La vida cotidiana de un sindicalista
En cinco a?os, los asesores sindicales han pasado de la f¨¢brica o el tajo a recorrer cada d¨ªa los laberintos de la Administraci¨®n laboral
"En 1977 entr¨¦ en el terreno de conocer la legislaci¨®n laboral y desde entonces la pr¨¢ctica legislativa ha sido para m¨ª la tarea m¨¢s ingrata del sindicalismo, sobre todo, por el contraste con la etapa reivindicativa anterior. El asesoramiento sindical, sin embargo, ha significado una importante v¨ªa de conocimiento de la realidad". De esta forma define su actividad Francisco Puerto Otero, de 36 a?os, andaluz de origen y padre de dos ni?as de tres y cinco a?os. Puerto es un cuadro medio del sindicato de Comisiones Obreras (CC OO) de Catalu?a, miembro de la secretar¨ªa de empleo de la Comisi¨®n Obrera Nacional de Catalu?a y de la federaci¨®n de construcci¨®n de este sindicato. Vive en Barcelona desde 1966, donde lleg¨® "en el Sevillano, tren muy conocido entre los inmigrantes andaluces en aquellos a?os y a¨²n ahora, con doscientas pesetas en el bolsillo y lo puesto".Puerto utiliza expresiones variopintas, se inventa en m¨¢s de una ocasi¨®n su propio idioma, pero habla sin dificultad un catal¨¢n poblado de zetas y de una peculiar alegr¨ªa que recuerda las marismas sevillanas. Es popular en todos los pasillos de la Adm¨ªnistraci¨®n laboral. Los recorre desde hace a?os con una inmensa cartera repleta de papeles muy diferentes a aquellos panfletos de la clandestinidad que llamaban en las l¨ªneas finales a una "acci¨®n democr¨¢tica nacional" que nunca lleg¨® a realizarse. Hoy dedica gran parte de su vida al asesoramiento sindical y al trabajo institucional.
La conciencia pol¨ªtica asom¨® por vez primera a los o¨ªdos de Francisco Puerto a los siete a?os a trav¨¦s de la Radio Pirenaica, de la que se declara hijo adoptivo. En Las Cabezas de San Juan, un peque?o pueblo agr¨ªcola de Sevilla, enclavado en las proximidades de las marismas arroceras de? Bajo Guadalquivir, Puerto ped¨ªa a su padre, jornalero agr¨ªcola, que le dejara acompa?arle por las noches a escuchar la Pirenaica junto a otros campesinos. Corr¨ªan los a?os cincuenta.
Coincidi¨® aquella conciencia con un temprano despertar al mundo del trabajo. "S¨®lo fui a la escuela un curso, entre los seis y los siete a?os. Despu¨¦s, por necesidad de mi casa, empec¨¦ a trabajar en lo que en el pueblo se llamaba liar cigarrillos, un tabaco que se vend¨ªa de contrabando, procedente de las plantaciones de Sevilla y que los jornaleros compraban por una peseta veinte cigarrillos".
Son las diez de la noche en el reloj de la Puerta del Sol
A los nueve a?os combinaba este trabajo con la venta de panecillos. "Sal¨ªamos a las cinco de la madrugada a pregonar a los trabajadores el popular bollo, que ellos se llevaban al campo para almorzar. El preg¨®n duraba hasta las diez de la ma?ana y, despu¨¦s, a lo del tabaco. No levant¨¢bamos cabeza hasta las diez de la noche, cuando o¨ªamos por la radio aquella voz que a¨²n recuerdo tan claramente: 'Son las diez de la noche en el reloj de la Puerta del Sol'".Todav¨ªa conoci¨® Francisco Puerto dos nuevos oficios antes de comprar, a los diecinueve a?os, el billete del tren conocido por el Sevillano, que le llevar¨ªa hacia Barcelona. Con veinticinco clases de dulces diferentes y una reolina, transport¨® un carrillo ("que fue mi sombra durante varios a?os desde que a mi cu?ado se le ocurri¨® invertir en ¨¦l sus ahorros") por todas las calles de su pueblo, "hasta que la gente entraba en el cine". Fue en aquellos a?os cuando Puerto aprendi¨® a leer por su cuenta, ayudado por los catones y cartillas de la ¨¦poca.
