Freddie Laker, el viajero del aire
Sir Freddie Laker, el hombre que en la d¨¦cada de los setenta estuvo a punto de hundir a las grandes compa?¨ªas a¨¦reas con sus revolucionarias tarifas sobre el Atl¨¢ntico norte, ha vuelto a renacer de sus cenizas. Diez meses despu¨¦s de su estruendosa quiebra, acaba de poner a punto su nueva empresa, Freddie Laker Holidays, que reanudar¨¢ los vuelos trasatl¨¢nticos baratos gracias a los acuerdos alcanzados con dos compa?¨ªas americanas, suministradoras de los aparatos. Laker vender¨¢ directamente al p¨²blico, eludiendo a las agencias de viaje, que le han negado su apoyo. Adem¨¢s, se propone garantizar a sus usuarios el coste total de sus vacaciones e indemnizar a los, que, en febrero, se vieron sorprendidos en pleno vuelo por la quiebra de Laker Airways.
?Pero qui¨¦n es este ins¨®lito hombre de negocios al que viejecitas, trotamundos y jubilados de todo pelaje enviaban miles de libras al Fondo de Amistad con Freddie Laker, rog¨¢ndole que volviera a intentarlo, record¨¢ndole que gracias a ¨¦l pudieron hacer el primer viaje de placer de su vida? Un verdadero self made man, que de ni?o fue pobre y, como manda la tradici¨®n, sufri¨® malos tratos de un padre borracho que finalmente abandon¨® a la familia. La vida de Freddie sigui¨® siendo muy dura hasta que su madre decidi¨® volver a casarse; a partir de entonces consigui¨® afecto y protecci¨®n, y, en agradecimiento a su padrastro, tom¨® su apellido.En 1938, un acontecimiento sin importancia le marca para siempre: ve pasar, volando pl¨¢cidamente, al dirigible Hindenburg por encima de la catedral de Canterbury, su ciudad natal. El espect¨¢culo hace nacer en ¨¦l la pasi¨®n por los aviones. Como primera medida, entra a trabajar en una f¨¢brica de motores. Aunque ¨¦l so?aba con un l¨¢piz y un tablero, tiene qu¨¦ conformarse con la puerta de servicio: barrer y hacer los recados.
Al estallar la guerra se incorpora a la RAF (Royal Air Force), primero como ingeniero mec¨¢nico y despu¨¦s como mec¨¢nico piloto en una escuadrilla de bombarderos; finalizada ¨¦sta, Laker empieza una especie de cuento de la lechera: con sus ahorros compra material usado del ej¨¦rcito que revende a buen precio; con las ganancias compra nada menos que un cerezal, recoge la cosecha, la vende, vende tambi¨¦n el terreno y, con el producto de la nueva venta, compra componentes de radio, que, una vez revendidos, le producen sustanciosos beneficios.
En esta etapa de su vida, eminentemente polifac¨¦tica, Laker intenta cualquier cosa con tal de que le d¨¦ dinero. Uno de sus negocios fue la venta ambulante de plantas en una furgoneta. Toda esta fren¨¦tica actividad no le hace olvidar su verdadera pasi¨®n, y en 1948 el bloqueo de Berl¨ªn le ofrece una seria oportunidad. Con 4.500 libras de sus ahorros, y 38.000 m¨¢s que le presta un amigo, compra doce aviones Halton y durante un a?o participa en el hist¨®rico puente a¨¦reo, a raz¨®n de dieciocho horas diarias, con un peque?o grupo de pilotos amigos. Esta operaci¨®n le hace ganar mucho dinero y Laker se compra su primer Rolls blanco. En adelante, cada a?o cambiar¨¢ de modelo, convirtiendo este gesto en una tradici¨®n inexcusable.
Talante innovador
Metido ya de lleno en el mundo de la aviaci¨®n, compra todos los aviones que encuentra, as¨ª como 6.000 motores usados; monta con sus Avioyork un servicio de transporte para los soldados de la zona de ocupaci¨®n inglesa en Alemania que van de permiso, y otro para los fugitivos de la Alemania Oriental. A?os m¨¢s tarde tendr¨¢ oportunidad de hacer cosas a¨²n m¨¢s imaginativas: transportar hind¨²es de las Antillas a Benar¨¦s, a purificarse con las aguas del Ganges; o llevar a miles de cat¨®licos americanos al Congreso Eucar¨ªstico de Bogot¨¢. De momento no ha conseguido montar en exclusiva el peregrinaje universal a La Meca, donde todo buen musulm¨¢n debe ir al menos una vez en la vida, pero siempre lo ha a?orado. "Me hubiera convertido", coment¨® en una ocasi¨®n, "en el primer charter de Dios".Como su biograf¨ªa revela, Laker no es s¨®lo un hombre de negocios osado y con instinto comercial; tambi¨¦n ha demostrado talante innovador en el campo t¨¦cnico. En 1953 modific¨® el. Douglas DC-4, convirti¨¦ndolo en lo que llam¨® Carvair (abreviatura de Car Via Air), el primer ferry a¨¦reo brit¨¢nico, con capacidad para cinco coches. El invento tuvo gran ¨¦xito y s¨®lo perdi¨® utilidad con la aparici¨®n de los hovercraft que hacen la traves¨ªa del Canal de la Mancha.
