Poder y responsabilidad
Una de las caracter¨ªsticas esenciales de la sociedad democr¨¢tica es la existencia inseparable del concepto de poder y del concepto de responsabilidad. No hay poder sin responsabilidad en el ejercicio del poder. La autenticidad de un r¨¦gimen democr¨¢tico se mide, entre otros raseros, por esta conexi¨®n poder-responsabilidad que es uno de los l¨ªmites m¨¢s eficaces para la arrogancia, la arbitrariedad y la corrupci¨®n del poder.Una de las l¨ªneas de profundizaci¨®n de la democracia desde sus or¨ªgenes se orienta en esta vinculaci¨®n entre poder real y responsabilidad por el ejercicio de ese poder. Es uno de los postulados de la filosof¨ªa de los l¨ªmites del poder, que se acabar¨¢ incorporando al ordenamiento jur¨ªdico, incluso a nivel constitucional. Si el poder tiene una finalidad, que, como dice Locke, "consiste en hacer leyes, uni¨¦ndoles conjunta y, respectivamente, penas, y con la mira de conservar el cuerpo pol¨ªtico...", cualquier desviaci¨®n de los objetivos pone en marcha los mecanismos de responsabilidad.
Como sostiene, desde su punto de vista, Juan Jacobo Rosseau, en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, "... es la m¨¢xima fundamental de todo el derecho pol¨ªtico que los pueblos se han dado jefes para que defiendan su libertad y no para que los esclavicen...".
Con esos fundamentos doctrinales que aqu¨ª esquematizamos en los Estados de derecho, desde el Estado liberal hasta el actual tipo de Estado social y democr¨¢tico de derecho, la regla es el control y la responsabilidad de los ¨®rganos del poder que derivan de esa fiscalizaci¨®n por parte de la comunidad o de unos ¨®rganos respecto de otros.
Este control y su, en su caso, consiguiente responsabilidad, se realiza en el interior de la sociedad democr¨¢tica y respecto al poder. Su funci¨®n sustituye a la reacci¨®n externa que, en los or¨ªgenes de la revoluci¨®n liberal, en el siglo XVIII y en el contexto del pacto social era el derecho a la insurrecci¨®n, por incumplimiento, por parte del poder, de los objetivos del contrato. Esta forma de relaci¨®n entre poder y responsabilidad se sit¨²a, pues, en el proceso de institucionalizaci¨®n de la resistencia desde los confines hacia el interior del Estado de derecho. El derecho a la insurrecci¨®n, pese a su equ¨ªvoca denominaci¨®n, era, en realidad, un problema de hecho, de fuerza, de enfrentamiento f¨ªsico entre el poder constituido y la sociedad, mientras que la responsabilidad que deriva de la fiscalizaci¨®n del poder supone una racionalizaci¨®n a trav¨¦s del derecho de esa resistencia.
Muy diversos son los mecanismos de fiscalizaci¨®n que generan responsabilidad del poder. Entre ellos se encuentran los contrapesos entre los poderes, que, as¨ª, se controlan los unos a los otros. El Gobierno es controlado por el legislativo; ¨¦ste, a su vez, es controlado por el Tribunal Constitucional para preservar la integridad de la Constituci¨®n frente a la producci¨®n legislativa del Parlamento. El ejecutivo, en sus normas reglamentarias y en sus actos, es controlado por el poder judicial, y el legislativo fiscaliza, en su origen, al poder judicial, al elegir a ocho de los veinte miembros del Consejo General del Poder Judicial, y tambi¨¦n al Tribunal Constitucional, al elegir ocho de sus doce magistrados -cuatro el Congreso, cuatro el Senado-. Este complicado juego de contrapesos de poder por competencias limitadas entre ellos y por las t¨¦cnicas de fiscalizaci¨®n mutua genera, en caso de desbordamiento, responsabilidades que pueden ser pol¨ªticas o jur¨ªdicas, y ¨¦stas, a su vez, pueden ser administrativas, civiles y penales.
No se trata aqu¨ª de hacer un estudio pormenorizado de cada una de estas modalidades de responsabilidad por las cuales un Gobierno es censurado, o una autoridad o funcionario condenado en el ¨¢mbito penal o civil, o sancionado en el ¨¢mbito administrativo: lo cierto es que no hay poder irresponsable y si alguna autoridad lo es, significa que carece de poder o de prerrogativa en una sociedad democr¨¢tica.
