El Premio Nadal y la piedra de la locura
LOS CONCURSANTES del Premio Nadal de este a?o pueden sentir una legitima desaz¨®n de protesta al saber que la novela que les desplaz¨® fue inspirada directamente a su autor, Fernando Arrabal, seg¨²n sus propias declarciones, por la Virgen Mar¨ªa. A veces los milagros pueden crear un agravio comparativo. Por las declaraciones del propio Fernando Arrabal, parece indiscutible que en su persona hay depositada una misi¨®n importante -que ¨¦l mismo nos revela a quienes no hemos tenido luz suficiente para comprenderlo- para modificar seriamente la pol¨ªtica espa?ola, puesto que fue su Carta al general Franco la que produjo la larga agon¨ªa y muerte del dictador, y su Carta a los comunistas espa?oles, la que diezm¨® las filas del PCE, le dej¨® sin votos y precipit¨® la ca¨ªda de Carrillo. Como el valor intr¨ªnseco de dichos libros, tanto desde el punto de vista literario como del pol¨ªtico, no parece suficiente para causar tales destrozos, habr¨¢ que concluir que hay tras ellos una ayuda supraterrenal contra la cual fue in¨²til, como subraya Arrabal, una acci¨®n tan importante como la que pudieran llevar a cabo, unidos y c¨®mplices, Andropov y, V¨¢zquez Montalb¨¢n. Dados estos antecedentes, hay que pensar que la actual campa?a de Arrabal contra el divorcio y el aborto y en favor de la familia tradicional puede dar resultados considerables. Es tambi¨¦n mir¨ªfico que Arrabal haya sido elegido para llevar estos mensajes a una tierra de misi¨®n poco frecuentada: el congreso de la CNT en Barcelona. Su aserto de que los ni?os nacen anarquistas ser¨¢, sin duda, bien acogido en ese medio, aunque otras de sus f¨®rmulas pueden causar alg¨²n asombro. Pero los viejos militantes libertarios ven ya en el asombro desde las ¨²ltimas aportaciones juveniles a su doctrina pura y hermosa.El autor de La piedra de la locura -un experto, por as¨ª decirlo- piensa venir a vivir a Espa?a: a Ciudad Rodrigo, que fue -con Melilla- escenario de su infancia atormentada, cruel, dura. Podr¨ªa tener la tentaci¨®n de convertirla, con este bagaje y esa inspiraci¨®n, en un Palmar de Troya. Quiz¨¢ sea demasiado. Los espa?oles nos conformamos con que aporte a nuestra cultura (como ya lo ha hecho desde fuera) una prosa imaginativa y brillante, un teatro nuevo, y le recomendar¨ªamos una cierta humildad que aqu¨ª es necesaria para la supervivencia y hasta para hacer una obra considerable. Este pa¨ªs puede representar muy bien la gran abstracci¨®n fan¨¢tica que Arrabal ha mostrado al mundo, sobre todo si se tiene en cuenta una acumulaci¨®n hist¨®rica de efectos, pero en la realidad cotidiana es una tierra de saludable sencillez, de reducci¨®n a lo emp¨ªrico de una serie de motivos. De santos y locos, de extravagantes y profetas, de saltarines y aulladores, tenemos ya una raci¨®n demasiado abultada en nuestra cronolog¨ªa. Ser¨¢ interesante que Arrabal d¨¦ por terminado un exilio que ha prolongado ya mucho m¨¢s lejos que todos los plazos previsibles y se incorpore a esa realidad que desconoce, y que admite toda la literatura cr¨ªtica y fant¨¢stica que se le quiera dar, pero que es bastante ¨¢spera y despectiva para con sujetos que la desprecian o que tienen un ardor entre m¨ªstico y denunciante, del orden de Fernando Arrabal. Aqu¨ª se necesita su invenci¨®n, como se necesita el trabajo de todos. Pero si lo que quiere aportar es la imagen del espa?ol desesperado, abrazado al sexo y a la muerte como un beb¨¦, y haciendo alarde de terrorista intelectual, m¨¢s vale que se quede en Par¨ªs: all¨ª, y en otras capitales del mundo, esa actitud es mucho m¨¢s rentable.
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