La Pascua Militar
AUNQUE UN desgraciado accidente deportivo haya impedido al Rey presidir el tradicional acto castrense del 6 de enero, la difusi¨®n del mensaje que don Juan Carlos, en su condici¨®n constitucional de jefe supremo de las Fuerzas Armadas, se propon¨ªa dirigir a los altos mandos de los tres Ej¨¦rcitos ha dado una especial significaci¨®n a la Pascua militar. El discurso, como viene siendo habitual en las intervenciones p¨²blicas del Jefe del Estado, no s¨®lo ha subrayado el nexo indisoluble entre la Corona y las instituciones democr¨¢ticas, sino que tambi¨¦n ha criticado vivamente cualquier tentaci¨®n de ignorar que la soberan¨ªa popular, el r¨¦gimen de libertades y el pluralismo pol¨ªtico son los fundamentos de la convivencia espa?ola.El discurso hace una transparente alusi¨®n a la victoria socialista del 28 de octubre al exhortar a todos los espa?oles a "abrir los ojos a la realidad" y "acatar y respetar, como demostraci¨®n del ejercicio de la libertad" unos resultados que revelan "el peso enorme de la manifestaci¨®n de la voluntad de nuestros compatriotas". Porque "querer interrumpir o modificar la trayectoria marcada por la voluntad de la mayor¨ªa social es pecar contra la historia". Tal vez no resulte demasiado aventurado suponer que los principales destinatarios de ese mensaje sean aquellos grupos sociales o sectores institucionales que no han logrado todav¨ªa reconciliar su sesgada y monopolista idea de Espa?a con los derechos y libertades de los espa?oles, y que se obcecan en mantener una concepci¨®n ilusoria y fantasmag¨¦rica de la patria, absurda y belicosamente enfrentada con los hombres y las mujeres reales que la encarnan. La patria est¨¢ formada "por los ciudadanos que en un momento dado habitan en su territorio"; por "la memoria y el recuerdo de los espa?oles de carne y hueso que nos han legado "su nombre y sus haza?as", y por la esperanza de quienes "continuar¨¢n el relato interminable de nuevos esfuerzos y nuevos sacrificios". Si el presente y el futuro de la naci¨®n dependen de la voluntad de los espa?oles, parece tambi¨¦n adecuado que asumamos el pasado como obra de todos nuestros predecesores, sin realizar una lectura selectiva y sectaria de la historia que discriminara ese legado seg¨²n criterios religiosos, ideol¨®gicos o pol¨ªticos, que dividiera a nuestros compatriotas en perpetuos vencedores y sempiternos vencidos o que expulsara a las tinieblas exteriores de una imaginaria anti-Espa?a a cuantos discrepan de los valores y emociones de quienes pretenden abusivamente apropiarse, para su disfrute privado y excluyente, el concepto de patria. El mensaje de don Juan Carlos se?ala que "el amor a Espa?a no basta con sentirlo", y que son inadmisibles los deseos de someterla a "nuestro capricho, a nuestros intereses o a nuestros personales criterios y definiciones". El patriotismo, en ¨²ltima instancia, es "amar el pasado" y "mejorar el presente" mediante el servicio a todos los espa?oles y la voluntad de evitarles "las ocasiones de dolor o sufrimiento".
El Rey, abundando en esta l¨ªnea de razonamiento, se?ala que la tentativa de "arrasar la libertad" de una sociedad pluralista "en nombre de cualquier idea" que pretendiera someter a las partes que la componen a un unitarismo coercitivo conducir¨ªa "al Estado tir¨¢nico, que nunca ser¨¢ leg¨ªtimo aunque pretenda legalizar su arbitrariedad". La patrimonializaci¨®n del Estado por una casta o por una clase -para decirlo en palabras del Rey, "cuando una parte de la sociedad contempla codiciosamente el Estado como cosa propia"- desemboca necesariamente en "el desorden y la guerra social" en la misma medida en que lo logran las actuaciones de quienes rechazan e intentan destruir las instituciones. El golpismo y el terrorismo, el involucionismo de ultraderecha y la subversi¨®n de la ultraizquierda, convergen, as¨ª, en id¨¦nticos destinos. Tras distinguir entre la autoridad, cuyo ejercicio obtiene una obediencia voluntaria y espont¨¢nea" y reposa en "la confianza del pueblo", y la fuerza, siempre impuesta y artificial, el Rey concluye que "un Estado se halla tanto m¨¢s avanzado en la vida de la evoluci¨®n humana cuando de m¨¢s autoridad dispone y de menos fuerza necesita". En suma, "la fuerza que no obedece a la ley es la aut¨¦ntica engendradora de desorden, la que convierte a la sociedad en algo potencialmente explosivo", de forma tal que el triunfo de la violencia, cuando se produce, "expulsa a la sociedad de la historia, sustituye su esperanza de progreso y la hace caer en el abatimiento".
El Rey ha subrayado que la Corona ejerce el arbitraje y la moderaci¨®n, garantiza "la unidad de la patria y la consolidaci¨®n del sistema" y asegura la continuidad y el orden de los procesos democr¨¢ticos y de las alternativas pol¨ªticas electorales. La alusi¨®n a que la Monarqu¨ªa "no depende -ni puede depender- de unas elecciones, de un refer¨¦ndum o de una votaci¨®n" y asienta su utilidad "en el plebiscito de la historia, en el sufragio universal de los siglos", no debe ser abstra¨ªda il¨ªcitamente del contexto del mensaje, que asocia inseparablemente a la Corona con la Constituci¨®n. "La ley b¨¢sica a la que todos debemos respetar y defender, la Constituci¨®n, ha sido elaborada por la representaci¨®n de los espa?oles y aprobada por la voluntad mayoritaria de los mismos", de lo que se infiere que es "el pueblo, mediante la Constituci¨®n, el que ha configurado el Estado de derecho", y que "no cabe atentar contra la Constituci¨®n sin atentar contra el Estado ni atentar contra el Estado sin atentar contra la comunidad de los espa?oles". Cuando el Rey dice que "Constituci¨®n, Estado y pueblo son la encarnaci¨®n triple de la libertad de los espa?oles" cabe inferir la idea de que la vieja querella sobre las formas de gobierno pierde vigencia pr¨¢ctica desde el momento en que las funciones de arbitraje y moderaci¨®n de la Corona se inscriben en el marco de un sistema de Estado definido en su contenido por la soberan¨ªa popular, las libertades p¨²blicas, el pluralismo pol¨ªtico y los derechos humanos. Tal ha sido, en ¨²ltima instancia, la limpia, firme y voluntaria trayectoria de don Juan Carlos desde su coronaci¨®n como Rey de todos los espa?oles en noviembre de 1975.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.