Los derechos humanos
(...) Acerca de la Jornada de los Derechos Humanos, resulta obligado decir, por lo pronto, exactamente lo que dec¨ªamos hace unos d¨ªas desde esta misma p¨¢gina a prop¨®sito de la otra jornada que conmemoraba la entrada en vigor de la Constituci¨®n espa?ola de 1978: que su finalidad pedag¨®gica es excelente, pero que, para que esa conmemoraci¨®n o recuerdo no queden vac¨ªos de contenido, debe de ir acompa?ada de una praxis diaria de aquello que se conmemora, o bien de una lucha diaria para que se haga realidad.No hace falta sino leer someramente los informes de un organismo como Amnist¨ªa Internacional o quiz¨¢ incluso sea suficiente leer la Prensa diaria para percatamos en seguida de que los derechos hu manos son pisoteados en todo el mundo un poco por todas partes, y de que incluso hay pa¨ªses, demasiado numerosos desgraciadamente, donde la estructura misma del poder, y por tanto, su ejercicio, es t¨¢n montados sobre una concepci¨®n polarmente opuesta a lo que significan los derechos humanos, mientras en otros lugares su proclamaci¨®n enf¨¢tica s¨®lo se con vierte en fachada de una praxis de horror en la que todos esos derechos son conculcados.
Pero, con todo, algo nuevo ha ocurrido en nuestro mundo, y esto es, por un lado, que los derechos humanos se han revelado no como metas o prop¨®sitos te¨®ricos, o en todo caso, ut¨®picos y pr¨¢cticamente la culminaci¨®n de una sociedad perfecta, sino, por el contrario, como la condici¨®n sine qua non de la construcci¨®n de cualqu¨ªer tipo de convivencia humana que pretende ser tolerable. Y, por otro lado, ocurre que la asimilaci¨®n por parte de la opini¨®n p¨²blica internacional y de la conciencia general de la necesidad de la vigencia de estos derechos obliga, incluso, a aquellos que no los admiten ni pueden admitirlos en sus sistemas pol¨ªticos de opresi¨®n, a simular que lo hacen, a dorar sus fachadas de iniquidad y les hace sentirse vigilados y en peligro de desprecio por parte de aquella opini¨®n p¨²blica internacional y de esta conciencia ¨¦tica general del siglo XX, y todo esto pone cu?as en esa su misma maquinaria opresiva y la constri?e a una hipocres¨ªa que, adem¨¢s de ahorrar muchos sufrimientos a los hombres y detener de alg¨²n modo las manos de muchos verdugos, es un homenaje a la verdad y al sentido moral y profundamente humano.
El hecho que acabamos de subrayar de que la opini¨®n p¨²blica tiene tanto peso en este ¨¢mbito de hacer respetar esos derechos humanos, o al menos en el poner trabas a su burla, quiere decir, por lo dem¨¢s -y aqu¨ª est¨¢ el ¨ªntimo sentido de esta jornada-, que no s¨®lo todos nosotros estamos embarcados en el destino de estos derechos, sino que podemos hacer mucho por ellos. Es decir, a favor de la libertad humana y para ahorrar sufrimientos a los hombres. No podemos sentirnos dispensados de tal tarea diaria. (.. .).
11 de diciembre
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.