La L¨ªnea, castigada y 'enriquecida' por la hero¨ªna
Ocho toxic¨®manos murieron en 1982 por envenenamiento progresivo
ALFREDO RELA?O, ENVIADO ESPECIAL
El cierre de la verja de Gibraltar coloc¨® a La L¨ªnea ante el vac¨ªo. Muchos linenses trabajaban en Gibraltar, otros regentaban comercios, parte de cuyos clientes eran gibraltare?os, y no pocos viv¨ªan de proporcionar esparcimiento a ¨¦stos. Sin Gibraltar es posible que nunca hubiera llegado a existir esta ciudad, cuyo nombre explica su origen: l¨ªnea de defensa ante la colonia. Sin Gibraltar la econom¨ªa se vino abajo. De los 100.000 habitantes se ha pasado a los 60.000. Las inversiones efectuadas para dar trabajo industrial a esta ciudad sin t¨¦rmino municipal fracasaron por diversas razones. La poblaci¨®n disminuy¨® espectacularmente. Y los que se quedaron tuvieron que agarrarse a "lo que fuera".El contrabando no era mala soluci¨®n. De hecho, el contrabando tiene fuerte implantaci¨®n en cualquier ciudad fronteriza de cualquier rinc¨®n del mundo, y La L¨ªnea es doblemente fronteriza. Por un lado, con Gibraltar, que siempre ha gozado de los productos m¨¢s envidiados del occidente avanzado, a los que hace algunos a?os a¨²n no hab¨ªa acceso f¨¢cil en Espa?a, y por el otro, con Marruecos. Los productos de occidente empezaron a dejar de ser novedad en Espa?a, pero al tiempo se lanzaba de forma espectacular la cotizaci¨®n de un producto marroqu¨ª: el hach¨ªs.
Hoy la costa del Sol, el campo de Gibraltar y muy especialmente La L¨ªnea tienen en el hach¨ªs una importante actividad comercial. Un kilo puede llegar a venderse en un cuarto de mill¨®n de pesetas si es de buena calidad, mientras que en Marruecos se adquiere por un precio diez o quince veces menor. En el Estrecho la distancia por mar es tan peque?a que casi puede hacerla cualquier barca. Si aparecen los guardacostas se arroja la mercanc¨ªa al mar y no hay problemas. El chocolate es un producto tan familiar en La L¨ªnea como el tabaco o la Coca-Cola, y una considerable fuente de ingresos. Los avatares del tr¨¢fico de este producto son comentados en el calle y se valoran con respeto algunos alardes, como el de la Valenciana, de la que se comenta que extrajo de su vagina en plena plaza p¨²blica un puro de 380 gramos.
La hero¨ªna como moneda de cambio
El problema llega cuando los circuitos internacionales de la hero¨ªna deciden introducir este producto como la parte o el todo del pago a los importadores del chocolate. La l¨ªnea Bangkok-Amsterdam-Pa¨ªs Vasco o Catalu?a termina aqu¨ª, de donde arranca a su vez m¨¢s de la mitad del hach¨ªs que se consume en Espa?a. El choque de ambos tr¨¢ficos tiene consecuencias catastr¨®ficas para esta peque?a ciudad.
Augusto Blanco, comisario local de polic¨ªa desde hace cuatro meses, es contundente al explicar el problema: "M¨¢s de la mitad del trabajo de este puesto viene derivado de esta confluencia de tr¨¢ficos. El heroin¨®mano no s¨®lo no puede privarse de su raci¨®n, sino que tiene que incrementarla progresivamente para conseguir los mismos efectos. La necesidad de 10.000 o 20.000 pesetas diarias para picarse la cantidad que el cuerpo pide es corriente, y ante eso los que llegan a ese estado tienen que recurrir a lo que sea para proporcionarse la hero¨ªna. Y ese lo que sea es el asalto, el robo al comercio, el atraco en la calle".
