El neoparlamentarismo catal¨¢n
EL PARLAMENTO de Catalu?a, de cuyo restablecimiento con la II Rep¨²blica se cumple ahora medio siglo, est¨¢ realizando una labor legislativa que al comienzo de su tercer a?o de sesiones en esta etapa parece estar por debajo de las expectativas que hab¨ªa creado.En un lapso de tiempo ligeramente superior a los veintisiete meses de funcionamiento efectivo, la c¨¢mara auton¨®mica ha aprobado algo m¨¢s de una treintena de leyes. La productividad cuantitativa de los parlamentarios no es, sin embargo, ¨²nica ni principalmente lo que resulta criticable, sino la capacidad de incidencia real sobre la sociedad que esa cifra simboliza. Porque, aunque las causas de esa pasividad no han de buscarse exclusivamente en motivaciones internas, la c¨¢mara auton¨®mica catalana ha carecido de la infraestructura jur¨ªdica y, sobre todo, del peso y de la intuici¨®n pol¨ªtica necesarios para legislar de la manera apropiada en los momentos clave, en los que ten¨ªa que haber establecido sus primeras credenciales.
Tras la desautorizaci¨®n por parte del Tribunal Constitucional de la ley de traspaso urgente de poderes de las diputaciones a la Generalitat, la C¨¢mara tendi¨® a refugiarse en una actividad de ininucia t¨¦cnica, sin mayores aspiraciones. La ley citada pretend¨ªa vaciar de contenido la existencia de las diputaciones. Tropez¨® con el firme prop¨®sito del Gobierno de UCD, que no quer¨ªa renunciar a la utilizaci¨®n de esa poderosa arma de influencia en la vida pol¨ªtica espa?ola y catalana. Pero adem¨¢s se redact¨® con la suficiente torpeza como para que resultara inadmisible desde el punto de vista t¨¦cnico y jur¨ªdico, seg¨²n pudo comprobarse fehacientemente. Desde ese momento la actividad del Parlamento catal¨¢n ha sufrido un complejo de autocensura, como si temiera m¨¢s el chasco de la divergencia con Madrid que el riesgo de una legislaci¨®n acorde con las necesidades de los intereses que representa.
Leyes de la m¨¢xima importancia para Catalu?a, como la llamada "ley del catal¨¢n", llevan un retraso considerable que s¨®lo puede atribuirse al propio ritmo cauteloso que ha imprimido a sus trabajos la C¨¢mara catalana. Ser¨ªa injusto considerar que toda la lentitud de la actividad legislativa auton¨®mica se debe exclusivamente a causas end¨®genas. Sin caer en la tentaci¨®n de referirse a la oposici¨®n pol¨ªtica y partidista que el Parlamento haya podido encontrar en sus relaciones con UCI) y el PSOE -LOAPA incluida-, las demoras, inseguridades y decaimientos varios de la fe en las autonom¨ªas que los diferentes Gobiernos han sentido a lo largo de estos a?os han contribuido a crear un ambiente de incertidumbre que ha podido desanimar al Parlamento de Catalu?a a trabajar con el ritmo adecuado. Pero existe la sospecha de que la imposibilidad de un maximalismo ut¨®pico, adem¨¢s de no deseable, ha llevado a los parlamentarios catalanes a una actitud de pasividad perniciosa. Ni todo lo que tiene que legislar el Parlamento est¨¢ en conflicto con las atribuciones del Gobierno central, ni es l¨ªcito suponer que s¨®lo lo que est¨¦ en conflicto es interesante para los intereses de los ciudadanos de Catalu?a. En una palabra: puede suceder que sobre la base de la inviabilidad de un nacionalismo exclusivamente ligado al entendimiento que de ¨¦l tiene un partido pol¨ªtico determinado y minoritario se est¨¦n descuidando desde la C¨¢mara catalana muchos intereses razonables de los all¨ª representados.
El Gobierno socialista tiene, por su parte, que completar con la menor tardanza posible el marco legal del Estado incorporando las nuevas leyes pendientes (por ejemplo, la de bases de R¨¦gimen Local) y culminando los traspasos de competencias. Pero mientras tanto se puede y se debe esperar de la C¨¢mara legislativa catalana un mayor dinamismo, una mejora en la capacidad para explorar los l¨ªmites de sus competencias sin incurrir en picarescas. Lo que se precisa, en definitiva, es un clima de confianza que permita contribuir, sin folklorismos de un lado ni sectarismos del otro, a la construcci¨®n eficaz de la Espa?a de las autonom¨ªas.
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