨®n:
1. Los partidarios de una insurrecci¨®n popular contra el r¨¦gimen, tesis sostenida en algunos escritos del dirigente del Comite de Autodefensa Social (KOR), Jacek Kuron.
2. Los partidarios de una "larga marcha" hasta la creaci¨®n de una especie de "sociedad clandestina" paralela a la oficial, hasta llegar en un futuro no inmediato a la convocatoria de una huelga general con ¨¦xito, como propugn¨® el dirigente clandestino Zbigniew Bujak.
3. Los partidarios de lograr un compromiso con el r¨¦gimen sobre la base de un entendimiento nacional, tesis de los asesores m¨¢s pr¨®ximos al arzobispo y primado de Polonia, Jozef Glemp.
En esta constelaci¨®n de fuerzas queda la inc¨®gnita de la postura que adoptar¨¢ Lech Walesa, que el mes pasado fue puesto en libertad de forma sorprendente.
Lo m¨¢s probable es que Walesa se incline por la posici¨®n de moderaci¨®n que preconiza el primado. La interrogante que se abre ahora es la reacci¨®n de la clandestinidad ante una postura que pod¨ªa ser considerada como capitulaci¨®n.
La jerarqu¨ªa cat¨®lica polaca ha sido, sin duda, el ¨²ltimo a?o, uno de los principales factores de estabilizaci¨®n y de freno de la ira popular.
La Iglesia se mueve en el arriesgado filo entre la prudencia necesaria y el colaboracionismo.
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