En 'La isla del arroz'
Al carrito de dulces sigui¨®, en la ins¨®lita carrera profesional de Francisco Puerto, el aprendizaje de panadero, oficio que desarroll¨® en Cotos. "Era una zona conocida por La isla del arroz, formada por cuatro o cinco pueblos y unos 30.000 habitantes, todos ellos dedicados de sol a sol a recoger arroz. All¨ª se refugiaban cincuenta o sesenta maquis que hab¨ªan dejado las monta?as. Tambi¨¦n hab¨ªa desertores del Ej¨¦rcito y toda clase de delincuentes".En La isla del arroz, ("un mundo extra?o y aut¨®nomo donde s¨®lo hab¨ªa dos guardias civiles que hac¨ªan la vista gorda con tal de que la gente trabajara, y raro era el d¨ªa que no aparec¨ªa alguien ahogado o muerto de las formas m¨¢s variadas"), Puerto aprendi¨® el oficio de maestro de pala. Volv¨ªa a casa cada veinte d¨ªas para "hacer la muda", compart¨ªa una habitaci¨®n de tres metros cuadrados con otro panadero y trabajaba diecis¨¦is horas diarias cuando el calor horroroso del verano alcanzaba en agosto los cincuenta grados. "Las condiciones de trabajo eran propias de esclavos, aunque la vida all¨ª reun¨ªa las caracter¨ªsticas de la aventura cotidiana: trabaj¨¢bamos de noche y ten¨ªamos que dormir de d¨ªa, si pod¨ªamos; de mayo a octubre, trabaj¨¢bamos sin descanso, en funci¨®n del horario de la plantaci¨®n. No hab¨ªa fiestas y el salario era de 56 pesetas diarias sin manutenci¨®n".
En 1966 Francisco Puerto hab¨ªa cumplido los diecinueve a?os y era maestro pala. En La isla del arroz ya no ten¨ªa nada m¨¢s que aprender. Decidi¨® marcharse a Catalu?a, "al igual que muchos otros paisanos". La estaci¨®n de Francia, de Barcelona, la diferencia de lengua y la falta de trabajo le causaron tal impacto que, a?os despu¨¦s, cuando era miembro del Club Manos Unidas, organizaba diariamente viajes a la llegada de los trenes de Andaluc¨ªa para recibir a inmigrantes.
En Barcelona fue pulidor, vendedor de aspiradores y de otros muchos aparatos hasta que ingres¨® de forma definitiva en el sector de la construcci¨®n. Obtuvo en el servicio militar el certificado de estudios primarios y entr¨® en contacto con Comisiones Obreras en los comedores universitarios de la calle Canuda, ya en 1970. "Ten¨ªa necesidad de organizarme porque sab¨ªa que, en solitario, aquella rebeld¨ªa que me inspir¨® la Pirenaica no ir¨ªa muy lejos. Com¨ªa todos los d¨ªas en los comedores universitarios. Compraba el peri¨®dico e iba lanzando cables a la gente que all¨ª hab¨ªa mediante la lectura indignada, en voz alta, de los titulares de la guerra del Vietnam".
Le detuvieron por primera vez en 1971, cuando distribu¨ª¨¢ octavillas convocando a la huelga general con ocasi¨®n de la ocupaci¨®n de la factor¨ªa de Seat, en la que los tiros de la polic¨ªa mataron al trabajador Antonio Ruiz Villalba. "Hab¨ªa 96 detenidos y el 97 era yo. Por aquellos d¨ªas La Vanguardia hab¨ªa publicado que el conflicto de Seat estaba protagonizado por agentes de Mosc¨² disfrazados con monos azules. Esta fue la raz¨®n de que todos los palos fueran para m¨ª, porque no trabajaba en Seat, sino en un taller de Gracia".
Agentes de Mosc¨² disfrazados con monos azules
A partir de ese momento, Puerto entr¨® en la universidad pol¨ªtica de la c¨¢rcel, con un corto per¨ªodo intermedio de libertad provisional. Ingres¨® en el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) y visit¨® diferentes prisiones durante cuatro a?os hasta que, en 1976, le fue aplicada la amnist¨ªa. "Cuando salgo ya todo era distinto. Empiezo a buscar trabajo y no lo encuentro. Me toca iniciar otra temporada haciendo labores de venta hasta que empiezo a trabajar en la construcci¨®n con sucesivos contratos de obra". Desde 1976, Francisco Puerto est¨¢ ligado al sindicato local de construcci¨®n de CC OO. Fue uno de los primeros liberados de su ramo y hoy cumple cinco a?os en su profesi¨®n de sindicalista. Conoce, con una peculiar erudici¨®n, nuevas aventuras en todos los pasillos de la Administraci¨®n laboral.
