Taxinom¨ªa pol¨ªtica
Cuando era estudiante o¨ªa hablar con frecuencia de taxonom¨ªa. Despu¨¦s he visto que este vocablo, usado sobre todo por naturalistas, estaba mal acu?ado y que es m¨¢s propio decir y escribir taxinom¨ªa: la taxinom¨ªa es la ciencia de las clasificaciones y parece que donde m¨¢s felices resultados ha obtenido es en bot¨¢nica. Una ciencia, esta segunda, que merece todas mis simpat¨ªas, por lo que tiene de dieciochesco.La ciencia de las clasificaciones en otros casos resulta m¨¢s dura de atacar: e incluso, al principio, en la misma bot¨¢nica fue mal aplicada. Esto ocurri¨® nada menos que en la academia plat¨®nica, si hay que creer a un poeta c¨®mico griego llamado Ep¨ªcrates de Ambracia. Ep¨ªcrates describe a los jovencitos disc¨ªpulos del fil¨®sofo m¨¢ximo en trance de aplicar las reglas de la taxinom¨ªa precisamente. Distinguen, primero, animales de plantas; luego, entre las plantas, las hierbas de los ¨¢rboles... Llegan a un momento cr¨ªtico, solemne. Hay que aguzar m¨¢s el ingenio: se trata, nada menos que de clasificar las calabazas. Las j¨®venes cabezas se inclinan, reina el silencio. La meditaci¨®n colectiva es rota de repente por un joven atrevido que ha llegado a una conclusi¨®n clara: la calabaza es un vegetal circular. Pero un segundo afirma categ¨®rico que se trata de una hierba. Por si esto fuera poco, otra tercera cabeza juvenil (¨¦sta, sin duda, peor organizada) llega a la conclusi¨®n de que es un ¨¢rbol. En este punto interviene cierto m¨¦dico siciliario, hombre de poca paciencia, que critica ¨¢speramente a los; j¨®venes. Pero el viejo, el sabio, el glorioso maestro, ben¨¦volamente les recomienda que empiecen otra vez su tarea taxon¨ªmica. Le¨ªa hace d¨ªas el fragmento de Ep¨ªcrates, porque por razones profesionales estaba en trance de clasificar algunos de mis conocimientos en relaci¨®n con los de un amigo, conocimientos que, en su contorno, son mucho menos claros que los de la rotunda y hermosa calabaza oto?al. Y, de repente, me vino a la imaginaci¨®n un asunto m¨¢s grave, de car¨¢cter p¨²blico. ?Qu¨¦ reglas taxin¨®micas han tenido los partidos pol¨ªticos para llamarse como se llaman y cu¨¢les hemos seguido los votantes para votarles o dejarles de votar? La consecuencia a la que llego es la de que todos hemos demostrado la misma inexperiencia y la misma seguridad que los muchachos de que nos habla Ep¨ªcrates: 9es jetines gens de Platon", que dec¨ªa Taine. Porque, por ejemplo, nos hemos encontrado ante un partido que ostentaba nombre alusivo a su uni¨®n y que ha demostrado la mayor falta de uni¨®n que cabe. Otro, revolucionario en esencia y tradici¨®n hist¨®rica, que ha demostrado una laudable templanza conventual. Un tercer partido, que es obrero desde la fecha de su fundaci¨®n remota y del que, sin embargo, todos los dirigentes son j¨®venes con brillant¨ªsimas carreras burguesas y a los que deseo (tanto por amistad con algunos como por la cuenta que me trae como espa?ol) ¨¦xitos y venturas sin fin. Lo bueno es que tambi¨¦n nosotros, el pueblo, hemos votado de la forma m¨¢s antitaxonimica que cabe. Hemos votado considerando, por decirlo as¨ª, ora que la calabaza es un vegetal, circular (lo m¨¢s aproximado a la verdad), ora que se trata de una hierba, ora que se trata de un ¨¢rbol.
Porque en la nomenclatura pol¨ªtica espa?ola hay estos equ¨ªvocos feroces que al m¨¦dico siciliano del siglo V a. C. le hubieran indignado: ?C¨®mo se atreve usted a decir, cuarent¨®n incauto, que es nada menos que el centro o el progreso? Porque las mismas razones pod¨ªa tener para afirmar que es una calabaza.
En fin. Veo sonriendo a Plat¨®n en las alturas y me gustar¨ªa que pudiera recomendar a nuestros j¨®venes pol¨ªticos, puesto que de j¨®venes se trata y en ello ponen todo su orgullo: para la pr¨®xima elecci¨®n clasificad y clasificaos mejor. No obligu¨¦is nunca a nadie a pensar que la calabaza es un ¨¢rbol. Esto ser¨ªa un abuso de poder.
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