Jueces y periodistas
Hace unos d¨ªas se clausuraba en Madrid un interesante curso sobre Libertad de expresi¨®n y derecho penal, en el que, durante ocho d¨ªas, jueces, fiscales, catedr¨¢ticos y periodistas discurrieron y dialogaron sobre las relaciones entre la Prensa y el derecho penal, y los inevitables choques entre aqu¨¦lla y la Administraci¨®n de justicia.Los profesionales del Derecho, particularmente los jueces, los fiscales y los abogados, tienen de com¨²n con los periodistas la b¨²squeda de la verdad en sus respectivas actividades, si bien cada una de estas profesiones persigue la verdad a su manera y con la finalidad que le es propia. Ese caminar hacia un mismo fin, aunque concebido de modo diverso, y por veredas que se entrecruzan, produce conflictos. Lo que se comprende mejor si se piensa en las acusadas diferencias que existen entre periodistas y jueces en cuanto a formaci¨®n, m¨¦todo y fines. Ve¨¢moslo. Mientras que la formaci¨®n b¨¢sica de los jueces es uniforme, se asienta en la dogm¨¢tica jur¨ªdica y se perfecciona en el manejo de una t¨¦cnica compleja y apurada a lo largo de muchos siglos, la del periodista pertenece al campo, en abertal, de los saberes no clasificados en disciplinas particulares, es multiforme y, en buena medida, autodidacta, como, en general, lo es la del artista.
El m¨¦todo de que se valen los jueces para llegar a sus resoluciones les viene dado por la llamada ley de tr¨¢mites. La verdad ha de ser probada conforme a las reglas establecidas en las leyes de enjuiciamiento civil y criminal, de suertei que los hechos no probados seg¨²n las dichas reglas no tienen virtualidad jur¨ªdica. El m¨¦todo del periodista es abierto, utiliza la l¨®gica y se sirve tambi¨¦n de la intuici¨®n; en el intento de aprehender la verdad cualquier procedimiento le es ¨²til, lo que podr¨ªa resumirse en esta frase de tanto sabor literario "para el periodista la verdad es la verdad, d¨ªgala Agamen¨®n o su porquero".
El juez trabaja y dicta sentencia en una atm¨®sfera de sosiego, distanciado cle los hechos y de las pasiones que suscitan. El periodista discurre por los rompientes de Ios acontecimientos, ansioso de conocer ahora, inmediatamente, aquello que ma?ana puede dejar de ser interesante.
El juez busca la verdad para restablecer, mediante un fallo ajustado al derecho vigente, el orden jur¨ªdico perturbado por los hechos il¨ªcitos que tiene que juzgar. El periodista busca la verdad para informar de ella a la sociedad, de imodo que ¨¦sta pueda formar sus juicios con conocimiento de causa y tomar sus decisiones.
El juez reduce los acontecimientos y las emociones, con el instrumento de la l¨®gica, a las prevenciones legales; el periodista oye, ve y da testimonio del incesante fluir de las cosas y sus mutaciones, que escapan a las previsiones de los c¨®digos todos.
Estas diferencias dan idea de dos mundos muy diferentes; no obstante, no impiden que entre jueces y periodistas pueda haber comprensi¨®n y buenas relaciones.
Por lo pronto, el curso de referencia ha servido para reafirmar el car¨¢cter esencial de la libertad de expresi¨®n en el Estado democr¨¢tico; para poner de manifiesto que el periodista, como mediador entre la noticia y los ciudadanos, est¨¢ en su papel al pretender informaci¨®n de los tribunales de justicia y hurgar en sus arcanos; que las resoluciones de los jueces est¨¢n sujetas a cr¨ªtica, como cualquier otra decisi¨®n de los poderes del Estado; que es necesario acercar la justicia al pueblo, en cuyo nombre se administra; que el tiempo es un ingrediente de la justicia, de suerte que la justicia tard¨ªa ya no es justicia; que hay que derogar la que se llam¨® ley de defensa de las instituciones democr¨¢ticas y del orden constitucional, en lo que ata?e a la Prensa, si queremos que nuestro C¨®digo Penal figure entre los c¨®digos liberales.
Hubo valiosas reflexiones de magistrados y fiscales en torno al proceso del cambio social y pol¨ªtico y su influencia en la incriminaci¨®n de los delitos cometidos a trav¨¦s de los medios informativos. Un brillante periodista defendi¨® el apotegma, que tantos m¨¢rtires ha costado, de que las ideas no delinquen, que no hay delitos de opini¨®n (l¨¢stima que el asunto no entrara en el temario del curso, pero ah¨ª queda, invitador a un debate profundo y urgente). La figura del fiscal, vista durante tanto tiempo como enemigo, m¨¢s que otra cosa, de la libertad de expresi¨®n, fue reconstruida, al amparo del nuevo orden constitucional, por un representante de dicho ministerio, como defensora de la libertad de expresi¨®n, liberada de su pasado vigilante y censor.
Judicatura y Prensa pusierono en este curso, en sus ponencias y en las discusiones que las siguieron, sus propios tonos, sereno y distanciado el uno, inquieto y apremiante el otro, como latido de la vida que pasa, implicado en el acontecer "como vivencia personal o vigencia", enriquecidos ambos por el tono profesoral sostenido por conspicuos catedr¨¢ticos de derecho administrativo y derecho penal.
En la clausura del acto, el presidente de la mesa hizo un paladino reconocimiento de los riesgos jur¨ªdicos del periodista, que no tienen comparaci¨®n con ninguna otra profesi¨®n, para concluir declarando que es misi¨®n de la ley y de los juristas reducir las fronteras del derecho penal a lo imprescindible, y determinar con claridad d¨®nde acaba la libertad de expresi¨®n y d¨®nde empieza el derecho penal. En otras palabras, es tarea urgente del legislador eliminar las zonas de sombra donde toda inseguridad tiene su asiento y donde planea, como ave de presa al acecho, la amenaza del proceso kafkiano.
Pero, a mi modo de ver, el principal m¨¦rito de este curso, que cont¨® con la muy competente participaci¨®n del Instituto de Criminolog¨ªa, reside en el hecho de haberlo convocado el Consejo General del Poder Judicial. Por primera vez, al menos en el ¨²ltimo medio siglo de la reciente historia de Espa?a, los jueces se han quitado la toga y se han dispuesto a dialogar, como ciudadanos corrientes e intelectuales profundamente implicados en el cambio pol¨ªtico y social que estamos viviendo, con profesores y periodistas sobre los problemas de la libertad de expresi¨®n y el derecho penal. Con los catedr¨¢ticos ha mantenido siempre la judicatura excelentes relaciones. Con los periodistas, acaban de establecerse. Y esto es una noticia, para m¨ª muy importante, prometedora de consecuencias.
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