Un ugetista de acento grave
Un tono de mayor gravedad caracteriza a Florencio Gil Pach¨®n, de 37 a?os, secretario de la Union Comarcal de Barcelona de la Uni¨®n General de Trabajadores de Catalu?a y trabajador de. Hispano Olivetti. "Si no tienes una aspiraci¨®n pol¨ªtica o una compensaci¨®n econ¨®mica, te dicen que eres tonto por dejar aqu¨ª los mejores a?os de tu vida, pero hay que seguir adelante". Pach¨®n -as¨ª le llaman en la f¨¢brica y en los medios ugetistas -es vallisoletano de origen, est¨¢ casado y tiene una hija de doce a?os.Conserva en su apariencia serena un genuino acento castellano que no se ha modificado desde que, en 1967, abandon¨® Villavicencio ("un pueblo agr¨ªcola donde los terratenientes lo pod¨ªan casi todo"). No habla catal¨¢n, aunque lo entiende. "Creo que a la clase trabajadora no se le ha de marcar ning¨²n plazo para aprender la lengua catalana, pero que, en cambio, la integraci¨®n pasa por ese camino; es un proceso largo, s¨®lo posible si, al mismo tiempo, se respetan los or¨ªgenes y las ra¨ªces de cada uno".
Pach¨®n es un cuadro medio de la UGT catalana. No pretende "hacer carrera pol¨ªtica" y compatibiliza su trabajo sindical con las tareas de especialista metal¨²rgico de Hispano Olivetti, empresa en la que trabaja desde que lleg¨® a Barcelona. "Yo no quise dejar la empresa porque me preocupa mucho el vac¨ªo que se produce entre los cuadros dirigentes de los sindicatos y los trabajadores".
En la escuela, los ni?os cantaban el 'Cara al sol'
Hasta los trece a?os estudi¨® en la escuela de Villavicencio, donde hab¨ªa un s¨®lo maestro para 95 alumnos de todos los cursos. "Eran los a?os malos de la posguerra, cuando las cosas se desarrollaban desde la din¨¢mica de un
La ciudad dormitorio
La vida cotidiana de un sindicalista
Florencio Gil Pach¨®n ingres¨® en la cadena de montaje de Hispano Olivetti como mec¨¢nico especialis ta, en 1967. Desde su llegada a Barcelona, residi¨® en Badalona y Sant Adri¨¢ del Bes¨®s (las ciudades del Barcelon¨¦s Norte han sido desde siempre frecuentadas por los inmigrantes de aquella zona de Valladolid"). No sinti¨® como un trauma el contacto con la gran ciudad porque ten¨ªa como punto d¨¦ referencia los a?os pasados en Valencia y, adem¨¢s, "porque en el ba rrio donde hemos vivido desde siempre hab¨ªa fijado su residencia m¨¢s de la mitad de los antiguo habitantes de mi pueblo que, en los a?os sesenta, sufri¨® un proceso migratorio muy fuerte". A su inu jer, Africa, le cost¨® mucho m¨¢ adaptarse. "Tuvo una crisis muy fuerte cuando estuvo embarazada y quer¨ªa volver al pueblo, pero yo ya me sent¨ªa integrado aqu¨ª".Los primeros contactos con el movimiento sindical surgieron e la propia f¨¢brica. "Entonces no era un problema de siglas. Los convenios se negociaban por los jurado de empresa y los conflictos eran precisamente entre nosotros y ellos hasta que, en 1972, cambi¨® algo la situaci¨®n con la entrada de gente de Comisiones Obreras en los jurados. UGT nunca estuvo a favor de ello, pero all¨ª se situ¨® gente de CC OO que yo respeto". En 1975, Pach¨®n se afili¨® a la UGT, poco tiempo despu¨¦s de un largo conflicto laborial en Hispano Olivetti, a consecuencia del cual 57 obreros fueron despedidos. En 1980 ingres¨® en el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC).
Desde ese mismo a?o es secretario de Barcelona de la UGT, condici¨®n que, a su pesar, le oblig¨® a abandonar la secretar¨ªa de la secci¨®n sindical de UGT en Hispano Olivetti, por la acumulaci¨®n de trabajo. Considera prioritario el trabajo sindical al pol¨ªtico ("he sido siempre muy puritano en eso").
Rechaz¨® la pos¨ªb¨ªlidad de solic¨ªtar la excedencia en su empresa. Por ello es mec¨¢nico especialista y dirigente sindical desde las siete de la ma?ana hasta las nueve de la noche. "A veces llego a casa de madrugada. Te dicen que eres tonto, si no tienes una compensaci¨®n economica o una aspiraci¨®n pol¨ªtica, pero alguien tiene que seguir adelante".
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