Salvar Toledo
(Al ministro de Cultura)
El secreto de Toledo no se encierra en sus grandes monumentos. El misterio anima la ciudad entera, sus calles estrechas e irregulares, sus plazas y cobertizos, sus patios y jardines interiores, su paisaje de vocaci¨®n mediterr¨¢nea, el rumor del Tajo y los ta?idos de las campanas, la vida sosegada de sus habitantes... No podemos modificar los distintos elementos de Toledo sin alterar radical y simult¨¢neamente el todo del que forman parte. Desconocer este principio es precisamente la causa de los riesgos que acechan hoy a nuestra ciudad. La distinci¨®n entre los monumentos principales y el resto del casco. hist¨®rico, en cuanto a actitudes de protecci¨®n, es la gran coartada que permite atentar contra el conjunto hist¨®rico-art¨ªstico m¨¢s importante de cuantos se han conservado hasta nosotros.Ya a finales del siglo pasado, Don Suero, el pariente toledano y rico de Angel Guerra, propugnaba que la modernizaci¨®n de Toledo deb¨ªa hacerse respetando sus grandes monumentos y metiendo la piqueta por todo el resto, alineando las fachadas y ensanchando sus v¨ªas, y edificando un palacio de congresos y exposiciones con las piedras de las puertas y murallas que han de derribarse. En 1982, hace pocos meses, un cronista local escrib¨ªa alborozado sobre "las fiebres constructoras que est¨¢n llenando el r¨ªo de puentes, para dejar constancia de que no todas las obras p¨²blicas las han hecho los romanos, y logrando que la vieja ciudad d¨¦ marcha atr¨¢s y emprenda un camino de rejuvenecimiento". El sue?o de falso progreso que Gald¨®s tan bien ridiculizaba est¨¢ haci¨¦ndose realidad, para gozo de los Don Suero de hoy, mucho m¨¢s pr¨®ximos a la figura del poderoso funcionario que a la del negociante provinciano.
Crisis textil
Toledo se hab¨ªa conservado hasta nuestro siglo gracias a su privilegiada localizaci¨®n geogr¨¢fica -que ha impedido que la trama hist¨®rica de la ciudad se confunda con la parte nueva, tal como ha sucedido en Florencia- y a su decadencia econ¨®mica. La crisis de la industria textil del siglo XVI y el traslado de la capitalidad a Madrid fueron como un Vesubio estructural que fijaron la ciudad como era, paralizando su crecimiento y limitando su transformaci¨®n. Y es ahora, en estos ¨²ltimos a?os, despu¨¦s de haber escapado casi indemne a la especulaci¨®n inmobiliaria de los a?os sesenta, cuando m¨¢s est¨¢ sufriendo la integridad del Toledo hist¨®rico, en lugar de valorarse y protegerse adecuadamente. Y esto sucede pese a la buena voluntad y el buen hacer de su alcalde y de los responsables de la Direcci¨®n General de Bellas Artes, lo que hace el fen¨®meno a¨²n m¨¢s preocupante.Ciertamente, la iniciativa privada est¨¢ realizando algunos derribos ilegales y obteniendo de una Administraci¨®n p¨²blica d¨¦bil o complaciente licencias que jam¨¢s debieron concederse. Pero es sobre todo el Estado quien, en lugar de dar ejemplo, m¨¢s da?o est¨¢ causando o puede causar a Toledo en actuaciones que constituyen aut¨¦nticos atentados a un patrimonio cultural que por su importancia tiene un valor universal. Veamos algunos casos.
El MOPU est¨¢ construyendo en la vega de Safont un nuevo puente, habiendo inconcebiblemente desechado la posibilidad de edificarlo aguas arriba. Con ello se comete un atropello paisaj¨ªstico y ambiental tan grave, al menos, como el que supon¨ªa el pol¨¦mico puente sobre el Duero, en Soria. Se destroza la vega y parte de los huertos de Galiana, donde los ¨¢rabes crearon uno de sus m¨¢s importantes jardines de aclimataci¨®n y que era el ¨²nico espacio verde importante contiguo al casco hist¨®rico que a¨²n se conservaba. Y se altera irremisiblemente una de las vistas m¨¢s pintorescas de Toledo, aquella precisamente que pint¨® El Greco en uno de sus m¨¢s famosos cuadros. Este cuadro ha vuelto a Espa?a con motivo de la reciente exposici¨®n, coincidiendo con las obras del citado puente, para recordarnos c¨®mo en unas semanas podemos arruinar un paisaje preservado durante cuatrocientos a?os.
Un conjunto monumental
Tambi¨¦n el MOPU, para ampliar su delegaci¨®n en Toledo, ha proyectado la edificaci¨®n del huerto del Real Convento de Santa Clara, lo que, de llevarse a efecto, adem¨¢s de vulnerar la legislaci¨®n vigente, mutilar¨ªa un conjunto monumental cuyos or¨ªgenes se remontan al siglo XIV.El Ministerio de Defensa, por su parte, en contra de las ordenanzas actuales, ha edificado sobre el arroyo de la Degollada unas inmensas dependencias anejas a la Academia, que gravitan pesadamente sobre el paisaje del tajo del r¨ªo.