Pero los mecanismos de fiscalizaci¨®n y de responsabilidad no se limitan al ¨¢mbito de las relaciones entre los distintos poderes, se plantean tambi¨¦n entre los poderes y la sociedad, los ciudadanos y los grupos sociales, y eso desde el origen del pensamiento liberal, donde el contractualismo supone, precisamente, esa dependencia ¨²ltima del poder en relaci¨®n con la sociedad. Las palabras del Segundo tratado
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Poder y responsabilidad
Viene de la p¨¢gina 7del Gobiemo civil, de Locke, eximen de cualquier comentario: "... el origen del cuerpo pol¨ªtico proviene de la convenci¨®n y consentimiento mutuo de los que se han reunido para componer una sociedad... ".
Esta fiscalizaci¨®n generar¨¢ una responsabilidad del mismo tipo, aunque la pol¨ªtica sea m¨¢s difusa y menos reglada que en los anteriores supuestos, cuando se produce para el Gobierno en el ¨¢mbito de las Cortes Generales. El ejercicio de los derechos fundamentales supondr¨¢ l¨ªmite al poder y la vigilancia del respeto a la libertad de reuni¨®n, de expresi¨®n, de asociaci¨®n, religiosa, de participaci¨®n pol¨ªtica, etc¨¦tera, ser¨¢ la forma de fiscalizaci¨®n en este contexto y la infracci¨®n o violaci¨®n de esos derechos pondr¨¢ en marcha la consiguiente responsabilidad civil, penal y administrativa y ya veremos en qu¨¦ condiciones, tambi¨¦n, pol¨ªtica.
En este ¨¢mbito las relaciones se complejizan, puesto que entran en juego poderes no institucionales, poderes privados, detentados por personas privadas o por colectividades privadas, que deben ser fiscalizadas, asimismo, porque pueden infringir o violar derechos fundamentales. Qu¨¦ duda cabe que algunos derechos, como el derecho de asociaci¨®n sindical, o de huelga, o la libertad de ense?anza, pueden ser violados por los particulares, tanto o m¨¢s que por las autoridades p¨²blicas. Es, asimismo, indudable que el derecho al honor y a la intimidad personal pueden tambi¨¦n ser violados por particulares, especialmente a trav¨¦s de los medios de comunicaci¨®n social.
En la moderna sociedad democr¨¢tica postindustrial existe, como dice el profesor Bobbio, un tipo de pacto social cotidiano, que no tiene ya el sentido cl¨¢sico de explicar el origen del poder y de justificarlo, si no que supone una acci¨®n habitual de poder y de creaci¨®n normativa a trav¨¦s de partidos pol¨ªticos, de sindicatos y de medios de comunicaci¨®n social.
En muchos supuestos, los centros cl¨¢sicos de poder p¨²blico son sustituidos por esos nuevos centros de poder. As¨ª, un partido pol¨ªtico mayoritario decide, desde el partido, del sentido y de la orientaci¨®n de muchas instituciones, cuyos ¨®rganos deliberantes son s¨®lo reflejos de las decisiones adoptadas en el seno de las direcciones de los partidos, as¨ª tambi¨¦n el acuerdo colectivo entre sindicato y patronal puede afectar y, consiguientemente, interesar m¨¢s a muchos ciudadanos que muchas leyes, aprobadas en el Parlamento. As¨ª, por fin, la fiscalizaci¨®n pol¨ªtica y a veces la responsabilidad pol¨ªtica se impulsan m¨¢s por una campa?a de Prensa que por un debate parlamentario.
Estos ejemplos significan que la relaci¨®n entre poder y responsabilidad se ha complejizado. El tema no queda resuelto en el ¨¢mbito de las instituciones p¨²blicas, donde la relaci¨®n es adecuada y funciona con normalidad en la sociedad democr¨¢tica. La existencia de esos nuevos poderes, partidos pol¨ªticos, sindicatos, Prensa, radio y televisi¨®n privada obliga a plantear la relaci¨®n poder y responsabilidad en esos supuestos. Hay que reconocer que aqu¨ª estamos todav¨ªa en los inicios, que el complejo y matizado edificio de la relaci¨®n poder, fiscalizaci¨®n del poder y responsabilidad no existe, y que los poderes sociales indicados se resisten al control y a la responsabilidad.
En el aspecto del funcionamiento de los poderes sociales se puede decir que la sociedad moderna es una sociedad todav¨ªa predemocr¨¢tica y una sociedad unidimensional, porque los poderes sociales controlan a los poderes institucionales, pero no al contrario, con lo cual el equilibrio se rompe en favor de los primeros.
Mi punto de vista es que, tambi¨¦n en este ¨¢mbito, hay que avanzar para profundizar la democracia y, en definitiva, para garantizar la libertad igualitaria de los individuos que es lo que importa, sometiendo a los poderes sociales a la relaci¨®n poder responsabilidad, con todos los matices que existen en el ¨¢mbito institucional.
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