Infierno en el Congo
Es urgente que la comunidad internacional presione para detener la violencia desatada en la ciudad de Goma, fronteriza con Ruanda
![Soldados del M23 hac¨ªan guardia el s¨¢bado durante una concentraci¨®n organizada por el movimiento rebelde en Goma.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/CVJ4YWNBVKZ3LLCN2VAA7XNYOM.jpg?auth=712e205b02da9db17bd443bb4d63ccd74e97e721271dfedfb3b1555631842de3&width=414)
Sin gozar de la atenci¨®n internacional de otros conflictos, desde hace semanas el mill¨®n largo de habitantes de Goma ¡ªal este de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo y en la frontera con Ruanda¡ª viven una situaci¨®n de terror fruto de un largo y sangriento enfrentamiento entre guerrillas locales y el Gobierno central. En el conflicto se mezclan los intereses econ¨®micos, la codicia por minerales de gran valor y las ambiciones territoriales extranjeras. La toma de la ciudad a finales de enero por los milicianos del Movimiento 23 de Marzo (M23) ha desatado un caos que ha costado la vida al menos a 900 personas, seg¨²n Naciones Unidas, aunque el Gobierno congole?o cifra en m¨¢s de 2.000 solo los muertos que no han podido ser enterrados todav¨ªa.
La ca¨ªda de la estrat¨¦gica ciudad en manos rebeldes es el pen¨²ltimo episodio de una brutal disputa que se remonta al genocidio ruand¨¦s de 1994, cuando 800.000 ruandeses tutsis y hutus moderados fueron asesinados a manos de sus compatriotas hutus radicales. Ahora, la pugna se ve alimentada por el control sobre el colt¨¢n, un mineral escaso en el mundo pero presente en la zona y que resulta imprescindible para la elaboraci¨®n de componentes para los tel¨¦fonos m¨®viles. Los rebeldes est¨¢n apoyados por el Gobierno tutsi de la vecina Ruanda, que, seg¨²n la ONU, tiene apostados en la frontera a 4.000 soldados, con el riesgo real de que una invasi¨®n desate una guerra a gran escala en toda la regi¨®n.
Lejos de las preocupaciones geoestrat¨¦gicas, los vecinos de Goma sobreviven sin agua, electricidad o comunicaciones en un ambiente de delincuencia e inseguridad extremas. Los saqueos y la violencia sexual se han convertido en algo cotidiano. A pesar de que la guerrilla asegura que ha declarado un alto el fuego, la anarqu¨ªa ha provocado la desesperaci¨®n de miles de personas atrapadas en la espiral de violencia. Muchos de los 4.000 reclusos fugados de la prisi¨®n local est¨¢n sembrando el caos. El ala femenina de ese recinto penitenciario sufri¨® un asalto, y un centenar de presas fueron violadas y, luego, quemadas vivas cuando los asaltantes prendieron fuego a las instalaciones.
El Gobierno de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo ¡ªen Kinshasa, a m¨¢s de 3.000 kil¨®metros de Goma¡ª es incapaz de controlar la situaci¨®n y acusa al Ejecutivo de la vecina Ruanda, presidida por Paul Kagame, de estar detr¨¢s de la rebeli¨®n y de albergar intereses expansionistas sobre la zona congole?a. Kagame, en el poder desde hace 25 a?os, mantiene importantes v¨ªnculos con Occidente. Ha puesto su pa¨ªs a disposici¨®n del Reino Unido en la pol¨¦mica propuesta de deportar a inmigrantes en situaci¨®n irregular. Adem¨¢s, env¨ªa regularmente a sus tropas como soldados a sueldo a conflictos ajenos. Tambi¨¦n procede de Ruanda gran parte del armamento pesado que utiliza el M23, mejor equipado y entrenado que el ej¨¦rcito de Congo, que, a su vez, contrata a mercenarios europeos.
La desesperaci¨®n de los civiles de Goma resulta m¨¢s que comprensible. La Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo ya sufri¨®, entre 1996 y 2003, dos grandes guerras que produjeron al menos cinco millones de muertos, tanto en los combates como por la hambruna y las epidemias que les sucedieron. La comunidad internacional debe asumir su responsabilidad y presionar para poner fin al ba?o de sangre. Resulta injustificable e hip¨®crita exhibir un discurso oficial de progreso mientras se aplica la pr¨¢ctica colonial de explotar los recursos naturales de ?frica ignorando voluntariamente el tr¨¢gico destino de sus habitantes.
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