En 1960, un consorcio al que pertenece Laker monta la BUA (British United Airways), con ¨¦ste de director gerente. Con base en las Barbados, en el Caribe, la BUA se convierte en cinco a?os en la compa?¨ªa independiente m¨¢s rentable del Reino Unido.
Decidido ya a meterse de lleno en el mundo del avi¨®n para todos, Laker desmantela la BUA, que queda englobada en la British Caledonian, y funda en 1966 la Laker Airways, que pronto se convierte en una compa?¨ªa pr¨®spera en el campo de los charter, aunque lleve una vida un tanto irregular, como todas ellas, para poder optar a las tarifas especiales de estos vuelos, entonces s¨®lo accesibles a clubes y asociaciones.
En una ocasi¨®n, los controles de la aviaci¨®n civil brit¨¢nica en Londres descubrieron que en la Asociaci¨®n de Zurdos de Nueva York que viajaba a bordo de un avi¨®n de la Laker Airways, hab¨ªa poqu¨ªsimos neoyorquinos y aun menos zurdos. Surge el esc¨¢ndalo y Laker tiene que pagar 100.000 d¨®la res y tragarse el ep¨ªteto de pirata del aire.
Pero el golpe de genio definitivo en la carrera de Laker, el que le dar¨ªa m¨¢s celebridad, fue el proyecto Skytrain (tren del cielo), concebido en 1970, que llevar¨ªa 365 pasajeros Londres-Nueva York y a la inversa, a una tarifa r¨¦cord equivalente al 50% de los precios normales en las grandes compa?¨ªas a¨¦reas. La batalla legal por su autorizaci¨®n comienza en 1971 y dura seis a?os, durante los cuales Laker gastar¨¢ un mill¨®n de d¨®lares y, seg¨²n sus palabras, "treinta pares de zapatos".
Laker encuentra un aliado en Ralph Nader, el ap¨®stol de los consumidores americanos, y en el presidente Carter, quien a su llegada a la Casa Blanca concede la autorizaci¨®n. Las compa?¨ªas regulares montan en c¨®lera. "Soy una espina que llevan clavada; no saben c¨®mo quit¨¢rsela de encima", declara poco despu¨¦s en una entrevista. El primer vuelo del Skytrain, el 26 de septiembre de 1977, es folkl¨®rico y bullicioso, con champ¨¢n y tarta. Rodeado de los 365 pasajeros y empleados en el aeropuerto de Gatwick, Laker asegura que es el d¨ªa m¨¢s feliz de su vida: "La historia me recordar¨¢ por haber conseguido doblegar a los gigantes". El tren del cielo es un completo ¨¦xito. En once semanas, recupera el mill¨®n de d¨®lares invertido.
En ese a?o, el Skytrain transport¨® 250.000 personas y produjo alrededor de un mill¨®n de libras de beneficios. El fue el primero en ver el inmenso potencial que ofrec¨ªa la juventud, especialmente la norteamericana, "la brigada del saco de dormir y la guitarra", deseosa de ver mundo pero incapaz de pagar las tarifas normales.
La peor quiebra desde la Rolls
En 1979, Laker est¨¢ en la cima del triunfo; es un personaje popular, la reina le ha hecho noble. Decidido a seguir en la brecha, concibe la idea de unir 36 ciudades europeas en 660 trayectos y, como siempre, a precios sin competencia. Para ello, se endeuda muy por encima de su activo, y compra once DC-10 McDonnell Douglas y tres Airbus A-300b.Es la hora largamente esperada por las grandes compa?¨ªas a quienes Laker trat¨® de hundir en su momento, la hora de la venganza. En oto?o de ese mismo a?o, Pan Am anuncia una rebaja de sus tarifas sobre el Atl¨¢ntico Norte de un 50%, seguida por la TWA y la British Airways. En enero de 1982, la ocupaci¨®n de las l¨ªneas a¨¦reas Laker baja al 40%. Los bancos se niegan a prorrogar. El 5 de febrero, el consorcio de compa?¨ªas Laker quiebra y sir Freddie es declarado insolvente. La quiebra, que conmociona al pa¨ªs, es la peor que se recuerda desde la de la Rolls en 1971. Laker debe 210 millones de libras (39.000 millones de pesetas de entonces) a veintisiete bancos.
En medio de una oleada popular de simpat¨ªa y de la tristeza de su incondicional Margaret Thatcher, Laker, el incombustible, demostr¨® pronto que no se hab¨ªa dado por vencido. Poco despu¨¦s anunci¨® que pensaba montar otra empresa de la mano de Tiny Rowland, financiero brit¨¢nico a quien Edward Heath llam¨® en una ocasi¨®n "la cara impresentable del capitalismo". Rowland est¨¢ efectivamente detr¨¢s del nuevo proyecto de Laker; pero si ¨¦ste falla, no es probable que se desanime: hay ideas de sobra dentro de su cabeza.
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