En cuatro meses al frente de este puesto, Augusto Blanco ha visto ya veinte monos, veinte casos de s¨ªndrome de abstinencia, y asegura que no hay nada como eso. Ha detenido un par de veces a el Chocolate, un joven que con los diecis¨¦is a?os reci¨¦n cumplidos ha cometido ya cincuenta delitos contra la propiedad, y ha sufrido las quejas de los comerciantes de la ciudad, alguno de los cuales ha llenado su escaparate de carteles contra la polic¨ªa, a la que acusa de pasividad o ineficacia. Sin embargo, Augusto Blanco est¨¢ contento este fin de semana; despu¨¦s de registrar en los tres ¨²ltimos meses 49 asaltos a comercios locales, ha conseguido un r¨¦cord: cuatro d¨ªas consecutivos sin asalto de ning¨²n tipo. "Con esfuerzo hemos conseguido tener en movimiento constante seis unidades m¨®viles durante toda la noche, gracias al convenio de cooperaci¨®n con la Polic¨ªa Municipal, y el resultado empieza a notarse".
Pero se encuentra ante una realidad: La L¨ªnea no est¨¢ dotada de medios para luchar contra esto. "Necesito y tengo solicitado un grupo especial antidroga, compuesto al menos por cuatro hombres. Con lo que hay es imposible parar esto. Y menos estos d¨ªas, porque desde la apertura de la verja tenemos a todo el personal dedicado a hacer pasaportes. Hacemos m¨¢s de cien diarios desde que se abri¨®, y los traficantes nos encuentran estos d¨ªas con la guardia baja".
Una lucha dif¨ªcil
Parece claro que la situaci¨®n se presenta dif¨ªcil: "El problema es que este tr¨¢fico representa realmente una parte considerable de la econom¨ªa de esta ciudad". Y Rafael Palomino, jefe local del PSOE, partido que obtuvo el 75% de los votos en las ¨²ltimas elecciones, admite: "La tercera parte de la econom¨ªa de La L¨ªnea es econom¨ªa subterr¨¢nea. Cualquier banquero local sabe que los dep¨®sitos que hay en los bancos no guardan relaci¨®n con el volumen de dinero que se mueve en la ciudad". Y la mayor parte de esa econom¨ªa subterr¨¢nea es el tr¨¢fico del hach¨ªs, porque otros peque?os contrabandos representan cantidades menos significativas. El paso del chocolate por aqu¨ª es tan intenso que no se puede cumplir con la normativa legal de depositarlo en Sanidad para que sea destruido, porque Sanidad no tiene medios para la custodia y destrucci¨®n, de modo que la comandancia de la Guardia Civil de Algeciras, el lugar m¨¢s seguro de la zona, llega a tener depositadas estos d¨ªas diecisiete toneladas del producto.
El barrio de San Bernardo, de casas protegidas y familias numerosas azotadas por el paro, es el centro de intercambio hach¨ªs-hero¨ªna en la ciudad, y el primer centro de consumo. Hay familias enteras que viven de preparar la hero¨ªna en los papelitos que van directos al consumidor, y tres bares, El Chiquitete, El Grana¨ªno y Mari Pepa, a los que es imposible acercarse sin rechazar un aluvi¨®n de ofertas de compra. El aspecto de la mayor¨ªa de sus clientes, j¨®venes de aspecto terriblemente depauperado, es la peor propaganda para el producto. Si se gana uno la confianza de los clientes escuchar¨¢ una historia dolorosamente conocida: familia numerosa, paro, contrabando, tr¨¢fico de hach¨ªs, un primer picotazo que no compromete a nada y que produce una euforia interna indescriptible y luego una esclavitud que nadie desea, pero imposible de abandonar.
Este barrio se siente tan entra?ablemente unido a esta actividad que la polic¨ªa tiene serios problemas cada vez que quiere presentarse a efectuar detenciones. En alguna ocasi¨®n los polic¨ªas se han tenido que batir en retirada, con disparos al aire para abrirse paso, y tras correr serio peligro de linchamiento. La generosidad de alguno de los m¨¢s destacados traficantes, que echan una mano a los m¨¢s necesitados, y la conciencia general de que la droga es el m¨¢s serio asidero econ¨®mico del barrio obran estos efectos.
