'Furia', denuncia social
Fritz Lang fue uno de los directores alemanes que contrataron los estudios de Hollywood para impedirles rodar en su pa¨ªs.De aquella forma, los norteamericanos imped¨ªan el normal desarrollo de las cinematograf¨ªas aut¨®ctonas; una manera de introducirse en los mercados europeos. Gracias a ese sistema, nadie ha conseguido a¨²n competir conellos.El director alem¨¢n no se conform¨® con la inactividad bien pagada de la que disfrutaba en California, y exigi¨® trabajo. Se le ofrecieron entonces cuatro escasos folios (titulados Mob Rule) en los que se narraba la historia de un hombre al que confund¨ªan con otro; por ese error, mataban a su perro. Pero Lang, que hab¨ªa realizado en Alemania algunas de las pel¨ªculas m¨¢s cr¨ªticas de la ¨¦poca (la serie del Doctor Mabuse sobre todo), no se conform¨® con tan escaso argumento. Rebusc¨® en peri¨®dicos las noticias que hablaban -?en l936!- de l¨ªnchamientos populares y construy¨® con ellos la historia que filmar¨ªa en Furia, una de sus obras fundamentales.
"Creo que el cine no es s¨®lo el arte de nuestro siglo -confes¨® al director Peter Bogdanovich-, sino el arte del pueblo, para el pueblo, por el pueblo. Toda pel¨ªcula seria que describa a la gente de hoy debe ser una especie de documental de su tiempo. S¨®lo entonces se consigue una cualidad de verdad en una pel¨ªcula".
Obligaron a Lang, a pesar de sus intenciones, a recomponer el gui¨®n de forma que en lugar de ser la historia de un hombre excepcional, tema al que era adicto por su vieja sumisi¨®n a la censura alemana, tratara de la historia de un hombre cualquiera (Joe Doe, Juan Nadie : ). Por error, los habitantes de un peque?o pueblo le confund¨ªan con un asesino y exig¨ªan su linchamiento: "En un Estado totalitario, el h¨¦roe debe ser un superhombre, mientras que en una democracia deb¨ªa ser Joe Doe. Es algo que aprend¨ª entonces, y que es absolutamente correcto".
Ese hombre (Spencer Tracy) va en busca de su novia (Sylvia Sydney). Atraviesa un pueblo en el que es confunidido con un secuestrador. Se le encierra entonces en una celda, y el pueblo, crispado, pide su linchamiento. Gracias al inceridio provocado que estalla en la c¨¢rcel, el falso culpable consigue escapar y convocar m¨¢s tarde un juicio en el que se presenten los frustrados linchadores; con una oportuna filmaci¨®n, su identidad es indiscutible. Joe Doe (Joe Wilson, en la pel¨ªcula) pronuncia entonces un discurso que resulta, en la distancia, claramente representativo del cine impulsado durante el gobierno de Franklin Roosevelt: una ¨¦poca liberal que el cine norteamericano no ha conocido desde entonces...
A pesar del feroz testimonio que signific¨® Furia, el final de la pel¨ªcula fue mu, discutido por ciertos sectores de la cr¨ªtica. Robert Giroux, por ejemplo, escribi¨® en The Nati¨®n que "no es posible mantener al p¨²blico con una tensi¨®n que en los ¨²ltimos momentos de la pel¨ªcula se transforma en tranquilidad, como si cuanto antes se ha visto no fuera posible en la vida real. Las emociones acumuladas durante la hora y cuarto anterior dejan de tener sentido en los ¨²ltimos quince minutos."
Es una constante del cine americano de Fritz Lang. La mujer del cuadro tambi¨¦n defraudaba en su desenlace: s¨®lo un sue?o hab¨ªa sido el tormento del profesor que logr¨® que un crimen quedara impune. Probables exigencias de la censura (que ni con Roosevelt desapareci¨® completamente), que disgustaron tambi¨¦n a Fritz Lang: "Odi¨¦ el beso final porque no era necesario. Un hombre hace un discurso muy bien escrito, y entonces, sin raz¨®n alguna, se vuelve y besa a su novia. Un final est¨²pido". Que, de cualquier forma, no anula la excelencia de la narraci¨®n precedente.
Furia se emite hoy a las 21:35 por la primera cadena.
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