En otro orden de cosas, una conocida entidad fina,nciera estatal, para su sede en Toledo, en lugar de rehabilitar un edificio antiguo desocupado, ha comprado en la plaza de Zocodover el caf¨¦ Espa?ol, de estilo modernista, clausurando el lugar de encuentro m¨¢s caracter¨ªstico de la vida toledana. Desde una gran ciudad como Barcelona o Madrid, en las que las alternativas son m¨²ltiples y los contactos mayoritariamente an¨®nimos, es dif¨ªcil valorar lo mucho que representan en el discurrir cotidiano de un n¨²cleo de poblaci¨®n m¨¢s peque?o este tipo de instituciones.
Para no alargaresta penosa relaci¨®n citar¨¦, por ¨²ltimo, uno de los mayores peligros que amenazan a Toledo. Se trata de la llamada Ronda Cornisa, cuyo proyecto ha sido actualizado, parad¨®jicamente, por unos profesionales de prestigio y reconocida sensibilidad cultural.
Este proyecto aguarda en el Ministerio de Cultura la ¨²ltima autorizaci¨®n, autorizaci¨®n que es de esperar nunca se otorgue. Don Suero propon¨ªa tambi¨¦n cruzar Toledo con una especie de gran avenida para tranv¨ªas y coches. Su desvariada imaginaci¨®n no alcanz¨® a concebir un Toledo rodeado por una autopista de circunvalaci¨®n, colgada de la cornisa del Tajo, que adem¨¢s estuviera provista de aparcamientos socavados entre sus rocas milenarias formando negras y montimentales oquedades. Innecesaria y costosa, esta obra ser¨ªa la mayor agresi¨®n que pudiera realizarse a la integridad urbana y geogr¨¢fica de Toledo.
Se ha de detener urgentemente el proceso destructivo que corroe Toledo para estudiar seguidamente las mejores soluciones a algunos de los problemas que con ¨¦l se relacionan. As¨ª, por ejemplo, Toledo es hoy dos ciudades: el casco hist¨®r¨ªco, en el que habitan unas 15.000 personas, y los barrios nuevos, construidos en la vega, ocupados por unos 50.000 habitantes. ?C¨®mo se concilian estos distintos intereses ciudadanos? ?Cu¨¢les son las actuales tendencias de la poblaci¨®n? Para no ser una ciudad muerta, el Toledo hist¨®rico no debe perder m¨¢s habitantes ni puede convertirse en el n¨²cleo residencial exclusivo de la poblaci¨®n m¨¢s acomodada. Es preciso poner en marcha un ambicioso programa de rehabilitaci¨®n que integre actuaciones privadas y p¨²blicas y que asuma el hecho de que las cargas de la construcci¨®n de Toledo no pueden recaer ¨²nicamente sobre sus habitantes. Tambi¨¦n ha de abordarse la cuesti¨®n relacionada con el nuevo uso que hay que encontrar para los edificios hist¨®ricos, cuya finalidad fundacional ha perdido vigencia. Hubiera sido una magn¨ªfica respuesta a este problema haber convertido Toledo en una ciudad universitaria, con sus facultades y colegios mayores, evitando la disparatada pedrea con la que parece que se hab¨ªa resuelto la creaci¨®n de la universidad (?) de Castilla-La Mancha, y escribo parece, pues afortunadamente se dice que el nuevo ministro de Educaci¨®n est¨¢ reconsiderando la decisi¨®n adoptada en su d¨ªa.
S¨®lo en Espa?a puede denunciarse -como se ha hecho recientemente- la destrucci¨®n de un tercio del casco hist¨®rico de Toledo sin que nada ni nadie se conmueva. Toledo, pues, peligra entre el desconocimiento o la indiferencia general. El cambio -esa afortunada expresi¨®n de un sentimiento popular, en el que convergen ilusiones y esperanzas- no puede en este caso demorarse. Nuestra generaci¨®n es, sin duda, la que m¨¢s poder sobre su entorno ha tenido desde los or¨ªgenes de la humanidad, y consecuentemente tambi¨¦n la que posee una mayor capiacidad de depredaci¨®n art¨ªstica y ecol¨®gica. S¨®lo la cultura y la sensibilizaci¨®n ciudadana permiten potenciar positivamente lo primero y evitar lo ¨²ltimo. De ah¨ª la urgente necesidad de que los ciudadanos espa?oles y la Administraci¨®n p¨²blica dejen de ignorar estos hechos y se sientan obligados a salvar Toledo. De no ser as¨ª, la verg¨¹enza de hoy dar¨ªa paso ma?ana a una lamentaci¨®n est¨¦ril por lo irreparable.
"Tu forma se deshizo, mas tu conciencia queda...", escribi¨® Juan Ram¨®n. Toledo simboliza el esp¨ªritu religioso y la voluntad pol¨ªtica que convoc¨® el tercer concilio visigodo; el reencuentro de la Europa medieval con sus or¨ªgenes cl¨¢sicos; el triunfo fecundo de la tolerancia en la convivencia de nuestras tres culturas; uno de los impulsos m¨¢s vigorosos en nuestro Siglo de Oro; la emoci¨®n rom¨¢ntica de un Rilke, que dice haber vivido para conocerlo..., y tantas cosas m¨¢s. Todo cuanto Toledo significa nunca se borrar¨¢ de la memoria de los hombres. De nosotros depende que su forma tampoco se extinga.
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