Sobre el poder adquisitivo de los salarios
La forma m¨¢s natural, objetiva y aplicable de garantizar el poder adquisitivo es que las revisiones salariales sean equivalentes al incremento del coste de vida que tuvo lugar desde la ¨²ltima revisi¨®n. Resulta evidente que, si los precios crecen continuamente, se produce un determinado desgaste del poder adquisitivo entre dos revisiones, pero siempre se tiene la seguridad de recuperar el poder adquisitivo del momento de la ¨²ltima revisi¨®n, por lo que a largo plazo ¨¦ste queda preservado. El desgaste ser¨¢ tanto menor cuanto m¨¢s frecuentes sean las revisiones, de modo que si los salarios se incrementasen autom¨¢ticamente con los precios, el poder adquisitivo se garantizar¨ªa de modo permanente. Pero aun con revisiones anuales, con ese criterio, el poder adquisitivo de cada a?o tiende a conservarse; de ah¨ª que esta haya sido la f¨®rmula tradicional de los sindicatos para fijar sus reivindicaciones.En los ¨²ltimos a?os los pactos sociales han modificado el sencillo y as¨¦ptico criterio anterior, estableciendo que el poder adquisitivo se mantiene si los salarios crecen al final de un a?o el equivalente al aumento entre el nivel medio del IPC de ese a?o, que es conocido, y el nivel medio del a?o siguiente, que es necesario prever.
Previsiones
En esa previsi¨®n entra ya un factor subjetivo incontestable: ?qui¨¦n realiza la previsi¨®n sobre la inflaci¨®n? La que pueda hacer el Gobierno no tiene mejores credenciales que ninguna otra (m¨¢s bien, seg¨²n dicta la experiencia, las tiene peores), y, desde luego, no es desinteresada ni neutra respecto del mantenimiento del poder adquisitivo. Porque, en efecto, ning¨²n Gobierno hace previsiones apostando por un empeoramiento de la inflaci¨®n, sino siempre vaticinando una mejora, de lo que resulta que el crecimiento salarial por este criterio es menor que el que se aplicar¨ªa seg¨²n el aumento del IPC del a?o reci¨¦n finalizado, ya que la tasa de crecimiento de las medias anuales de una serie que se desacelera es menor que el crecimiento a lo largo del primer a?o. En este hecho de que es menor est¨¢ la clave del cambio de criterio que tuvo lugar desde el pacto de la Moncloa, debiendo quedar claro que cuanto m¨¢s acentuada sea la mejora predicha, mayor ser¨¢ la diferencia entre la revisi¨®n con un criterio y otro, que los errores de predicci¨®n son casi seguros y que todo error por defecto en la previsi¨®n repercute negativamente en la conservaci¨®n del poder adquisitivo.
Las cl¨¢usulas de salvaguardia contra esos errores del tipo de las introducidas en el ANE no eliminan algunos problemas. Es preciso, en primer lugar, extrapolar la evoluci¨®n de los precios en el primer semestre al segundo, reapareciendo de nuevo la cuesti¨®n de las previsiones, para las que nadie detenta la infalibilidad. Propicia, en segundo lugar, maniobras, de las que la m¨¢s inmediata es postergar hasta el segundo semestre las subidas de precios. Y, en fin, hay una resistencia en las empresas por las perturbaciones de gesti¨®n que crean, a realizar revisiones con car¨¢cter retroactivo derivadas de errores de previsi¨®n. Para garantizar el poder adquisitivo medio anual por este procedimiento ser¨ªa preciso que al final de cada a?o tuviera lugar una revisi¨®n retroactiva por la diferencia entre el crecimiento medio previsto y el real, en cuyo caso este procedimiento ser¨ªa equivalente al criterio de que se ha valorado anteriormente como el m¨¢s correcto, persistiendo, en cambio, las dificultades e inconvenientes para las empresas.
A lo confuso
Con respecto a la negociaci¨®n colectiva de 1983, tanto el Gobier no como las centrales sindicales dicen querer asegurar el poder adquisitivo, pero ha aparecido sobre el tapete una previsi¨®n de inflaci¨®n, el 12%, que suscita serias dudas de interpretaci¨®n. ?Ese 12% qu¨¦ se refiere? Si es el crecimiento previsto del nivel medio del IPC entre 1982 y 1983, entonces, de acuerdo con la pauta de revisi¨®n salarial de los pactos de los ¨²ltimos a?os, ese ser¨ªa el incremento en que debieran aumentar los salarios. Pero para que se registrar ese 12%, considerando el perfil de IPC en 1982 y su probable crecimiento a lo largo del mismo en torno al 15%, ser¨ªa preciso que a lo largo de 1983 el IPC aumentase en menos de un 9%, hecho totalmente descartable, sobre todo con la pol¨ªtica de precios que ha iniciado el Gobierno socialista. Aceptar e 12% de incremento salarial, como con precipitaci¨®n han hecho UGT y CC OO, es admitir de antemano un retroceso del poder adquisitivo por la imposibilidad de que se cumpla esa tasa de inflaci¨®n.
Si el 12% previsto se refiere al incremento del IPC a lo largo de 1983, cosa tambi¨¦n bastante dif¨ªcil de lograr, entonces el crecimiento de los salarios que garantizar¨ªa el poder adquisitivo, seg¨²n el crecimiento medio de los precios entre 1982 y 1983, ser¨ªa superior al 13%. En cualquiera de sus interpretaciones, pues, la tasa del 12% (o la banda 11%-13%) que postulan los sindicatos para la defensa del poder adquisitivo y la referencia a ella del Gobierno para mantener el de los funcionarios y pensionistas no tiene justificaci¨®n, aun bajo los t¨¦rminos en los que se han negociado, a mi juicio incorrectamente, los salarios en los ¨²ltimos a?os. Admitir el 12% de los or¨¢culos gubernamentales sin exigir precisiones sobre lo que se cuantifica y sus implicaciones es avanzar un paso m¨¢s en la confusi¨®n creada en torno a c¨®mo se logra el mantenimiento del poder adquisitivo de los salarios. Y en pol¨ªtica cuando se fomenta la confusi¨®n nunca es desinteresadamente.
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