En esta ciudad los farmac¨¦uticos venden m¨¢s jeringuillas por habitante que en ninguna otra de Espa?a. Un representante de una casa de ortopedia explica que aunque en Algeciras y otros lugares pr¨®ximos el ¨ªndice de ventas de jeringuillas tambi¨¦n es alto, lo de La L¨ªnea no tiene punto de comparaci¨®n. Los farmac¨¦uticos se ven entre un doble problema de conciencia: si venden las jeringuillas de un solo uso que piden los yonkis saben que est¨¢n colaborando a su hundimiento. Si se las niegan saben que recurrir¨¢n al uso de una para varios o a la rebusca en los basureros del hospital, y que el efecto ser¨¢ peor. As¨ª que deciden vender, o incluso d¨¢rselas sin cobrarlas si ven un aspecto peligroso o excitable al cliente. Los farmac¨¦uticos constituyen uno de los colectivos m¨¢s castigados en una ciudad sacudida por la toxicoman¨ªa, porque un sinf¨ªn de sus productos son cotizados suced¨¢neos de la hero¨ªna cuando ¨¦sta escasea.
Tres reci¨¦n nacidos con 'el mono'
El final de la cadena est¨¢ en la Residencia Sanitaria de la Seguridad Social, donde el doctor Manuel Valdayo desarrolla el ingrato trabajo de tratar a los toxic¨®manos. El no cree en la muerte por sobredosis, sino en la muerte por el envenenamiento progresivo del organismo: "Edema pulmonar, endocarditis cr¨®nica, h¨ªgado deshecho... Esas son las razones que han motivado las defunciones. El organismo tiene una tolerancia a la hero¨ªna que hace que cada vez sea necesaria una mayor cantidad para un mismo efecto, y yo he llegado a tratar a uno que se inyectaba cuatro gramos diarios. Pero se adultera con talco, estricnina o cualquier cosa; las jeringuillas se las pasan de unos a otros cuando escasean, y todo eso envenena sus organismos. Lo peor es que en los ¨²ltimos a?os la edad media de los enfermos va disminuyendo alarmantemente. Cuando empec¨¦ a ver casos de estos, estaban todos entre los dieciocho y los veinticinco a?os. Ahora tengo vistos casos de chicos de doce. Son el producto del desconcierto de una generaci¨®n, chicos que no saben lo que hacer y que explican con espantosa tranquilidad que no esperan llegar a los veinte a?os. Con un tratamiento se puede solucionar la enfermedad si el paciente colabora, pero si no se le aparta de su entorno es tiempo perdido, porque vuelve. Y el avance es tan grande que yo ya he asistido a tres partos en los que el reci¨¦n nacido ha experimentado el mono nada m¨¢s llegar al mundo. La primera experiencia vital de esos tres beb¨¦s fue el s¨ªndrome de abstinencia".
Y mientras, el mal avanza en esta ciudad, donde las jeringuillas llegan a constituir parte del paisaje urbano. Los yonkis saltan de noche las tapias de los colegios para inyectarse, o van a la tapia del cementerio o a los jardines del Ayuntamiento, lugares silenciosos y pl¨¢cidos, ideales por tanto para el picotazo, y que en funci¨®n de ello aparecen por la ma?ana salpicados de jeringuillas. Otros, menos exquisitos, se conforman con cualquier parte, y en los ¨²ltimos cuatro meses veintitr¨¦s han sido sorprendidos inyect¨¢ndose en plena v¨ªa p¨²blica, sea en el interior de un veh¨ªculo, en un portal o en un solar.
Juan Carmona, alcalde, habla con pesimismo de la situaci¨®n: "Las soluciones deben ir encaminadas a una mejora de vida en la ciudad, que ofrezca perspectivas a las pr¨®ximas generaciones, pero ¨¦sta ya ha sido terriblemente castigada y para ella el remedio es casi imposible. Pero si lo ¨²nico que se puede hacer ya es trabajar para las generaciones que vienen detr¨¢s, hay que hacerlo ya".
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